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COP23

Nicaragua insiste en la necesidad que los países desarrollados reconozcan el impacto que el cambio climático ha causado en los países en desarrollo. LA PRENSA/ L. VILLAGRA

Salvadores del medioambiente

¿Quién dijo que todo está perdido para el medioambiente en este país? En contracorriente algunos intentan rescatar fuentes de agua, cuidar bosques, recuperar suelos y alimentarse sin dañar la Madre Tierra.

Con orgullo lo dice varias veces Franck Tondeur: “En 26 años no ha caído ni una gota de agroquímicos en este suelo”. Incluso, ha preferido perder cultivos, asediados por plagas y sequías, antes de aplicar herbicidas en algún palmo de la propiedad que compró Tondeur en Condega hace 26 años, adonde apenas llegó y sembró unas caobas, de las que le decían que moriría antes de verlas crecer y ahora están tan altas que encabezan el primero de los cuatro pisos, de lo que él llama un “bosque comestible”, que está plantado en un área pequeña donde cunde la sombra gracias a este árbol de madera preciosa que sirve de paraguas a otras plantas que crecen allí, como plátano, banano, café y algunas medicinales como romero, orégano, que constituyen los primeros pisos de ese “bosque comestible” que crece a ritmos distintos y que le dejan alimentos y medicinas.

El bosque comestible no es lo único que Tondeur siembra y cosecha en la finca de manzana y media que bautizó con la palabra náhuatl Gualcas, que según explica, significa “un lugar sano, un lugar agradable y un lugar donde se vive bonito”.

En esa finca, donde solo encontró plantados seis árboles y que su anterior propietario vendió porque no era productiva, Tondeur ha designado un área de 240 metros cuadrados para sembrar distintas hortalizas y tubérculos que le producen en distintas épocas del año. Algunas le generan varias cosechas en un año.

Le llaman agricultura biointensiva y en Tondeur en Nicaragua es de los pocos que se ha tomado en serio la recuperación de los suelos a través de la producción de abono orgánico (compostera) y la producción saludable de sus propios alimentos con poca tierra. Esta agricultura orgánica es una producción a pequeña escala, un método que podrían aplicar cientos de pequeños productores en el país, considera Tondeur, nicaragüense de origen congolés belga.

Tondeur enseña las chiltomas de su huerto. Son pequeñas, del tamaño del fruto del chile cabro. Es probable que en el mercado las consideren pequeñas para comercializarlas, pero Tondeur no las cambia por nada. Son aromáticas y con mucho mejor gusto que las otras, explica este hombre que es agrónomo de profesión. Y lo mismo pasa con los tomates que han salido de su huerta y que tiene en un estante de la cocina. Son pequeños y amarillos, pero basta un mordisco para que brote el jugo y el sabor.

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Del Macizo de Peñas Blancas nacen cascadas y distintos ríos, entre ellos El Cuá, el Bocay, el Bijao y el Yaoska; a pesar de su importancia hay amenazas constantes de grandes productores. LA PRENSA/L. VILLAGRA

“Aquí solo había seis árboles”, dice Tondeur al evocar la época en que compró la finca. En este momento, enseña la cama de tallos de cebollas que espera cosechar.

En ese rectángulo (cama) de tierra abonada, de 24 metros, pretende recoger una cosecha de 1,400 cebollas. Exagerando, dice que el consumo de su casa, puede llegar a ser de 200 cebollas al mes, porque de allí mismo abastece un negocio local que tiene sobre la Carretera Panamericana que lleva el nombre de la misma.

En esta manzana y media Tondeur cuenta 217 plantas. Desde un romero, albahaca, orégano, cebolla, cítricos, cúrcuma hasta árboles de caoba y aguacates. Dice que pronto sembrará ojoche porque es un gran alimento y que le faltan algunos frutales. Y al menos 204 son plantas que crecen en los alrededores. Él ha encontrado muchas semillas caminando por las fincas, preguntando qué es, consiguiendo la semilla y luego plantándola.

Él quiere sembrar nuevas semillas, por lo menos alcanzar 500 variedades de plantas entre medicinales, alimento y de sombra. Para él “eso es lo bonito, siempre hay algo por descubrir”.

Tondeur dice que a pesar de la sequía aquí “estamos en la gloria” porque todavía cae suficiente agua para recuperar los suelos. Este método de cultivo biointensivo, con poca tierra, se implementa con éxito en tierras que estaban erosionadas en México.

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Con su finca como ejemplo, Tondeur insiste que con un huerto así diversificado se garantiza alimentos en distintos momentos del año. De lo que se trata, explica, es de regresar a las milpas de antes, a las que alguna vez tuvieron los abuelos, en las que se sembraba y se aprovechaba todo. Señala que más que inversión económica, este tipo de agricultura requiere mucho trabajo y que el campesino tradicional ya lo hace, pero también requiere pensar en qué y cómo producir, en qué uso darle a la tierra. Es una agricultura que alimenta al ser humano pero también a la misma tierra. Por ejemplo, las hojas que botan los árboles más altos en su diminuto bosque comestible, se aprovechan como abono y mantiene la humedad en otras plantas. Tondeur dice que todo se aprovecha, todo es necesario.

