WASHINGTON/AP
Todavía empatados en los sondeos después de todos estos meses, el presidente Barack Obama y su rival republicano Mitt Romney se dirigen a su tercer y último debate, ambos ansiosos por proteger un aura de fortaleza personal y liderazgo, y por hacer crecer las dudas sobre la firmeza y credenciales en política exterior del otro candidato.
Cada uno quiere dominar el lunes y calmar la dinámica oscilante de los dos primeros debates: el republicano le propinó al presidente una paliza en el primer asalto, y el humillado mandatario se recuperó en el segundo encuentro.
El enfrentamiento en la Universidad Lynn, en Boca Ratón, Florida, que durará 90 minutos, ofrece a los candidatos su última oportunidad para medirse entre sí frente a decenas de millones de estadounidenses. Ambos dedicaron sus fines de semana a prepararse, una señal certera de la importancia que le dan a este acontecimiento.
Mientras los participantes calientan para el debate de esta noche en el reñido estado de Florida, sus compañeros de fórmula están atareados buscando votos en dos de los ocho estados cuyos votos decidirán al nuevo presidente. El vicepresidente Joe Biden está en