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Reír y llorar

El universo de emociones y sentimientos que manifiesta el ser humano es amplio y para cada uno de ellos hay una manera de expresarlos, como llorar y reír que son dos de las más comunes y aunque sean propias de la tristeza y la alegría respectivamente, una depresión emocional es capaz de alterar la forma en que las expresamos.

El ser humano está compuesto por un sinnúmero de emociones que se expresan mediante gestos o acciones como llorar o reír.

Como una respuesta natural de nuestro cuerpo, cuando experimentamos una profunda tristeza es casi inevitable que las lágrimas no invadan nuestros ojos y caigan con facilidad por nuestro rostro, revelando el sentimiento que nos embarga en ese momento, o quizás sea el resultado de una suma de emociones experimentadas en diferentes momentos.

Para la psicóloga Natalia Salgado Castillo, llorar nos trae bienestar proporcionándonos desahogo en momentos de angustia y tristeza y nos proporciona alivio.

“El llanto también tiene una función comunicativa al producir una respuesta de consuelo en los que están presentes, que sirve para mejorar el estado de ánimo del que llora. Llorar no es un signo de debilidad, sino la manifestación de un estado de ánimo. Llorar nos deja vulnerables haciendo que nuestros semejantes sean más empáticos con nosotros”, dice Salgado.

Lo mismo sucede con la risa. Cuando experimentamos felicidad o regocijo la risa es la representación visual de lo que sentimos. Además de reflejar nuestra alegría, reduce el estrés y la ansiedad, mejora la memoria, ya que oxigena al cerebro y relaja la mente.

“La risa favorece el pensamiento creativo, fomenta la colaboración, la unión y la armonía en las relaciones interpersonales. Con buen humor se piensa mejor, más positivamente. Ayuda a resolver los problemas con más eficacia y aporta vitalidad y energía. Se puede relacionar con las emociones de alegría y con los estados de ánimo positivos, como el optimismo. Es un proceso emocional contagioso”, afirma la especialista.

Formas de expresarlo

Si bien la risa es el reflejo de la alegría y el llanto el de la tristeza, en ocasiones algunas personas liberan esa carga emocional de forma contraria, por lo que se dice que “se llora de felicidad”, o bien que es posible desmayarse por un alto grado de excitación.

Según la psicóloga, la forma en que expresamos estas emociones se ve influenciada por la forma en que somos criados. No obstante, también puede deberse a alguna enfermedad que cambie nuestro estado de ánimo o nuestras emociones.

Se considera que uno de cada cuatro individuos presenta habitualmente depresiones emocionales, siendo más frecuente en mujeres que en varones.

“Con mensajes como ‘no llore por esa tontería’, ‘llore cuando se le muera su mamá’, o ‘los hombres no lloran’, enviamos mensajes ambiguos a nuestra psicología interna que desvirtúa las reacciones naturales. La alegría también se puede alterar. Lo importante es detectarlo e irlo trabajando individualmente, pues cada emoción tiene su forma de reacción”, asegura Salgado.

Todo el equipaje emocional que acumulamos a lo largo de nuestra vida necesita liberarse para poder conseguir el equilibrio personal que nos permita continuar y vivir cada experiencia a plenitud.

La especialista explica que nuestra mente está alineada a nuestro cuerpo y uno depende del otro. Si nuestras emociones no cumplen el cometido para el que fueron creadas, de alguna manera fuerzan su función aunque sea contra lo natural. Por ejemplo: cuando nos vemos incapacitados para vivir una vida normal, con pesadumbre aún por la muerte de un ser querido.

“Cada emoción tiene un objetivo para el ser humano: amor, miedo, alegría, tristeza, enojo. Alterar su forma de expresión implica perder la estabilidad personal. Las formas de expresarlas son incontables: personas irritables, susceptibles, que todo lo hacen broma, que se limitan al hablar, personas que hablan mucho, se quejan, critican, justifican, entre otras”, explica Salgado.

Al existir esa conexión entre el cuerpo y la mente es importante detectar el origen de las afecciones que sufrimos para poder tratarlas de la forma correcta.

“La vida misma es expresión de lo que tenemos acumulado. Hay muchas enfermedades asociadas con una raíz emocional y preferimos tomarnos una medicina o incluso someternos a una cirugía para evitar estos temas porque la mayoría piensa que eso es mostrarse vulnerable. Nos es más fácil decirle a alguien que si le duele la cabeza se tome una pastilla, a escucharla y darle un consejo cuando le duele el corazón”, concluye la especialista.

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