Ser campesino es algo maravilloso. Consumís productos sanos, vivís en calma. La única manera de consumir productos sanos es cultivarlos uno mismo, pero la situación actual hace que el campesino viva muy mal”.

Franck Tondeur, propietario de la finca Gualca en Condega, productor de alimentos sanos.

Otra ventaja es que se ahorra agua. La mayoría de estas camas de hortalizas y tubérculos se riegan por goteo.
Y la fertilidad que logran los suelos con el abono orgánico permite retener el agua de lluvia durante este período. Eso disminuye aún más la necesidad de riego, explica Tondeur, quien insiste en que vivir de la tierra es algo maravilloso porque da alimento.

“ABEJA MÁS BOSQUE IGUAL A AGUA”

Otra experiencia a favor de la natureleza sucede en otra región del norte del país.

En un caserío que está sobre la carretera a Waslala, desde donde se contempla en todo su esplendor el Macizo de Peñas Blancas, la primera de las seis áreas protegidas que conforman Bosawas, pero también los parches sin árboles, pedazos de tierra que se rasuran para cultivar frijoles y maíz y ganado.

Si los vehículos se detienen se oye las voces de los pájaros y las chicharras mudando. En este lugar, donde la frontera agrícola no deja de avanzar, se mantiene una tercia entre los que llegan a despalar, quemar y abrir potreros y los que quieren conservar el bosque y cultivar sin afectar el medioambiente.

Aristides Orozco, de 36 años, vive en la comunidad Carpa Uno, sector El Comején y en su propiedad mantiene un área de bosque, con flores y frutales y otra para cultivar maíz.

En los últimos meses Orozco y otros productores de la zona han capturado abejas Melipona y las han puesto a reproducirse en colmenas que cuidan desde sus casas, y de las que obtienen miel y otros subproductos. Las abejas Melipona tienen una característica: son mansas, fáciles de atrapar, explica Orozco.

En cada caja se reproduce una colonia de abejas. Y, en un período que manejan los pequeños apicultores, recolectan más o menos medio litro de miel.

Esa miel, además de alimentar tiene características medicinales, explican estos apicultores que vienen siendo capacitados por el Centro de Entendimiento con la Naturaleza (CEN), que promueve la protección del área del Macizo de Peñas Blancas, situado en tres municipios de Jinotega y Matagalpa.

“Empezamos con unas pocas colmenas, pero nos gustó mucho” porque es relajante pero a la vez requiere trabajo, explica Félix Pedro Ochoa, pequeño apicultor, del caserío Colonia Agrícola Número Uno de Rancho Grande.

La experiencia que Ochoa y Orozco comparten con medio centenar de productores, es una de las respuestas que ha encontrado el CEN para promover el cuido y la relación intrínseca entre abejas, bosque y miel.

Para Ochoa es indispensable el trabajo de las abejas en el bosque. “Ella se encargan de la floración de las arboledas en el campo. Sin abejas no hay polinización, ellas polinizan, de esa manera el campo tiene mucha semilla y hay animalitos que son propagadores de semilla, como murciélagos, ardillas, la guatusa y muchos animalitos que siembran la semilla en el campo”, explica Ochoa, quien vive en esta zona de Rancho Grande desde comienzos de los noventa. Es oriundo de Pantasma, Jinotega.

Ochoa dice que cuando llegó a este sector que bordea el Macizo, había menos bosque.

“Eran potrerales. Son terrenos recuperados y pasados a bosque. Una líquida vez me incentivaron”, dice Ochoa y recuerda la influencia de algunos programas de la OEA (Organización de Estados Americanos) en la zona. Quedarse en esta tierra y plantar árboles le ha dejado muchos beneficios hasta el sol de hoy. “Soy beneficiado, tengo mucha madera. Tengo 20 ojos de agua en 20 manzanas de tierra, 10 manzanas de bosque y el resto es cultivado con maíz, café, cítricos, pejibaye”, explica este hombre que también ha aprendido sobre las cualidades medicinales de muchas plantas que crecen en su propiedad.

Nosotros nos metimos a este rollo no con el interés de tener un montón de plata, que los ingresos sean tan grandes, más que todo nosotros tenemos el blanco de proteger el medioambiente a través de las colmenas”. Félix Pedro Ochoa Aráuz, productor y protector de bosque en la comunidad de Rancho Grande.

Dice Ochoa que así como las abejas se alimentan de las flores del bosque, también llegan guardatinajas y otros animales que él tiene que proteger, a veces a punta de bala, de cazadores y taladores del bosque. En cuanto a las abejas y la miel, Ochoa dice que “generan alguna poca cosa”, pero sobre todo dice que le sirve para “relajarme un poco. Ando por ahí con mi hijo, cuido del bosque. Son animalitos que están en peligro de extinción”, dice Ochoa, quien lamenta la destrucción de la naturaleza, pero sobre todo la permisividad de las autoridades ante el desastre ambiental que afecta no sólo su caserío, sino a gran parte del país.

