El ejercicio de la Medicina que representa la acción dinámica del médico en la sociedad donde le ha tocado vivir es de las interacciones humanas más importantes; ya que trastoca los más delicados aspectos del bienestar del hombre, que van desde la educación, la moral, pasando por la eficiencia y renovación de conocimientos y cultura. El ejercicio de esta profesión, es una tarea a lo largo de la vida del médico que debe contar con el acompañamiento de la sociedad donde está ejerciendo; y el doctor nicaragüense donde quiera que vaya o trabaje, debe llevar impreso el sello de su nicaraguanidad.
El médico nacional debe ser reconocido por su competencia, moral, humanismo, desprendimiento en el servicio, “don de gente”, solvencia y sobriedad en el vestir, animosidad con educación en el hablar y liderazgo en las orientaciones que conduzcan a obtener mejor calidad de vida. Debe entenderse pues que el ejercicio profesional de la medicina va más allá de la prescripción de un medicamento o la realización de una cirugía.
La práctica médica de alta responsabilidad ante la humanidad tiene que ser ejercida con márgenes altos de seguridad y confianza; el profesional de la medicina debe sentirse “a gusto” y tranquilo, haciendo su trabajo libre de suspicacias y protegido por normas que lo llevan a cumplir el fin último de su vocación, que es el bienestar de su paciente. No se puede ejercer a plenitud cuando flotan suspicacias sin sentido, vgr; “esos juicios son políticos, ya se sabía… a los doctores les apoyaba el partido, al otro no”. Como dije suspicacias sin sentido, que lesionan al médico y faltan al respeto al derecho y al Estado.
Los médicos en primer lugar debemos tener conciencia de nuestra identidad y crecer con un profundo sentido de corporeidad; puede existir la asociación, la sociedad, la federación, pero si no existe sentido de cuerpo, experimentamos la orfandad. El cuerpo es la unidad fundamental que contiene a los distintos órganos, que como un todo, cada uno aporta su función particular para mantenerlo saludable. Si alguno de ellos comienza a fallar, el cuerpo experimenta el síntoma. Las asociaciones y federaciones cumplen su función en cuanto aglutinan a médicos que se dedican a un campo determinado, y a ejemplo de los distintos órganos del cuerpo, una asociación única no puede responder de la sanidad médica nacional, así como un órgano aislado no garantiza la salud integral del individuo. Tiene que ser el cuerpo colegiado.
La universidad, el Estado y los médicos somos corresponsables de la génesis de este cuerpo, absolutamente necesario en el desarrollo de la nación. La universidad es el órgano donde se anida y cuida del huevo en su primordio, el Estado patrocina, fortalece y anima los mecanismos e instituciones que garanticen su madurez, los médicos cuidamos de su crecimiento y salud, limpiando a la manera de fagocitos, toda impureza y bacteria que le amenace, nutriendo todo lo digno, justo y ético.
La universidad y el Estado son estructuras centenarias establecidas. Los médicos necesitamos corporeidad que en medio de nuestra normal diversidad política, religiosa, ideológica y étnica, nos dé unidad. El cuerpo médico colegiado es el instrumento que vigilará la práctica, acreditará la actualización y mantendrá la sanidad médica y garantía de la población. Un cuerpo sano es altamente sensible y previsor. Con un ejemplo aclaro: en la asociación de cirugía plástica o pediatría comienza a darse desactualización, faltas éticas; el colegio lo detecta y corrige de inmediato el problema; individuo, familia, Estado y gremio médico, hemos sido beneficiados.
La historia se escribe día a día, se habla de la “refundación de la universidad”, “reinvención del Estado”, los acontecimientos médicos actuales deben ser vistos como signos que acusan la necesidad, para juntos revisar el camino de la excelencia médica, que pasa por la confianza entre médicos, pacientes y sus instituciones.
El autor es médico neurorradiólogo.