¿Usted viviría con menos de cuatro dólares al día? En Nicaragua lo hace el 37 por ciento de la población. O sea, más de 2.2 millones de nicaragüenses -de acuerdo con un reciente estudio del Banco Mundial (BM)- son los “olvidados” en pobreza crónica, categoría que se define como aquella en que las personas nunca tuvieron la oportunidad real de acceder a una educación de calidad que les permitiera optar por un buen empleo.
El índice de Nicaragua es el tercero más alto en Latinoamérica y el Caribe, únicamente superado por Honduras y Guatemala con 41.5 y 50 por ciento de pobreza crónica, respectivamente. Pero con estos datos las tres naciones evidencian que poco han avanzado en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, pese al crecimiento económico de los últimos años.
Los datos del informe Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe, son del período 2004-2012.
A nivel regional, uno de cada cinco latinoamericanos o alrededor de 130 millones de personas no han conocido nada distinto a la pobreza, subsistiendo con menos de cuatro dólares al día a lo largo de sus vidas, expone el estudio.
La oficina del Banco Mundial en Managua explicó a LA PRENSA que las estadísticas de Nicaragua son actualizadas a 2012 por la Base de Datos Socioeconómicos para América Latina y el Caribe (Sedlac), un proyecto del organismo con la Universidad Argentina de Mar del Plata, “que utiliza cifras de las encuestas de hogar oficiales que son ajustadas para permitir la comparabilidad regional”.
Conforme con el resultado del informe, serían más de 2.2 millones de nicaragüenses “olvidados” en la pobreza crónica, teniendo en cuenta que la población total es de 6.2 millones, de acuerdo con el Banco Central de Nicaragua.
Jorge Familiar, vicepresidente del BM para la región, dice que la pobreza “existe y persiste debido a limitaciones tanto dentro como fuera del hogar, desde la falta de motivación y destrezas adecuadas hasta la falta de servicios básicos, como agua potable”.
El estudio no ofrece información sobre avance o retroceso en los índices de pobreza general y de indigencia por países en el período evaluado. El organismo se centra en analizar más de cerca a los pobres crónicos y “cómo las políticas y el modo de pensar tendrán que cambiar para poder asistirlos de manera más efectiva”.
En el Plan Nacional de Desarrollo Humano 2012-2016 -que el Gobierno de Nicaragua no actualiza desde 2009- la pobreza general era de 42.5 por ciento, un avance de 5.8 puntos comparada con el 2005.
INVERTIR EN EDUCACIÓN
“No hay una sola solución para estos problemas, pero en términos generales el crecimiento económico es la forma de cómo se puede sacar a la gente de la pobreza”, afirma Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).
Los últimos cuatro años la economía de Nicaragua ha crecido en promedio 4.9 por ciento anual. Aunque el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacan el resultado, ambos insisten al Gobierno destinar más recursos al sector educación para elevar la calidad de los profesionales y con ello la productividad laboral.
Lo mismo reitera Funides. Chamorro explica que las oportunidades de trabajo que proporcionen mejores ingresos es la mejor fórmula para provocar un rápido descenso de los bolsones de personas estancadas en la pobreza.
“¿Qué tenés que hacer para que esta gente tenga esos empleos? Debés darles herramientas para poder desempeñarse en el mercado laboral y esas herramientas son salud y educación”, declara.
Chamorro explica que muchas de las personas en pobreza “sufrieron de desnutrición en edad temprana y arrastran problemas de aprendizaje y destrezas”.
Considera propicio que se revisen las políticas del combate a la pobreza, a fin de determinar los elementos que funcionan y aquellos que deben reforzarse.
Chamorro insiste en que hay que preguntarse “qué tantos recursos económicos como país le estamos dedicando a la inversión en educación y a todas las políticas para reducir la pobreza”.
CRECIMIENTO LENTO, RIESGO
El Banco Mundial advierte a los países que al ser menor el crecimiento económico esperado para los próximos años, la capacidad de generación de empleos se reduce y con ello se fuga la oportunidad de sacar de la pobreza crónica a esos millones de latinoamericanos.
El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) regional se redujo desde un seis por ciento en 2010 al 0.8 por ciento estimado para 2014, por el BM.
“En otras palabras, apoyar a los individuos es necesario aunque no suficiente. También es crucial contar con un contexto propicio que proporcione servicios adecuados. Por lo tanto las políticas sociales y el desarrollo regional deben ir de la mano”, afirma Familiar.
PESIMISMO EN SALIR DE POBRES
Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina, resalta que las aspiraciones y el estado mental abatidos de los pobres crónicos pueden ser una importante barrera para “su inserción en el proceso de movilidad ascendente”, es decir, para mejorar su situación.
“Esto conduce a un círculo vicioso de la pobreza”, sostiene el informe Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe, del período 2004-2012.
Al ser Guatemala, Honduras y Nicaragua los países con las tasas de pobreza crónica más elevadas de la región, se encuentran también entre los países con los niveles más bajos de expectativas positivas para el futuro.
Los datos sobre Nicaragua indican que alrededor del cincuenta por ciento de la población en pobreza crónica tiene muy poca expectativa de mejorar, porque es más pesimista con respecto a sus perspectivas económicas.
El BM llama la atención a los gobiernos a que “además de enfocarse en acceso a servicios básicos y buenos puestos de trabajo, las políticas también deben tener en cuenta las verdaderas barreras sociales y aspiracionales que los pobres crónicos enfrentan”.
Se concluye que si no se aborda de esta manera “será muy fácil” que los más vulnerables sean ignorados por las redes de protección social, independientemente de lo bien enfocados que estén los programas de combate a la pobreza.
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