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Yolanda Blanco

Poetisa Yolanda Blanco. Managua 26 de septiembre del 2012. Foto LA PRENSAManuel Esquivel

Yolanda Blanco nuestra poeta ecofeminista

En esos versos primerizos, Yolanda manifestaba su asombro ante la naturaleza y su instinto de integrarse a la misma; por algo declaraba adivinar “la frutal esencia / el amor que aguardo / como jugoso níspero”.

Aunque nacida en la capital de Nicaragua, fue en León donde Yolanda Blanco (17 de noviembre, 1955) reveló su vocación poética. Mientras cursaba estudios generales en la UNAN, dio a luz el poemario Así cuando la lluvia (Editorial La Salle, 1974), pleno de pureza telúrica, abierto al invierno y al coloquio con los árboles.

En esos versos primerizos, Yolanda manifestaba su asombro ante la naturaleza y su instinto de integrarse a la misma; por algo declaraba adivinar “la frutal esencia / el amor que aguardo / como jugoso níspero”.

Luego, siendo alumna de Artes y Letras en la UCA, se consagró a recrear el canto prehispánico —acaso imitando El Jaguar y la Luna de Pablo Antonio Cuadra—, en Cerámica sol (separata de Cuadernos Universitarios, 1977). Allí opta por la celebración mítica, según su prólogo: “Un ardiente afán me ha impulsado a sembrar la palabra primigenia, el decir ab-origen de aquellos tiempos cuando todas las cosas eran dioses y diosas”.

Una selección de ambos títulos, prologada por Franklin Caldera, se insertaría en la revista Lengua (núm. 27, septiembre, 2003): “Once poemas risueños”.

Tributo a la lucha popular

A raíz de la insurrección de septiembre del 78, Yolanda se trasladó con su familia a Venezuela. Desde allí aportaría su tributo a la lucha popular con Penqueo en Nicaragua (Managua, Editorial Unión, 1981), donde figura esta elegía colectiva, sustentada en un recurso de la poesía náhuatl. “La muerte ante sus casas / se les disfrazó de guardia. // Cayeron bajo el horror de los cohetes. / Perseguidos desaparecieron. / Ráfagas de galil los desgarraron. / Chavalos quinceañeros / veinteañeros / los muchachos: / Han caído como caen las frutas / cuando están a punto. / Brindaron su sazón a Nicaragua” (“Los cadáveres del pueblo”).

En Caracas, graduada de licenciada en Letras, se integró al taller literario Calicanto y ––tras un peritaje en artes modernas conferido por L’ Institute de La Touraine, Francia, que le facilitara conocer a Rimbaud en su lengua–– editó su cuarto poemario: Aposentos (Caracas, conTextos del Pen Club, 1984). Se trata de una insurrección primordial contra la autoridad patriarcal, marcada por la confesionalidad y la apología de la mujer a través de su sexo. De ahí su rezo: “En nombre del pubis / y de los senos / y de la santa mente / crezca mujer. // Amén” (“Oración”).

Desde 1985 radica en Nueva York y se dedica a la elaboración de programas para la educación bilingüe. En 1991 aparece Mistagogia, selección bilingüe de Aposentos, en Roldanillo, Colombia, Ediciones Embalaje del Museo Rayo.

En 1996 crea el portal “Dariana” (www.dariana.com), ciberespacio para difundir a los poetas de su país y en 2000 se anima a grabar ––como cantautora–– el disco compacto Nonatzin: 16 textos musicalizados de 9 poetas nicaragüenses contemporáneos.

Entonces se arraiga en ella la búsqueda de otros rumbos bajo el influjo de la poesía y el pensamiento orientales (Rabindranath Tagore, por ejemplo). Así surge su preocupación por la Madre Tierra —vislumbrada en sus poemarios anteriores— abogando por la reconciliación con la naturaleza y asumiendo el papel de mistagoga, o reveladora de misterios.

Yolanda Blanco. En una fotografía en Managua el 26 de septiembre del 2012. Foto LA PRENSA/MANUEL ESQUIVEL.
Yolanda Blanco. En una fotografía en Managua el 26 de septiembre del 2012. LAPRENSA/MANUEL ESQUIVEL.

Premio Mariana Sansón Argüello

Con su quinto poemario, De lo urbano y lo sagrado (Managua, Anide, 2005), obtuvo el premio del concurso nacional de poesía escrita por mujeres Mariana Sansón Argüello por “la variedad de registros temáticos y estilísticos, madurez en el dominio de recursos literarios y alta calidad formal”, de acuerdo con el jurado calificador. El 27 de septiembre del mismo año, durante “El Autor y su Obra”, ––programa del Festival Internacional de Poesía de Granada–, ejecutó un performance de su poesía, siendo presentada por Rosario Aguilar. En esa ocasión, Yolanda proclamó que su divisa vital era “escuchar el silencio / El silencio de la paz interior. / El silencio de ese espacio sagrado que llevamos dentro”.

En una entrevista que le hizo Mario Cánepa, inserta en el volumen Con tres poetas latinoamericanos en Nueva York: Yolanda Blanco, María Negroni, Carmen Valle (Madrid, Ollero & Ramos, 2003), la nicaragüense afirmó: “La poesía es uno de los medios de transformación y elevación a la que nos es posible recurrir”.

En otra, realizada por Ángela Saballos, sostuvo: “Creo que entre más grande es el horror en el que se vive (más guerras, desastres naturales, corrupción, violencia doméstica) mayor es el afán de belleza y trascendencia del ser humano. Estoy con Stanley Kubrick cuando confirma que no importa cuán vasta sea la oscuridad, siempre uno siempre debe emitir luz”.

Difusión de su poesía

Nueve antologías editadas en el extranjero, al menos, han difundido la poesía de Blanco: Open to the Sun (California, Perinola Press, 1981), Musas en guerra: poesía, arte y cultura en la nueva Nicaragua: 1974-1986, de José Miguel Oviedo (México, D.F., Joaquín Mortiz, 1987); Ixok Amar: Go Central American Women’s Poetry for Peace (Penobscot, Granite Press, 1987); Voces femeninas del mundo hispánico (Madrid, Centro de Estudios Poéticos Hispanos, 1996), Eleven Nicaraguan Poets in the USA (Miami, Fl., Casa de Cultura, 1997), de Danilo López; Poésie nicaraguayenne du XXe siècle (Suisse, Edition Patiño, 2001) de Gloriantonia Henríquez; Como ángeles en llamas: algunas voces latinoamericanas del siglo XX (Lima, Maribelina, 2004), de José Guillermo Vargas; La herida del sol.

Poesía contemporánea centroamericana (México, D.F., UNAM, 2007), de Edwin Yllescas; y Con mano de mujer. Antología de poetas centroamericanas contemporáneas (Heredia, C.R., Fundación Interartes, 2011), de Magda Zavala.

Por lo demás, poco se ha escrito sobre nuestra ecofeminista: una presentación de su poemario De lo urbano y lo sagrado (Anide, núm. 19, septiembre, 2005), suscrita por Fernando Antonio Silva; una nota de Julio Valle-Castillo en el tercer tomo de El siglo de la poesía en Nicaragua (Managua, Fundación Vida, 2005) y dos párrafos consistentes de Erick Aguirre (“Los rituales de Yolanda Blanco”) en Diálogo infinito. / La poesía nicaragüense y sus prolongados coloquios en el tiempo (Managua, Centro Nicaragüense de Escritores, 2012, pp. 307-308).

Cultura Vocación poética Yolanda Blanco archivo

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COMENTARIOS

  1. Ramona
    Hace 8 años

    Venezuela te llama Yolanda.

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