José A. Peraza C
El hombre es un animal político solo los dioses o las bestias pueden prescindir de la política, decía Aristóteles. La esencia de la política es lo político que remite a la estructuración del poder; es decir, al sistema económico, social, cultural y de valores que sustentan la política. Lo político es la estructura del poder, por tanto, la práctica política tiene como objetivo transformar lo político a través de la política.
Para Alejandro Serrano Caldera, el filósofo-político por antonomasia, la crisis política en el mundo, especialmente en Nicaragua, está dada fundamentalmente por la separación cada vez mayor entre lo social y el poder. Lo social de la política, se ha alejado de las connotaciones originales, del Ethos que impregnaron los griegos al concepto de la política como formadora de comunidad y armonía dentro de la polys. La gran ruptura es producto de la separación de lo político como comunidad y de la aceptación del poder como la esencia fundamental de la política.
Este cambió ocurrió en parte por la reconceptualización de la política propuesta por Nicolás Maquiavelo en 1513 en su obra El Príncipe . Uno de los cambios fundamentales de cómo ver la política fue separar de forma diáfana la esfera religiosa y moral de la política. Este cambio despojó el análisis político de toda interpretación metafísica y utilizó como criterio cognoscitivo y gnoseológico los datos empíricos y utilizó la inducción como método más cercano a la ciencia que a la filosofía.
Sin embargo, este avance “científico” no puede despojar a la política de su componente ético, que es la conexión directa con la filosofía política. Como dice Serrano Caldera: “La crisis de la política y las opciones para superarla, nos conducen a trascender la teoría y práctica de la política referidas únicamente al poder y al Estado y sus instituciones, para buscarlas en la participación con el objeto de alcanzar el bien común y la paz social”.
El gran desafío es como juntar la política con la ética y la filosofía con la acción. Henri Bergson, el gran filósofo francés, nos dice “piensa como hombre de acción y actúa como hombre de pensamiento”. Partiendo de la propuesta de Serrano Caldera, ante los desafíos que plantearon los adefesios políticos del poder del siglo XX, surge la necesidad urgente, ante su obra, de convertirla en una propuesta de acción basada en la necesidad de crear comunidad entre los hombres y mujeres, específicamente, los de Nicaragua.
La obra de Serrano Caldera ya alcanzó su madurez. La reflexión como administración del ocio político para sus discípulos ha terminado, es tiempo de construir con ella. Debe convertirse en un vademécum para orientar a las nuevas generaciones, pero principalmente para las actuales que están por ascender al poder. Todo pasado ya no puede ser mejor. El mismo maestro, basado en los clásicos de la política nos enseña, que esta para construir comunidad y tejido social debe estar basada en “la libertad, ligada a la idea de autonomía y la necesidad de actuar, de comenzar, dirigir un proceso”.
Yo no quiero morirme sin haber intentado cambiar este país. No es a fracasar que yo regresé a Nicaragua y la obra de Serrano Caldera es inspiración para construir. Ya hay camino recorrido, ya hay trocha abierta para hacer más fácil la tarea. El camino es más ligero si vamos acompañados y si hay una guía hacia dónde dirigirnos.
Urge utilizar su obra para superar los estereotipos que reducen la política a una actividad estéril y despreciada que hacen a “Nicaragua como una bicicleta estacionaria”, donde nos esforzamos, sudamos, nos cansamos y morimos sin avanzar. No hay duda de que la obra de Serrano Caldera es la obra filosóficapolítica más completa e importante del país. Si yo tuviera que resumir que conservo al final de su obra, diría que es su vocación por una sociedad más justa donde prevalezca la libertad devolviéndole a la política su majestad como medio para superar las limitaciones que nos atan al pasado y nos niegan el futuro.
El autor es politólogo.
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