Hace casi dos meses los miembros de la Coalición Nacional por la Democracia hicimos pública nuestra demanda de cambios en el sistema electoral, en un documento que llamamos Propuesta Urgente para Devolver a los Nicaragüenses el Derecho a Elegir. Más recientemente, cuando se convocó a llenar la vacante de un magistrado, el Consejo Supremo Electoral (CSE), nuestra bancada propuso dos candidatos idóneos para el cargo.
Muchos se han preguntado ¿por qué esa insistencia del PLI en proponer un magistrado en un poder electoral desacreditado? ¿Por qué esa insistencia en exigir elecciones libres? ¿Por qué no aceptan de una vez por todas que no habrá más elecciones y se enfocan en otros temas?
Y nuestra respuesta es que las elecciones libres son el fundamento de la democracia y la principal garantía de libertad para los ciudadanos. Cuando un pueblo no puede elegir a sus gobernantes, la libertad deja de ser un derecho y se convierte en una dádiva otorgada a voluntad por quien ejerce el poder. En pocas palabras, la falta de elecciones libres genera dictaduras y, más temprano que tarde, a cada ciudadano le va tocando su turno de sufrir en carne propia las consecuencias.
Por eso, desde el fraude electoral de 2008, nos hemos comprometido en una lucha por elecciones libres. ¡Y esta causa es irrenunciable para nosotros como liberales, como demócratas y como ciudadanos!
Nos hemos mantenido firmes y hemos sido coherentes en nuestras acciones, a pesar de que muchos nicaragüenses todavía no le dan a este tema la importancia debida y algunos hasta llegan a creer que mientras no estén amenazados sus negocios ni se altere su vida cotidiana todo está bien.
Haber propuesto candidatos es coherente con nuestra posición de abril de 2014, cuando la aplanadora oficial eligió a los actuales magistrados electorales. En ese momento rechazamos la reelección de quienes se burlaron de la voluntad popular y propusimos personas honestas y capaces de enrumbar al poder electoral hacia la recuperación de la legitimidad, la decencia y la credibilidad. El oficialismo desoyó, entonces el clamor de la nación. Hoy surge una nueva oportunidad de que den un paso, aunque sea pequeño, en la dirección correcta.
Hemos postulado a dos candidatos con experiencia y un probado compromiso con la democracia. Ambos han levantado la voz para denunciar y probar las acciones fraudulentas del CSE. Ambos saben muy bien lo que debe hacerse para garantizar que los ciudadanos puedan no solamente ir a votar sino también elegir. Quizá por eso han generado tanta resistencia entre quienes, amparados en el poder absoluto, creen tener derecho de imponer a quien les plazca.
Haber propuesto candidatos es coherente con nuestra posición de abril de 2014, cuando la aplanadora oficial eligió a los actuales magistrados electorales. En ese momento rechazamos la reelección de quienes se burlaron de la voluntad popular y propusimos personas honestas y capaces de enrumbar al poder electoral hacia la recuperación de la legitimidad y la decencia.
Algunos dirán que de nada sirve luchar porque “una golondrina no hace verano”, y es cierto, porque el verano llega cuando miles de golondrinas se juntan. Pero todo empieza con una, que en condiciones difíciles cuando todavía no era verano, se atrevió a dar un paso adelante. Por eso quienes hemos asumido responsabilidades en política, tenemos el deber de trabajar en condiciones adversas para impulsar los cambios, sin esperar que estos se produzcan milagrosamente.
Si se nombra a un magistrado honesto en el CSE se estaría dando un paso en la dirección correcta, pero eso no basta para superar la voluntad institucional de fraude. Las protestas y propuestas de los ciudadanos y los diputados de la Bancada del PLI, no han sido solamente un llamado a la conciencia nacional, sino que han obligado al CSE a hacer algunas mejoras en el proceso de cedulación, desde la prórroga en la validez de las cédulas, hasta la próxima apertura de las oficinas de cedulación en todos los municipios. Debemos mantener e incrementar la demanda ciudadana por respeto a las leyes, elecciones libres y cédulas para todos, porque no hay gobierno que pueda desoír indefinidamente los justos reclamos de un pueblo.
En el PLI estamos convencidos de que debemos agotar todos los espacios y formas de lucha cívica, para evitarle a Nicaragua entrar en el ciclo de dictaduras y revoluciones que ha marcado nuestra historia. Y creemos que debe buscarse la evolución en vez de la revolución, no solamente por la destrucción que conlleva, sino porque quienes llegan al poder por la violencia terminan convirtiéndose en dictadores, a veces peores que los derrocados.
La vocación del orteguismo es la dictadura, la de nosotros en el PLI es la libertad y la democracia que nacen de la voluntad popular. Nosotros hemos hecho lo correcto para Nicaragua y lo vamos a seguir haciendo. Ahora la llave para abrir la puerta de la legitimidad del sistema electoral está en las manos de Daniel Ortega, pero en sus manos está también la llave para abrir la puerta de la confrontación, para cometer el mismo error que han cometido tantos dictadores, desde Somoza hasta Kadafi, quienes por codicia y falta de visión llevaron a sus pueblos al abismo de la violencia y al final también fueron víctimas de ella.
Nuestra propuesta de candidatos para el CSE permitirá saber de una vez qué es lo que quiere hacer Daniel Ortega: si va a continuar por el sendero dictatorial que está llevando al país al borde del precipicio o va a permitir enrumbarnos por el camino de la institucionalidad y la democracia. Hoy todos los nicaragüenses sabremos la respuesta.
El autor es presidente Nacional del PLI y vicepresidente de la Internacional Liberal
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