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Venezuela: anarquía institucionalizada

Raúl Benoit

Para algunos las señales que el gobierno venezolano está dando, son actos temerarios de desesperación. Incitar a su pueblo a salir a las calles a saquear y a destrozar, dicen que es el temor a perder el control, usando al pueblo como arma intimidante.

Mi opinión es que todo es una estrategia planeada desde La Habana, con el propósito de crear el ambiente propicio para obtener poderes soberanos del Estado, los cuales Nicolás Maduro ha venido pidiendo en complot con sus secuaces.

Confunde y reinarás, aconsejaba su tocayo Maquiavelo. La anarquía institucionalizada es una táctica de justificación para “salvar a la nación de la burguesía parasitaria”.

Venezuela está en su peor momento desde que el chavismo dio un golpe de Estado a las instituciones y a la democracia. La crisis económica va a explotar con una inflación que supera el 50 por ciento. La gente no soportará la presión y mi presagio es que saqueadores de electrodomésticos como los que vimos la semana pasada, serán los que cobrarán a la revolución bolivariana sus mentiras y trampas, porque el hambre y la necesidad real provocarán una verdadera revolución que unirá a los chavista y a los antichavistas.

Algunos expertos en economía advierten que Venezuela sigue los pasos de Zimbabue hacia el caos económico y social. Para combatir la inflación, Maduro pretende fijar el precio de todos los bienes y servicios. Ese sí es un acto desesperado.

Recordemos que en 2007, el dictador comunista Robert Mugabe hizo lo mismo y causó la ruina en su país, arrebatándole el título a Zimbabue de la “despensa de África”, hoy arrasada por las malas políticas del comunismo.

Imagínense cuando Maduro tenga esas facultades extraordinarias para gobernar “sin control”. Más descontrol para una nación sumida en la incertidumbre y la ingobernabilidad.

Diosdado Cabello sigue fingiendo estar con Maduro, en un sigiloso plan de meterle zancadilla para entrar como el salvador del caos en su momento, todo a costa del futuro de su pueblo. A ninguno de ellos les preocupa lo que pudiera ocurrirle a la gente, ni mucho menos entregar el país al narcotráfico y a la delincuencia, porque estos bandidos en el poder, están guardando sus ahorros en los países asiáticos.

Los chavistas gobiernan con la bandera del odio y el resentimiento, encubriendo la ambición y la codicia.

No están equivocados los que sospechan que Venezuela es manejada por una pandilla de malhechores, aunque parecieran más bien, un grupo de enfermos escapados de un hospital psiquiátrico o parte del elenco de la película, Atrapados sin salida donde Jack Nicholson, haciéndose pasar por loco, lleva a otros pacientes como él a una aventura de locura extrema.

Por omisión y acción son responsables del mal que vive Venezuela los soldados de las Fuerzas Militares. Los funcionarios públicos que continúan apoyando el desgobierno. Es responsable la comunidad internacional que mira para otro lado porque no quiere perder el suministro de petróleo.

Si el poder popular que el gobierno chavista venezolano sugiere para Latinoamérica es el que vemos en Venezuela hoy, estamos fregados. Que se cuiden aquellos países donde pretenden imitar este modelo fracasado.

El autor es periodista colombiano. Twitter: @RaulBenoit

Opinión anarquía Venezuela archivo
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