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Darío y la Generación del 98

Las relaciones de Rubén Darío con la España de 1898, y particularmente con la llamada Generación del 98, es uno de los temas que más interés despierta a la crítica literaria, a los biógrafos y estudiosos darianos.

Las relaciones de Rubén Darío con la España de 1898, y particularmente con la llamada Generación del 98, es uno de los temas que más interés despierta a la crítica literaria, a los biógrafos y estudiosos darianos.

El tema incluye el polémico aspecto de las relaciones entre la Generación del 98 y el Modernismo, debate que pareciera extenderse hasta nuestros días. En primer lugar, quizás corresponda definir qué se entiende, en literatura, por “generación”. ¿Existen, realmente, las “generaciones literarias”? Si la respuesta es positiva, ¿cuáles son los elementos que caracterizan a la llamada Generación del 98?

En la síntesis que nos ofrece Juan Chabás, las condiciones que deben darse en los hombres que integran una generación serían las siguientes: a) nacimientos en torno a una fecha (época o “zona de fechas”, según Ortega y Gasset); b) coincidencia de elementos formativos; c) contorno social similar; d) “experiencia generacional”: el “Desastre del 98” para la generación del 98, el centenario de Góngora para la del 27; e) caudillaje (en toda generación se da una figura principal); f) lenguaje generacional; y g) parálisis de la generación anterior, frente a la cual precisamente se perfila la nueva generación.

Chabás se pregunta si estas características se dan en la Generación del 98 y su tiempo. Su respuesta es positiva: “La Generación del 98 es un complejo espiritual unitario, que irrumpe en la vida española en la misma fecha, señalada catastróficamente por la pérdida de las colonias, por un gran desastre de la política española borbónica. Los principales escritores de esa generación tienen preocupaciones comunes y una formación cultural semejante.

Fue durante su viaje a España en 1898 que Darío estrechó sus relaciones literarias con los jóvenes escritores que más tarde serían reconocidos como la Generación del 98. Cabe, sin embargo advertir que, por ese entonces, nadie hablaba de la Generación del 98, expresión que comenzó a utilizarse hasta quince años después, a raíz de los cuatro artículos de Azorín sobre la Generación del 98 publicados en el ABC de Madrid.

Si bien la influencia de Rubén sobre las letras españolas podríamos decir que se inicia desde su primer viaje a España con el poema Pórtico que escribió para que sirviera de prólogo al poemario En tropel de su amigo Salvador Rueda, fue en este su segundo viaje cuando su influencia se hizo sentir de una manera definitiva. Para entonces, Rubén ya ha publicado Azul… , Los Raros y Prosas Profanas . Su condición de jefe del Movimiento Modernista hispanoamericano nadie la discute. Es con estas credenciales que desembarca en Barcelona el 22 de diciembre de 1898. El primero de enero de 1899 ya está en Madrid, dispuesto a reflejar en sus tres crónicas mensuales para La Nación de Buenos Aires la situación de la España del 98, en todos sus aspectos, crónicas que luego Darío recogió en su libro España contemporánea .

La Generación del 98 y el Modernismo son dos movimientos literarios estrechamente vinculados. Sin embargo, la relación entre ambos ha sido objeto de una prolongada discusión.

Pedro Salinas sostiene que si bien ambos movimientos nacen de una misma actitud: la insatisfacción con el estado de la literatura en aquella época y la tendencia a rebelarse contra las estéticas imperantes, hay una diferencia de propósitos y tono. El modernismo hispanoamericano, dice, buscaba la transformación del lenguaje poético y de su arsenal expresivo. El propósito de la Generación del 98 no era simplemente esteticista, sino más general: “Aspiraba a conmover hasta sus cimientos la conciencia nacional, llegando hasta las mismas raíces de la vida espiritual”, en busca de “la verdad de España”.

En conclusión, creo que el Modernismo influyó decisivamente, gracias en particular a Darío, en los hombres del 98. Cuando el movimiento se amaneró, vicio que el propio Rubén denunció, los escritores del 98 buscaron nuevas formas “de hondura y significación espirituales”, pero sin renunciar a los mejores aciertos del movimiento. Modernismo y Generación del 98 no fueron, entonces, fenómenos opuestos o tendencias antagónicas, a como nos lo presenta Díaz-Plaja en su ensayo “Modernismo frente a 98”, sino dos manifestaciones literarias que compartieron un afán común de renovación y cambio.

El autor es jurista y escritor.

Columna del día columna Darío Opinion archivo

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