Andrés Cisneros de la Cruz revela sus versos con intensas protestas sobre un mundo poco amigable, gobernantes corruptos y tiempos de odios entre los semejantes, ante eso señala con su poesía cómo es vivir en estos días aciagos
Mi último 16 de septiembre
Llevo por sombrilla una nube negra
y cargo una corona de lluvia.
Camino sediento al corazón cercado
de la que fue mi ciudad un día.
Y como en una marcha fúnebre
canto un himno triste, y cargo
un grito ahogado dentro del féretro
de mi garganta, el cadáver
del que fue mi mundo una noche.
Yo me despido desde el margen
de un centro cercado, de esta misma nación
que una tarde fue mía, y con el deseo
aún niño, pido bajito, “devuélvanme mi país”,
mientras me despido y el cortejo luctuoso
se rompe en campanadas y fuegos artificiales
diciéndole adiós a quienes le amaron
mientras se escucha el grito de viva México,
viva México: que viva.
Oración contra el mal gobierno
Este hogar es autónomo,
no aceptamos el mal gobierno
ni otras sectas.
Huevo de la excrecencia,
hijo nulo, te pisamos,
tu cara será borrada.
Esta tierra no te pertenece,
todo pertenece a nadie.
Expulsado estás
del trono de la palabra
porque tu Ley pesó siempre
y ahora la desconocemos.
Se retira tu nombre
de los muros virtuales y de las bardas,
a donde asomes
estarán las minas
que exploten tu espacio,
bajo techos y plazas,
en pensamiento y obra
se retira la investidura
que se te dio como poder
porque no obedeceremos
a quien vende
lo que no es suyo.
Nada te pertenece.
Más vale entiendas
aquí no vales y no serás recibido;
la puerta está cerrada aquí
a tus botas y a tus perros,
las bestias que vil
has envenenado,
se levantarán para despedazarte.
Esta tierra no nos pertenece,
hijo nulo, te pisamos.
No nos cercarán tus ladrillos,
porque aquí todas las piedras
son cal para tu fosa.
Posdata petaleante
Ahora dime el nombre de tu tatarabuela.
La canción favorita del abuelo.
Si es verdad que Slim tuvo madre.
O si la madre de Hitler no intentó
ahogarlo en la bañera. Dame
el nombre de la primera mujer
en convertirse en milico.
Asegúrame que Voltaire era bueno,
demuéstrame que Napoleón malo.
¿De verdad has visto sangrar una flor?
Seguro sabes dónde nació Trosky.
El porqué de su asesino. ¿Sabes
si John Lenon le mentía a Yoko?
¿Sabes el nombre de los hijos de Villa,
el nombre de la esposa de Zapata?
¿Has leído un poema de Dalton?
O sólo conoces la versión
de Gael García del Che?
Sabes si tus progenitores
te hicieron con amor o con odio,
o si eres un tronco torcido
y no quieres verlo, o un árbol
derechito con el destino dictado.
¿Realmente importa
que cuando mueras
alguien recoja el vacío
que deja tu flor?
Pero tú ya no te levantarás
Por eso no puedo tener patria.
Porque los héroes son amantes secretos
del enano ventrílocuo de dios.
Por eso no siento odio ni miedo
al ejército que has formado
con los cadáveres en esta tierra.
Yo que nací sin padre y sin madre
he construido una gramática del desastre,
y cuela su resentimiento en la red
de tu bandera, se limpia las heces
con tu constitución, y tu himno
es un réquiem para cada uno
de los que en ti creyeron.
Soy mi propia muerte.
Esta tierra no te pertenece
como el hambre no pertenece a los pobres.
Si estás en este poema es para hundirte
en la arena movediza de la ira.
Te entierro con las piedras blancas de la rabia.
De aquí no te levantarás.
Parezco uno, pero somos incontables
y nos venimos levantando para escupir
uno a uno sobre este muro para ahogarte
en la marea de nuestra bilis.
