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Adolescencia y maternidad

El término adolescencia proviene del latín, de “adolescere”, que tiene dos significados: crecer y padecer, términos que reflejan las características de este período difícil de la vida

El término adolescencia proviene del latín, de “adolescere”, que tiene dos significados: crecer y padecer, términos que reflejan las características de este período difícil de la vida, caracterizado por un rápido crecimiento físico e intelectual y por inestabilidad emocional y excitabilidad afectiva.

La adolescencia es un periodo de transición entre la niñez y la vida adulta. Se extiende entre los 11 y 20 años, iniciándose primero en las niñas, uno o dos años antes de la primera menstruación o menarquia.

En la adolescencia cambia el aspecto físico de la niña, como consecuencia de la maduración de las glándulas sexuales y de otros procesos endocrinos. Crece aceleradamente la estatura, crecen los senos, se ensanchan las caderas, aparece el vello púbico, las glándulas del sudor producen el olor característico del sexo, se desarrolla el tejido adiposo, especialmente de músculos y cadera, lo que va a dar su conformación característica a la silueta femenina.

La adolescencia marca un cambio importante en la vida de la niña, como consecuencia de la maduración sexual. Surge el interés, más o menos confesado por el otro sexo, el deseo de agradarle y llamar su atención. La afirmación de la feminidad la hace preocuparse por la gracia personal, la belleza, el encanto personal. Se preocupa por el vestido y la apariencia y puede pasar horas delante del espejo.

“La adolescencia es el periodo del fruto prohibido, una nueva vida hierve en las profundidades del alma… los impulsos nacientes como la savia de la primavera, no pueden permanecer comprimidos durante mucho tiempo. Si algún obstáculo se opone a su ascensión normal hace irrupción por alguna vía lateral” (Claparéde, Psicología del Niño y Pedagogía Experimental).

La meta del instinto sexual es la reproducción de la especie a través de la procreación de la mujer. Su fin es la sobrevivencia del ser humano. Ello explica las transformaciones biológicas de la pubertad y la presión del instinto naciente.

Biológicamente, la joven puede ser madre a edad relativamente temprana, a partir de la primera menstruación, pero no es lo más conveniente ni para la madre ni para el niño. Según los expertos, la edad más a propiedad es a partir de los 20 años, edad en que la joven ya ha completado su desarrollo físico, intelectual, emocional y está más capacitada para criar, educar al niño y asumir las responsabilidades de un nuevo hogar.

El embarazo de la adolescente a edades tempranas, se explica muchas veces por carencia de información sexual confiable. Muchos hogares establecen en torno a la educación sexual “una verdadera conspiración del silencio”. La adolescente se informa de lo sexual a través de sus amigas, las películas, la televisión, el internet, medios de comunicación que muchas veces distorsionan la verdad y acentúan aspectos depravados y violentos del sexo, marginando lo que se refiere al amor, la solidaridad y la responsabilidad. Los conocimientos falsos pueden llevar a la adolescente a decisiones que más adelante puede lamentar.

La educación sexual pasa a ser un reto que no puede eludir la escuela, especialmente en lo que se refiere al embarazo de la adolescente, sus riesgos y consecuencia. Una educación de esta naturaleza debe ser cuidadosamente planificada.

De acuerdo con mi experiencia profesional, considero que el método más efectivo es el diálogo abierto, transparente sobre el tema en el aula de clases, bajo la guía de un psicólogo orientador o docente debidamente capacitado, que induzca a los adolescentes a opinar, razonar, analizar el problema de la maternidad temprana y sus consecuencias para la adolescente, su hijo y su familia, abordando temas como los siguientes: Interrupción de los estudios y fracaso escolar, rechazo de los padres, problemas con la familia, pérdida de oportunidades profesionales futuras, discriminación y rechazo social; problemas económicos imprevistos; angustias y sentimientos de culpa. Afectación de la autoestima y riesgos en el parto, en la salud de la madre y del recién nacido.

“Educar es enseñar a pensar”. El desarrollo del juicio y de la capacidad crítica a través del diálogo esclarecedor de ideas, dando luz a la verdad (Mayeútica), pasa a ser una herramienta valiosa en el esfuerzo de lograr una maternidad responsable y feliz.

El autor es psicólogo, doctor Honoris Causa de la UNA-Managua y Orden Mariano Fiallos Gil, del Consejo Nacional de Universidades.

Columna del día adolescencia Maternidad archivo

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