En una manzana y media de la finca Gualcas se concentran 216 tipos de plantas que producen alimento, medicina, que dan sombra y protegen el suelo. LA PRENSA/L. VILLAGRA
En una manzana y media de la finca Gualcas se concentran 216 tipos de plantas que producen alimento, medicina, que dan sombra y protegen el suelo. LA PRENSA/L. VILLAGRA
EL GRAN PROVEEDOR DE AGUA

Es una montaña de piedra imponente. Su cúspide de piedra con una gigante barba verde llama la atención. El Macizo de Peñas Blancas, con un área núcleo de 115.5 kilómetros cuadrados, es un gran proveedor de agua en caseríos y pueblos situados entre Jinotega y Matagalpa. Pero su conservación y restauración no han sido fáciles. En el año 2000 el Centro de Entendimiento con la Naturaleza adquirió una propiedad de 80 manzanas y en la actualidad son propietarias de 800 hectáreas. Desde entonces se han dedicado a la recuperación de bosque y conservación de las fuentes de agua. El Macizo es proveedor del agua que se bebe en el municipio de El Cuá, pero también allí nacen ríos importantes que recorren el norte del país. “Le damos agua a alrededor de 37,000 personas de El Cuá. Toman agua que no tiene ningún grado de contaminación”, dice Jairo Cruz, responsable del CEN. La Dalia también toma agua de una parte del macizo, en un sector que no maneja el CEN. La recuperación de bosque ha implicado la recuperación de fauna. El CEN ha creado una escuela de cosecha de agua que promueve prácticas saludables para la conservación de fuentes de agua y otra escuela que promueve el uso del bambú, como un protector del bosque y el agua. Al menos 16 variedades de bambú existen en el territorio del Macizo protegido por el CEN.

LA MIEL CURATIVA

En el Centro de Entendimiento con la Naturaleza (CEN) se experimenta con varias cosas: con el bambú, se promueven prácticas para cosechar el agua y se investigan los usos medicinales de la miel de abejas meliponas. Allan Bolt, director del Centro de Entendimiento con la Naturaleza, que promueve la protección del Macizo de Peñas Blancas, explica que con la miel que producen estas abejas están ensayando una medicina para curar las llagas varicosas. La red de apicultores experimentadores de meliponas también aprenden a obtener subproductos de las colmenas, como el propóleo. La producción de miel y sus derivados es una de las soluciones encontradas para promover el cuido del bosque en la zona del Macizo.

QUE VUELVA A SER VERDE

El pasado 22 de abril, Día Mundial de la Tierra, alrededor de 500 personas, entre estudiantes, maestros y algunos habitantes recorrieron las calles del municipio de Jalapa para llamar a cuidar el medioambiente, sembrar árboles y detener la contaminación de las fuentes de agua que, no solo se han secado, sino que se convirtieron en vertederos de este municipio segoviano, que está a más de 300 kilómetros de la capital. Marcela Jarquín, ingeniera agrónoma, quien fue una de las organizadoras de la caminata y del proyecto Por un Jalapa Verde, que se lanzó ese día y que a pesar de tratarse de un grupo muy pequeño —apenas siete personas—, asegura que se han propuesto reforestar y apoyar la limpieza del río Lindo, otrora fuente caudalosa de agua que pasa por Teotecacinte. Los activistas fueron a la Alcaldía de Jalapa para buscar apoyo de las autoridades, pero estas no mostraron interés y aseguraron que todos los años reforestaban. Jarquín dice que este movimiento surge por necesidad, por una obligación. Recuerda Jarquín que Jalapa no era caliente como ahora. Dice que cada vez se me parece más a Managua.

 

 

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COMENTARIOS

  1. Finca La Esperanzita
    Hace 8 años

    26 años? Felicidades. Nosotros desde 1982, 34 años … Finca La Esperanzita, Nueva Guinea, Región Autónoma Atlántico Sur, cuna de la agricultura orgáica de Nicaragua. Y no sólo hortalizas, si no acacia, achiote, aguacate, albahaca, almendro, arazá, ayote, bambú, banano, bejuco de la mujer, borojó, cacao, café robusta, caimito, canavalia, canela, caoba, carambola, castaña, cedro real, chilamate, chile congo, chile jalapeño, cidra, cocona, cortez, cúrcuma, flor de jamaica, fruta de pan, gandul, granadilla, guácimo, guanabana, guanacaste, guapinol, guava, guayaba, jackfruit (yaca), jengibre, laurel, limón castilla, limón real, mamón chino, mangosteen, manospiedra, maracuyá, melina, naranja dulce, nispero, palma de coco (nueces y palmito), papa del aire, papaya, pejibaye, pimienta brava, pimienta dulce, piña, plátano, poró, raicilla, sotocaballo, tamarindo, toronja, uña de gato, vainilla, vétiver, zacate limón y más … , como ovejas pelibuey orgánics …

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