La disciplina, perseverancia y un carácter firme han sido claves para que la ingeniera Stephanie El-Azar consolidara su primera década en una industria donde solo hombres habían figurado como jefes.
Sus primeros pasos fueron en la empresa familiar Industrias Metal Mecánica SA (Immsa), la casa que le permitió encontrarse como profesional y desde donde se preparó para fundar Prefabricados Cofradía e Industria de Materiales de Construcción SA (Inmaconsa).
Su camino ha roto esquemas entre aquellos que se han resistido a la dirección de una joven mujer, cuya presencia causa sensación en las rústicas líneas de producción, donde la fuerza humana combinada a la de las máquinas y el estruendoso ruido son el día a día.
El-Azar fue distinguida este año por el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) como la Joven Empresaria del Año 2016, mérito que ha confirmado su liderazgo en el interior de las empresas en las que trabaja, pero que también le ha permitido obtener respeto y admiración de aquellos que dudaron de su capacidad por ser joven y ser mujer.
Su carrera en empresas de producción de materiales de construcción le ha permitido innovar y seguir en conjunto con su padre, Mario El-Azar, desarrollando nuevas inversiones en el país que se convierten en más generación de empleos formales.
¿Cómo ve esa experiencia en la que los empleados se oponían a sus direcciones por ser mujer?
Todo lo que es trabajo duro y de campo para mí fue difícil porque empecé a trabajar a los 17 años y a los 19 ya estaba a cargo de personal y obviamente nadie quiere seguir orientaciones de una chavala, primero joven y luego mujer. Es la fecha y todavía lucho con eso.
¿Ese tipo de indiferencias en qué áreas de trabajo se dan más?
En todas las áreas, con la diferencia que ahora que regreso con el premio ha cambiado bastante. Hay más respeto y hay muchas cosas que en temas de relaciones están mejorando.
En ese camino ¿hubo algún momento en que quiso desistir?
De hecho rendirme nunca fue una opción. Como le he dicho a mucha gente, tuve que atacarlo de otra manera. No dar la orden directa a la persona, sino el porqué de la decisión para que ellos entendieran las razones y no se viera como una forma autoritaria.
En esa línea ¿qué recomendación puede darle a las empresarias que se enfrentan a situaciones similares?
Primero: no rendirse y siempre buscar la mejor manera de atacar lo que está afectando. No necesariamente hay que gritar, porque hay diferentes maneras de arreglar las cosas. Y lo importante es encontrar esos puntos de equilibrio entre todos para hacer un mejor ambiente.
En cuanto a las condiciones para hacer negocios en el país ¿siente que están dadas las facilidades?
Sí, Nicaragua es un país en crecimiento y realmente ofrece las facilidades para hacer negocios y en el campo de la construcción se está experimentando un dinamismo fuerte, que viene impulsado por las inversiones.
¿Qué les ha permitido ese auge del sector construcción? ¿Cómo ha sido el comportamiento del mercado local?
Realmente a la empresa como tal le ha abierto la mente para diversificar su oferta. En Immsa, por mencionar, inicialmente su enfoque solo era el metal y sus derivados, pero actualmente se hacen láminas de fibrocemento, pintura, perlines, y se trabaja en obras de concreto así como adoquines y bloques.
Ahora estoy a cargo de una nueva empresa que fabricará gypsum y la primera en el país y la más cercana a Honduras de donde se importa. Como escucha, no es solo metal, sino que pretendemos ser una red integral de provisión para los sectores. Eso también nos ha permitido establecer diez puntos de distribución a nivel nacional en los que se atiende tanto a mayoristas como personas que quieren al detalle.
¿Qué hay de esa inversión de una nueva planta para fabricar gypsum?
Hace algunos años se obtuvo la maquinaria y que por problemas técnicos no se había activado. Entonces este año me he metido mucho en esos detalles técnicos y creemos que el próximo año (2017) estaremos vendiendo gypsum nicaragüense.
Ya ofrecemos la perfilería y a ello se le suma la producción de pasta, entonces queremos hacer el encadenamiento necesario. Esa fábrica requirió solo en la compra de maquinaria unos dos millones de dólares más el hangar y creo que generará entre 50 y 100 empleos directos y a la vez que eso abarate el costo actual de importación.
Una de las decisiones con las que más se debaten los universitarios a su salida es sobre emprender su propia idea o bien trabajar para terceros en una empresa, ¿qué les aconseja?
(Sonríe) Primero que entren a trabajar y después conforme van adquiriendo experiencias, valoren si quieren emprender o quedarse trabajando, porque cuando salimos no sabemos nada más allá de lo que los libros dicen y lo que los profesores nos han contado. Pero en la vida real es diferente, no es tan fácil decir que voy a abrir un negocio y voy a manejar personal. Si realmente no sabés hacerlo, vas a empezar mal. Mientras que una experiencia previa es mejor porque te creás un hábito y así sabés lo que es trabajar y luego emprender.
Yo empecé así con mi papá. Yo vine aquí y me exigían mucho más que al resto de personas porque quería que aprendiera más rápido y fue integral. Aquí me desesperé, lloré, quise tirar la toalla, pero sus palabras (las del papá) no me lo permitieron, porque llegué al punto de amar lo que hago.
Esos primeros seis meses me animaron a estudiar Ingeniería Industrial y también fueron una escuela donde vi cómo él trataba al personal, tomaba decisiones y cómo lo hacía. Realmente la universidad nos enseña mucho, pero no es nada comparado con las vivencias reales del mundo exterior.
En ese sentido, ¿qué deberían mejorar las casas de estudio?
Muchas más horas de prácticas preprofesionales, para que las personas mejoren.
Y el sistema como tal debe enseñarle a los estudiantes a que no memoricen, sino que sea más comunicativos. Que te den una idea y te enseñen a interpretar. Que les enseñen a interpretar mucho más.
¿Y el sector empresarial qué prácticas debería mejorar hacia sus trabajadores?
He visto mucho con amigos y conocidos en varias empresas y primero que todo, que a los egresados de las universidades les den la oportunidad porque suelen decir que no tienen experiencia y la pregunta es ¿cómo la van a adquirir si no les dan la oportunidad?
Y en lo interno, alentar a los jefes de áreas a que quieran ellos dejar un legado o enseñarles a los subordinados lo que saben y ante esa gente que es celosa de sus conocimientos, deben entender que el día que mueran no se van a llevar nada.
Así como yo tuve a mi papá que fue un mentor en mi proceso, muchos no tienen esa oportunidad y sería necesario.
Este año el Cosep anunció la conformación de una junta directiva de jóvenes empresarios con el fin de acercar a las generaciones, ¿qué expectativas te genera?
Realmente pienso que es una muy buena idea porque la experiencia que tienen las otras generaciones es necesaria para los que empezamos y me encantaría saber más de aquellos que ya han llevado más años en los negocios.
A los empresarios les digo que deben abrirse en darle oportunidad a los egresados y aprovechar ese conocimiento fresco como una forma de aprender más”.
Stephanie El-Azar, Joven Empresaria
del Año 2016.
