Desde los primeros inicios la humanidad se ha mostrado vulnerable a los efectos del clima, estando claros que nuestra Madre Tierra ha estado en constante cambio climático ininterrumpido desde su creación, con la alarma que en los últimos cien años el hombre ha acelerado los cambios en el clima de manera irreflexiva y que en la actualidad los fenómenos naturales y antropológicos amenazan de manera permanente a las urbes, los gobiernos locales, las empresas e instituciones y los ciudadanos debemos estar preparados para los distintos eventos que se puedan presentar.
En el proceso de promover el desarrollo sostenible es fundamental que se incluyan los elementos de reducción del riesgo, la adaptación al cambio climático y el enfoque de medios de vida, que permitan considerar los tipos de amenazas a las cuales se encuentra expuesta una ciudad, desde aquellas de origen natural hasta las creadas por el hombre, determinantes para el desarrollo o estancamiento; como las políticas de gobierno poco favorables y estilo de gobernabilidad con falta de visión y carente de voluntad para la inclusión de estos temas.
Los gobiernos nacionales y locales deben apostar por ciudades resilientes, entendiéndose estas como ciudades con la capacidad de soportar eventos adversos como fenómenos naturales, choques, tendencias, estacionalidades y restablecerse de manera adaptada al funcionamiento cotidiano.
La resiliencia urbana enfoca varios aspectos torales de una ciudad, desde su plan de ordenamiento territorial para el desarrollo y dinámica poblacional, hasta la inclusión de la resiliencia social que contempla la preparación de las zonas urbanas que muy bien lo ejecutan los proyectos de protección civil. La cohesión entre planeación y aplicación es vital en un contexto de amenazas cada vez más extraordinario; una ciudad creciendo de manera planificada, formulando y ejecutando sus planes de reducción del riesgo y adaptación enfocado en crear las bases para la resistencia de los impactos y los mecanismos y capacidades de afrontamiento y pronta respuesta; es una ciudad con características resilientes.
Las bases para resistir los impactos estarán creadas en la preparación de los ciudadanos, su formación y equipamiento, a su vez en la coordinación con los organismos e instituciones encargadas del preparativo. Las instituciones del Estado debidamente preparadas para formar y equipar a los ciudadanos antes del evento, sea que este se presente o no, elaborar y simular con ellos los planes de contingencia y respuesta, todo esto como un elemento de la resiliencia social.
Otro elemento de la resiliencia urbana es la superestructura jurídica, donde se establecen las bases para una planificación respetuosa del ambiente, combinado con la construcción de ciudades utilizando diseños y materiales adecuados con la finalidad de preservar la vida humana y contrarrestar el daño previsible. Una infraestructura amigable al ambiente y al ser humano contempla una nueva filosofía de las metrópolis modernas.
Para llevar a cabo la recuperación en las distintas fases de un evento, desde la emergencia hasta el desarrollo, esta debe estar cimentada en intervenciones con enfoque de medios de vida. Estas intervenciones propiciaran el alivio del sufrimiento de las personas y el restablecimiento de las estrategias de medios de vida, conocidas como las estrategias de ingresos. Una de las ventajas de este enfoque es implementar planes de protección y fortalecimiento de los medios de vida antes del evento. Una familia con capacidad de recuperar sus medios de vida es una familia resiliente, lo que hace barrios y ciudades resilientes.
El autor es economista y abogado.
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