Wendy Álvarez Hidalgo
Llegó en los años noventa procedente del Monte Isola a Managua. Venía invitado por un amigo, también oriundo de Italia, para explorar oportunidades de negocios en la venta de redes para pescar, aunque ya hacía un buen tiempo había dejado de fabricar este tipo de producto. En esa búsqueda Elio Agnesi llegó a Masaya, donde se llevó la sorpresa de cómo artesanos tejían con un arte inigualable hamacas, similar a las casi 300 mil que fabricaba en Italia cada año.
Fue así como Agnesi se vio motivado a compartir con los artesanos su experiencia empresarial de éxito que se incubó al pie de Monte Isola, una isla italiana de la provincia de Brescia, región de Lombardía, considerada una de las zonas más ricas de ese país europeo. Ahí nació La Rete, construida por el hijo de un pescador en momentos cuando una crisis económica asoló a la isla, allá por los años setenta.
La invasión masiva de redes para pescar procedente de China y Japón llevaron a la quiebra a miles de pequeños artesanos que sobrevivían de ese negocio y fue cuando Agnesi decidió convertir los escombros de una empresa italiana en una compañía próspera: apostó por la producción de redes no solo para pescar, sino deportivas y para hamacas. Y lo logró. Hoy esta empresa que continúa siendo pyme es líder en la exportación de este producto en Europa.
Agensi dice que todo eso lo ha logrado con mucho trabajo, con una visión empresarial integral y que desea compartir con empresarios nicaragüenses, aunque admite que no ha sido fácil encontrar ese espacio. Es amante de las hamacas nicaragüenses, pero alerta sobre la necesidad de impulsar el crecimiento de los artesanos e impulsar una nueva cultura gerencial.
¿Hasta dónde lo ha llevado su éxito empresarial?
En los años ochenta comenzamos a vender redes deportivas para campeonatos olímpicos celebrados en Corea, en los campeonatos de Italia, Francia, y ahora estamos produciendo redes para esquiar. También se produjeron las redes para las Olimpiadas en Tokio, estamos hablando de 34 años de historias.
¿Cómo llega a Nicaragua?
Nosotros llegamos a Nicaragua en los años noventa, para ser exacto en 1992. Un amigo italiano que vivía en Nicaragua llegó a Italia a buscar redes para pescar, pero yo ya no fabricaba más redes para pescar. Le prometí que vendría a Nicaragua para ver si había mercado para exportar redes de pesca y para ver si valía la pena retomar la fabricación de este tipo de material para abastecer este mercado. Cuando vengo a Nicaragua fui a Masaya, y voy viendo una hamaca, era la hamaca que yo consideraba la mejor del mundo, por su confección y acabado, y fue ahí cuando pensé ¿por qué no trasladar parte de la producción que tenía en Italia a Nicaragua? Y fue así cuando nació la idea de buscar el financiamiento en la Unión Europea, para ejecutar un proyecto de apoyo a los artesanos de Masaya.
¿Cómo logra convencer a la UE involucrarse en este proyecto?
Les presenté la idea y me acogí a una ley que permitía financiar este tipo de iniciativas emprendedoras de pequeñas empresas europeas. El 50 por ciento iba a ser financiado por la Comunidad Económica Europea y otra por mi empresa, lo único que me pedían era que el 10 por ciento de las acciones de la empresa debía ser transferido a personas del país de destino del proyecto, es decir y en este caso de nicaragüenses. Y fue así que ese 10 por ciento se los regalé a los artesanos de Masaya. El proyecto costó entre 20 y 30 mil dólares, sin incluir las importaciones de maquinarias y materia prima, para un costo superior a los 350 mil dólares. Y así se comenzó.
¿Cuáles fueron los resultados?
Nació El Guegüense, que hoy por hoy representa menos del cinco por ciento de la producción de La Rete en Italia. Pero la idea de la Comunidad Europea era que se exportara el modelo de producción y desarrollo de nuestra empresa y era nuestra primera vez en América Latina. Ya teníamos experiencia en Bulgaria, Hungría, Polonia y Rumania, porque aunque nosotros seamos una multinacional pequeña podemos llegar a esos mercados.
¿Por qué no logra echar raíces el proyecto en Nicaragua?
La empresa nunca alcanzó el nivel de autofinanciamiento, porque falta la cultura del trabajo, falta de la formación de ejecutivos empresariales idóneos, pese a que la mano de obra es eficiente y muy trabajadora. Hemos probado más de seis ejecutivos y el problema es que estos han demostrado tener una visión más de ONG que de empresarios. Un empresario trabaja para invertir, desarrollarse y ganar, pero en cambio acá he notado que un ejecutivo trabaja para ganar un salario.
