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Nasere Habed López

Corrupción en maestros

En diversas oportunidades nos hemos referido a la necesidad de fortalecer la formación ética del maestro, en todos los niveles del sistema educativo, en principios, valores y normas morales de conducta, que orienten su trabajo y precisen los deberes o compromisos que debe cumplir en sus relaciones con los alumnos, los padres de familia y la comunidad en general.

La necesidad de fortalecer la ética del docente se hace cada vez más urgente y prioritaria, por la frecuencia de los casos de corrupción en el magisterio, que ha llegado al extremo de abusos, acoso y violaciones sexuales contra los discípulos.

La Ética o Filosofía Moral es “la luz de la razón que nos ilumina el camino acertado de la conducta” (Cañas-Quiroz. Ética General y Ética Profesional). La Ética es la ciencia del bien y del mal. Es el arte de la perfección humana. Su objetivo es realizar el bien y evitar el mal. Bueno es todo acto que nos induce a la perfección, nos hace ser más, nos desarrolla, nos ennoblece. Por el contrario, el mal, el vicio, es lo que nos degrada, lo que nos hace ser menos, nos envilece, nos destruye.

La crisis de valores que observamos en la sociedad nicaragüense, hace más importante y necesario, contar con maestros de probada rectitud moral, que contribuyan a través de la docencia, al rescate y fortalecimiento de los valores tradicionales del alma nicaragüense.

Debemos reconocer que la educación moral del maestro, es tan importante o más que la educación intelectual, científica o técnica, por la elevada misión que corresponde al docente, de formar ciudadanos responsables, emprendedores y honestos, con visión  humanista, que contribuya a la cultura de la vida, tan necesaria en el mundo actual, caracterizado por la violencia, la discriminación, el afán de lucro, el irrespeto a la dignidad humana, la vulgarización sexual, la drogadicción, el fanatismo y la cultura de  corrupción y  muerte.

Debemos comprender que los conocimientos científicos puede adquirirlos el estudiante por diversos medios: libros, internet y otras fuentes de información. La moral solo se aprende mediante la guía personal y consciente, de padres de familia y educadores. De allí que la profesión de maestro sea la más noble, necesaria e importante de las profesiones, por lo que merece la mayor atención y reconocimiento social.
Si promovemos la formación ética de los educadores, estaremos promoviendo como efecto necesario, la cultura ética de los estudiantes y las perspectivas de desarrollo social y económico de Nicaragua, porque donde se cultivan ideales, principios y valores morales, hay bienestar y desarrollo.

“Ninguna persona, institución, comunidad ni país progresa integralmente sin valores; de allí su importancia al contribuir al desarrollo pleno de las personas y de los pueblos” (Cecilia Motta Di Mare).

El desarrollo de la cultura ética del docente supone, en primer término, la selección cuidadosa de quienes desean estudiar la carrera de magisterio en las escuelas normales, o en las escuelas de ciencias de la educación de las universidades. Esta selección tiene por finalidad, asegurar que los candidatos o maestros reúnan los requisitos básicos de vocación, aptitud y moralidad. Se evita así que se matriculen en la carrera docente, estudiantes sin vocación y pobre rendimiento, que recurren a esta carrera por haber sido rechazados en otras opciones profesionales.

Se requiere sobre todo fortalecer la formación moral y ética de los futuros maestros, a lo largo de sus estudios profesionales y formular un código de ética docente, como instrumento de orientación y guía de la conducta del maestro en el ejercicio de su profesión y en sus relaciones humanas en el trabajo y en la vida social.

Se requiere además, revisar la escala salarial de los maestros, de modo que guarde correspondencia con la elevada función  que desempeñan en la vida nacional.

El autor es psicólogo, doctor Honoris Causa de la UNA-Managua y Orden Mariano Fiallos Gil, del Consejo Nacional de Universidades

Opinión educación Maestros archivo
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