Para orinar la cuna de tu hijo
y ahogarte en su llanto.
De aquí no te levantarás.
Aquí se borra tu nombre.
Aquí comienza nuestra historia,
Sin patria, sin religión,
Sin hogar, sin piedad.
Aquí se queda el resentimiento.
La libertad no es colectiva.
La libertad es tan propia como la muerte.
Nacimos condenados, pero moriremos libres.
Pero tú, ya no te levantarás.
La mala educación
Escena del crimen, investigación cuatro.
El peritaje deduce que lo violaron
entre cinco hombres, con tubos;
lo encadenaron, le cortaron
el dedo índice, le arrancaron los testículos
y los colocaron cual helado
en el cono de su boca.
Luego le prendieron fuego.
El expediente dice que se llama Braulio.
Su familia llora afuera,
pero no hay pistas para atrapar a nadie.
Uno de ellos tiene la palanca grande
en la policía
y todos miran hacia otro lado.
La esposa del Braulio en vez de matar al asesino
con la pistola que guarda en la guantera
cuando los ve salir de la estación de policía
se da un balazo en la cabeza.
Porque no es de ciudadanos decentes
cobrar venganza.
Gramática del infinito
En la poesía no hay verbo, hay acto.
No hay predicado, hay ejemplo.
No hay objetos directos,
hay interlocutores. Y en vez
de objeto indirecto, hay diálogo.
Los artículos dudan si unen o dividen,
y las oraciones no son peticiones o demandas,
acusaciones o transbordes, sino ramas
cerebrales dentro de la lógica de todo
lo que hay y donde todo lo que es,
transcurre coordinada mente
sin que nada sea subordinado.
Aquí el sentido está torcido.
Es una caída que asciende y parece
la danza de un espiral. Una palabra
que no se detiene y se transforma
en la que la consigue; morfemas
que son materia, sintaxis que es velocidad:
la vibración profunda que mantiene
junto el léxico en el cuerpo estelar
de un instante que en su trayecto evoluciona.
Caudal de lo que implota o explota,
de lo que se contrae o expande,
no hay fonema para expresarlo
en un solo ruido: es el conducto
que atraviesa la estática,
el gerundio en plural que estira
por todos sus lados la manta
dorada de las serpentinas.
Una fiesta en donde cada loco
con su tema, baila con la misma noche.
Gramática generativa en la que cabe
todo en la misma foto satelital de este instante.
Esta es la gramática de lo caótico y su orden extraño.
De lo que se desordena en una impresionante armonía.
Esta es la gramática del infinito.
Los salvajes siempre terminan por gobernar
Porque fueron destruidos y sobrevivieron.
Porque fueron aplastados
y aprendieron a vivir
enanos bajo la hierba.
Porque les rompieron los huesos
para que delataran a sus cómplices
y entonces clausuraron
las puertas de su cuerpo.
Porque a punto de masacres
aprendieron el arte de la guerra.
Los salvajes gobiernan
porque inventaron la civilización
para mejorar las condiciones
con las que ellos fueron exterminados.
Realizaron prisiones y campos de concentración
con todos los lujos para vencer con astucia,
para que los derrotados nunca se sintieran perdidos.
Son los más fuertes, los salvajes,
porque se enseñaron a no matar
a sus enemigos, a verlos sufrir
por el resto de sus vidas, mientras
van pagando las deudas de sus ancestros;
a domesticarlos para humillarlos
en el servicio de lustrar botas con la idea
de que realizan un acto heroico:
a ser útiles para limpiar
y ser jabón.
Porque los salvajes son los más fuertes
gobiernan el mundo con la mano en la cintura
mientras los gobernados se matan
por el puesto de terrateniente
o por un lugar en la rotonda de los siervos ilustres.
Los salvajes construyeron esta pirámide como ciudad
sólo para distinguir a otros salvajes como ellos
que quisieran arrancarles los ojos y la corona,
pero principalmente, porque a los salvajes les gusta
hacer creer a los más débiles, que son los más fuertes.