Julio Artola Chavarría, de 45 años, se encontraba en su humilde vivienda terminando de vestirse, cuando golpearon a la puerta de su casa anunciando que se trataba de la Policía. Aún sin ponerse sus botas, abrió la puerta mientras su esposa Yesenia preparaba la comida; sus dos hijos estaban dormidos.
“Eran un montón de policías, empezaron a rebatir todo, luego un policía, de nombre José Calero, entró en la cocina e inmediatamente dijo ‘miren lo que está aquí, es marihuana’; inmediatamente yo le dije: eso lo pusiste vos, porque yo estaba en la cocina y en esa caja no había nada, solo una bolsita de consomé que acabo de poner”, narra Yesenia Duarte, esposa de Julio.
“Nos hicieron miles de preguntas, de cómo compramos la televisión, un celular, la mantenedora, un equipo de sonido, yo inmediatamente les enseñé todos los papeles de las jaranas (deudas) que tenemos y cómo poco a poco hemos ido comprando lo que tenemos”, dijo la mujer.
Luis Hernández, defensor, explicó que por un lado el Estado de Nicaragua tiene una política de cero tolerancia contra delitos ligados a la narcoactividad, pero por otro lado “hay un temor de jueces y funcionarios judiciales de realizar juicios apegados a Derecho y donde prevalezca la pureza de las pruebas, aquí predomina la culpabilidad y los procesos se consideran como una crónica de muerte anunciada cuando uno es acusado por delitos de droga”, explicó.
La Fiscalía en su acusación justifica el allanamiento sin orden judicial, porque los vecinos del sector habían hecho múltiples denuncias de que en esa zona se vendía droga y que el trabajo de Inteligencia de la Policía identificó a Julio y dos hombres más como miembros de una banda.
Melania Gutiérrez, vecina de Julio y Yesenia, afirmó: “Nosotros en reuniones del barrio hemos denunciado que en este sector del barrio Santa Rosa venden droga de todo tipo, incluso en ocasiones hemos llamado a la Policía para denunciar esto, pero nunca nos hemos referido a Julio Artola, por el contrario, él es un padre y esposo ejemplar, un ciudadano honrado y aquí todos podemos dar fe de la honestidad de este señor”.
Verónica Ruiz, vecina cercana a la familia Artola, recordó que “vinieron como dos veces ese hombre de la Policía llamado José Calero, vino en moto y tomó fotos a algunas casas, entre estas la de don Julio, luego vivieron esa mañanita solo a hacerle eso al señor, nosotros ya hemos escuchado que la Policía si no encuentra nada de droga en una casa, ellos la ponen para que digan que trabajan y son eficientes, eso es una injusticia con esa familia”.
LA PRENSA intentó conocer la versión de la Policía en Bluefields, pero no hubo respuesta.
Otro caso
Manuel Bermúdez vive en el barrio San Mateo, de Bluefields. Hace seis años la Policía realizó un cateo y asegura que al no encontrar nada, uno de los agentes colocó una bolsa con cocaína.
“Gracias a Dios estaba mi hija que estaba cerca y vio cuando un agente antinarcótico colocó la droga para incriminarme, todos como en coro gritaron ‘ahí está la droga’”, recordó.
Bermúdez fue apresado por más de 72 horas, pero en la audiencia inicial el juez de audiencia decidió dejarlo libre.