No sabemos qué nivel podrá alcanzar el relampagueante tirador derecho J. C. Ramírez, pero es difícil permanecer indiferente ante el salto experimentado desde su aterrizaje en Anaheim.
Ramírez ha pasado de ser un muchacho lleno de dudas y actuaciones inconsistentes a través de un peregrinaje de múltiples estaciones, a un imponente relevista en los Angelinos de Los Ángeles.
“¿Con semejante talento y tú no te has establecido?”, fue la retadora pregunta de Mike Scioscia, mentor de los Ángeles, mientras el espigado lanzador capitalino se incorporaba al conjunto.
No obstante, Scioscia dijo luego las palabras mágicas: “No te preocupes, aquí te vamos a ayudar”… Eso impactó al corazón de Ramírez y desde entonces, no ha hecho otra cosa sino mejorar.
Desde entonces, J.C. no solo le ha agregado el movimiento necesario a su potente recta o el giro deseado a su slider, sino que ha crecido en madurez y se ha sentido apreciado en el equipo.
De tal manera que pasó de ser un tirador de 1-3 y 6.40 en 27 juegos con los Rojos, a uno de 2-1 y 2.78 en 42 faenas con California. El cambio ha sido drástico. No es más lanzador de partidos en desventaja.
La noche del lunes ganó su tercer juego de esta campaña y el miércoles logró su segundo rescate. Registra un formidable cierre y eso es lo que quedará en la mente de quienes deciden en el club.
Nemesio Porras, quien lo firmó para Seattle y quien ha sido un creyente ferviente en sus posibilidades, insistía siempre en que “está cerca su momento. Pronto va a explotar ese gran talento”.
El momento para Ramírez es ahora, aunque lo mejor, seguro que está por llegar. A la mejoría de sus disparos, ha agregado consistencia en el comando, pero sobre todo madurez a su persona.
Después de batallar tanto tiempo, moverse en diferentes escenarios y ver como se le han cerrado puertas a través del camino, es admirable como Ramírez ha perseverado y visto el futuro con esperanza.
Poco a poco se acerca el momento de la cosecha.
Twitter: @Edrod16