La revolución industrial fue el avance que más colaboró con la democratización de la moda. Este concepto tiene actualmente un alcance que no solo se refiere a que las mayorías, sin importar su sexo, tengan la oportunidad de vestir los diseños propuestos como punta de la moda en cada temporada, aunque estos sean copiados.
Es así como la mujer deja de ser la única que toma prendas del armario masculino adaptándolas a su tipología e incluyéndolas al suyo, ya que el hombre también abre puertas a nuevas formas de proyectar su estilo tomando prendas llevadas hasta ahora por ellas.
En términos de diseño, el hombre toma de la mujer prendas de cortes minimalistas con líneas simples y estampados diferentes a los clásicos de caballero.
También otras prendas, como el blazer en cortes rectos, con estampados abstractos, texturas y hasta aplicaciones, tejidos más livianos y colores neutros u oscuros elegantes. Un pantalón de cortes rectos y sin curvas, camisas tipo clásica ejecutiva o las más informales camisetas. También los bolsos y algunos diseños de calzados masculinos comienzan a utilizar detalles antes no pensados como aplicaciones, brillos, tachuelas, estampados y texturas. Todas estas son prendas que ya las están incluyendo y no solo los más jóvenes.
Esta percepción de la diferencia que debe haber entre tipos de ropa según el sexo ha cambiado para los Millenials (generaciones nacidas desde el 80 hasta el 2000). Los últimos eventos de la moda reflejan esta identificación de nuevos gustos por parte de los cazadores de tendencias o cool hunters y lo hemos descubierto en las ultimas colecciones de diseñadores tan reconocidos como Gucci, Givenchy, Saint Laurent, Prada, Chanel, Georgio Armani, Dolce & Gabanna, entre otros.
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