PODEROSO CABALLERO
Augusto C. Sandino no pidió más que “un palmo de tierra para su sepultura” y ni eso le dieron. Rubén Darío murió en la lipidia. Ninguno de ellos fue millonario. Nunca tuvieron petrodólares. No podrían pagar para que les levantaran gigantescas imágenes en las rotondas o que se les venerara como dioses en ningún país. No le regalaron empresas a ningún gobernante. No hicieron millonarios a nadie. A la par de Darío o Sandino, sin embargo, Hugo Chávez es un pigmeo en términos históricos. Pero, además de grandes, Darío y Sandino, son nuestros. Entonces, ¿cómo se explica que el actual Gobierno de Nicaragua se haya empeñado todos estos años en enaltecer más la figura del venezolano que la de estos prohombres nicaragüenses? Solo el dinero lo explica. Poderoso caballero.
COREA DEL NORTE
Ojalá no se le ocurra al loco presidente de Corea del Norte patrocinar a la pareja presidencial, porque, si algo tienen, es que son bien agradecidos con sus mecenas y ahí nomás veríamos una rotonda Kim Jong-un con su respectiva gigantografía, tal vez un parque Corea del Norte, películas de las fantasiosas victorias de Corea contra el imperialismo norteamericano pasando por el canal oficial de TV y, por supuesto, los murales norcoreanos en las escuelas. Y yo creo que tanto Daniel Ortega como doña Rosario Murillo tienen derecho a admirar a quien quieran y ser agradecidos con quien les dé la gana, pero no pueden estar usando al Estado para mostrar sus afectos, dejando en segundo plano a nuestros héroes o próceres.
CARAMBOLA
Esta semana apareció un muchacho denunciando que lo han amenazado por imitar a doña Rosario Murillo. Vi un video y me pareció una imitación más bien realista. La vestimenta. Los gestos. Los collares, pulseras y anillos. La voz. Cierto, el discurso lo trastocaba, porque así es el humor, y obviamente lo hace desde una opinión política. Sin embargo, me llamó la atención que los simpatizantes del gobierno comenzaron a quejarse de “falta de respeto”. Que hay que respetar a Murillo “como primera dama” y “como mujer”. Nunca vi esa indignación con personajes más caricaturizados por imitadores como Tomás Borge, Daniel Ortega, Arnoldo Alemán o doña Violeta Barrios. Además, insisto, la imitación era más bien realista. Doña Rosario no necesita mucha caricaturización. Entonces entendí que quienes estaban criticando agriamente al imitador, en realidad lo están haciendo, tal vez inconscientemente, a la forma de vestirse y expresarse de doña Rosario Murillo, solo que no se atreven a hacerlo directamente y por eso lo hacen de carambola. Podría doña Rosario presentarse tal cual es a un concurso de dobles de ella misma y ellos igual se sentirían indignados. Así son ellos.
EL MAGNÁNIMO
He oído diversas razones por las que Daniel Ortega debería este año permitir la observación electoral y contar más o menos de forma transparente los votos. Algunos dicen que lo debería hacer “porque la tiene ganada y eso le daría legitimidad” y le “quitaría a la derecha el argumento del fraude”. Otros lo recomiendan como un gesto de “lavarse la cara” en un contexto mundial hostil a regímenes populistas autoritarios como el de Ortega y otros para garantizar un país estable y evitar un final forzado que ponga en peligro los negocios que el propio Ortega ha amasado. Todos son buenos consejos, pero resulta particularmente triste que hayamos llegado al punto de que el futuro del país depende de la graciosa voluntad de un hombre y no de las leyes que lo deberían gobernar.
PAÍS SANO
En resumen: si este fuese un país sano, usted y yo veríamos una figura de Rubén Darío tan grande como la de Chávez en alguna rotonda o plaza y nadie estaría proponiendo a su amigote de andanzas en los últimos años como prócer de la nación. Si esta fuese una sociedad con buena salud, a nadie se le amenazaría por imitar o caricaturizar a un personaje público, incluso los mismos funcionarios del Gobierno podrían criticar con libertad los gestos, vestimentas o acciones de los gobernantes, porque la crítica al Gobierno no es patrimonio de la oposición, sino de los ciudadanos. Y por sobre todas las cosas, si este fuese un país normal, no tendríamos que pedirle a ningún gobernante que nos haga el favor de hacer lo que por Ley está obligado a hacer, so pena de castigo si no lo hace.