Hemos conocido a través de fuentes noticiosas, la información sobre el presunto envío de 20 tanques T-72BI hacia Nicaragua, como parte de la asistencia militar rusa a nuestro país. Este medio de combate posee un cañón de 105 mm, un sólido blindaje contra medios antitanques y minas, y una autonomía de rodamiento de 700 km y otros componentes para el combate en circunstancias complejas. El T-72BI desarrolla sus mejores potencialidades en territorios llanos como los del Pacífico de Nicaragua; teniendo menor utilidad en terrenos montañosos. Dicho envío supuestamente forma parte de un lote de 50 de estos medios que vendrían a renovar el componente principal de las fuerzas blindadas del Ejército de Nicaragua. Los tanques serían parte integrante de un paquete mayor de asistencia militar de 80 millones de dólares que es el monto conocido hasta ahora.
La asistencia total —por ahora— contempla también el suministro de 12 sistemas de defensa antiaérea ZU-23-2, adquiridos en el año 2014, un lote de vehículos blindados GAZ 2330 TIGR en 2012 y dos helicópteros MI-17V-5 en 2009. También se habla de un encargo que Nicaragua hizo a Rusia de cuatro lanchas patrulleras 14310 MIRAZH en 2013 y de dos lanchas coheteras 1241.8 MOLNIA.
En el marco de las relaciones entre el Ministerio de Defensa ruso y el Ejército de Nicaragua, se ha hablado de las posibilidades de que aviones de entrenamiento y apoyo táctico YAK-130 sean suministrados a la fuerza aérea de nuestro país. También forma parte de esta ayuda el futuro suministro de un sistema de radares de mediano alcance.
Desde mi punto de vista parece razonable la adquisición de algunos de estos medios navales y aéreos, para tener mejores posibilidades de defensa ante las nuevas amenazas; con excepción de los tanques mencionados.
En la actualidad las fuerzas armadas nicaragüenses poseen una brigada blindada compuesta por carros de transporte de tropas, medios de defensa antiaérea, artillería de grueso y mediano calibre, artillería reactiva y los tanques T-54 y T-55 adquiridos a principios de la década de los ochenta, de fabricación soviética.
Los tanques pesados constituyen lo que se conoce como el puño de acero de un ejército; son medios de carácter ofensivo que forman parte de unidades militares mayores para aniquilar las defensas y los medios de combate enemigos y posibilitar así la conquista de importantes objetivos.
Cuando a principios de los años ochenta íbamos a adquirir los T-55, el comandante en jefe de la revolución cubana, Fidel Castro, recomendó a la Dirección Nacional del FSLN, no hacerlo, ya que en el marco de la guerra civil en ascenso y del conflicto este-oeste, los Estados Unidos (EE.UU.) podrían llegar a considerar que este tipo de armamento significaría un peligro para sus intereses en la región.
Toda una noche pasó Fidel tratando de persuadir a los emisarios de la dirigencia revolucionaria nicaragüense sin haberlo conseguido.
Ahora, con la adquisición de este exagerado número de tanques —que se sumarían a los más de cincuenta T-55 ya existentes— y sin estar el país en guerra ni peligro inminente de tenerla con ninguno de sus vecinos, con los cuales está más bien obligado a integrarse, no le encuentro ningún sentido o justificación razonable adquirir dichos medios de combate.
Después de la firma de los Acuerdos de Paz y la culminación de los conflictos armados en Centroamérica, se acuñó el concepto de Balance Razonable de Fuerzas como un mecanismo para tratar de establecer equivalencias entre los distintos componentes de las fuerzas armadas de cada uno de ellos; de tal forma que ninguno tuviera superioridad militar sobre los otros. Se redujeron considerablemente las fuerzas armadas y no se adquirió armamentos que pudiesen ser considerados como amenazantes para la seguridad de los vecinos y atentatorios contra el marco de confianza que se necesitaba fortalecer.
Mucho me temo que la adquisición de estos tanques pueda llegar a servir de pretexto para que las fuerzas armadas de cada país centroamericano, reclamen a sus gobiernos mayores presupuestos para la adquisición de nuevos armamentos; comenzando así una peligrosa escalada armamentista que negaría nuestras realidades, donde la mayoría de nuestros ciudadanos viven en condiciones de pobreza y pobreza extrema y que atentaría contra el marco de confianza construido hasta ahora.
Entonces, si desde el punto de vista de la defensa no encontramos razones para tal adquisición ¿cuál es el propósito u objetivo oculto de la misma? ¿Es meternos de nuevo en las contradicciones geopolíticas de Rusia y EE. UU.? ¡Sería demasiada irresponsabilidad!
El autor es general retirado, diputado al parlacen.