¿Cómo está intentando revertir esa situación?
Actualmente se está invirtiendo en la formación de dos jóvenes acá, de Masachapa. Tengo años de financiar los estudios de ingeniería industrial y en computación de dos hijos de nuestros propios trabajadores y creo que en dos o tres años estos jóvenes van a asumir la empresa con una lógica más empresarial, que es al final el modelo que nosotros queremos exportar desde Italia. Cambiar esta mentalidad de los ejecutivos es clave, porque si no siempre se quedarán en el esquema de capitalismo de sobrevivencia.
¿Por qué está apostando por Nicaragua?
Cuando llegué me gustó mucho Nicaragua y muestra de ello es que a principio del 2000 decidí comprar una casa de playa acá en Masachapa. Yo creo que Nicaragua tiene mucho potencial y por eso hemos llevado a varios artesanos de Masaya a Italia, para que se entrenaran y conocieran nuestro modelo empresarial, pero aún seguimos esperando que eso dé fruto.
¿Cuál ha sido el secreto de crecimiento de las pequeñas empresas en Italia?
La llave es la manera de pensar, la cultura del trabajo. Ahora estamos muy diversificados. Sabe, cuando yo era un chavalo era hijo de un pescador y no fui a la escuela, nunca fui ni a la primaria, pero encontré la posibilidad de insertarme en uno de los eslabones de la producción de redes de pescar y absorbí el verdadero sentido de ser empresario, de la cultura del buen trabajo, que me sirvió luego para formar una empresa. El secreto está en que el centro de todo negocio debe ser el trabajo, yo no ganaba mucho de lo que trabajaba, pero aprendí mucho y tras pasada esa etapa pude abrir una empresa. También pienso que la posición de la isla jugó un papel importante en el desarrollo de las pequeñas empresas, porque por ahí transitaron diversas culturas europeas y se aprendía de ellos, algo que también comparte Nicaragua, que está en el centro de América.
¿Qué papel ha jugado el Estado italiano en ese empuje de las pymes?
Realmente nunca se le pide nada, solo crea las condiciones para que nos desarrollemos. El Estado no da dinero, pero los bancos se involucran mucho, si yo deseo 500 mil euros el banco me los da, que luego debo honrar. Eso sí, no puedo retrasarme un día. Y creo que eso también deben aprender las pequeñas y medianas empresas nicaragüenses y pongo a disposición el modelo de desarrollo que hemos intentado exportar a través de El Guegüense.
¿En qué sectores ve potencial de crecimiento?
En el medioambiente de forma sostenible, Nicaragua tiene recursos marinos para desarrollar e industrializar la pesca, en el caso de la madera darle valor agregado, hay tierra para cultivar. Y Nicaragua al tener una economía de pequeña escala, las pymes pueden jugar un papel fundamental para hacer una mejor distribución de la riqueza. Pero para eso se requiere promover la cultura del trabajo y proteger a las pymes. Si tú vas a Masaya vas a notar que la artesanía china, guatemalteca y hondureña se está apoderando del mercado nicaragüense, y se debe evitar que ocurra lo que pasó en Monte Isole.
¿Cómo proteger a los artesanos de esa invasión si hay libre mercado?
Elevando la eficiencia, que he notado es otra de las tareas pendientes del país. Le pondré un ejemplo, en Italia, en nuestra empresa producimos 300 mil hamacas al año y el costo medio de producción de cada una de estas hamacas es de cuatro dólares, pero en Nicaragua es de 40 dólares. Y aunque sea de mejor calidad la que se puede fabricar en Nicaragua, lo cierto es que es difícil encontrarle mercado, es muy caro. Si vos estás produciendo una hamaca de 40 dólares y viene un chino y te la fabrica más barata, entonces te comerá el mercado.
Pese a todas esas barreras, ¿cómo es recibida en Italia la hamaca que su empresa fabrica con manos nicaragüenses?
Sí, estamos llegando a Canadá e Italia. Nosotros le cuidamos la calidad a la hamaca para garantizar el prestigio del producto, aunque debo admitir que todavía hace falta avanzar en la mejoría del ciento por ciento. Acá hay mucha capacidad de construir hamacas, que no hay en otros países. Yo creo que Masaya tiene un alto potencial y en Europa la calidad artesanal con que se trabajan las hamacas tiene un plus (un valor especial) y eso se debe cuidar. Yo soy un emprendedor italiano que puso sus ojos en Nicaragua y sus hamacas.
Ver en la versión impresa las páginas: 4 C