Al tomador consuetudinario, Moisés Junior Gutiérrez, lo daban por muerto porque estaba inmóvil y por su olor a descomposición.
Unos pobladores de Sabana Grande, al ver “el cadáver” del hombre de 35 años, tirado en un zona montosa, llamaron a la Policía y Cruz Roja. Al llegar al sitio, los oficiales descubrieron que el hombre estaba vivo, pero como llegaron en motocicleta al lugar, esperaron a que la Cruz Roja se encargara del traslado.
Pero al llegar la ambulancia de los rescatistas confirmaron que el hombre sufría de hepatitis y tuberculosis; además estaba defecado, orinado y olía como que estuviera en “estado de descomposición”. Los rescatistas consideraron que contaminaría la ambulancia y solicitaron a la Policía que lo trasladara.
Los agentes dijeron que en la Subdelegación Siete solo tienen una camioneta y por seguridad optaron por tampoco hacerlo.
Cuando buscaban una solución al problema, apareció un vecino y se ofreció a trasladarlo, pero al sentir que Gutiérrez “olía a muerto” adujo que su vehículo no prestaba las condiciones y no lo llevó.
Finalmente la Cruz Roja en una de sus camionetas lo trasladó en la tina al Hospital Alemán, donde a regañadientes fue internado y confinado a un lugar aparte, alejado por seguridad e higiene del resto de pacientes.
Ver en la versión impresa las páginas: 2 A