Un disparo fue el que desencadenó la masacre del 22 de enero de 1967, cuando miles de nicaragüenses le pedían en las calles a la dictadura somocista, que controlaba el poder en el país, elecciones libres, justas y con observación electoral.
La cifra exacta de cuántas personas civiles murieron abatidas a tiros por la Guardia somocista no se conoce hasta hoy.
La marcha fue convocada por la Unión Nacional Opositora y en la misma participó el Director Mártir de LA PRENSA y Héroe Nacional, Pedro Joaquín Chamorro, quien después de la masacre fue arrestado por el régimen somocista.
Homenaje
Un grupo de ciudadanos llegó este domingo hasta el sitio de la masacre, en la calle de la Asamblea Nacional, para recordar a las víctimas y colocar ofrendas florales, pero el oficialismo les impidió el acceso.
LA PRENSA, que estuvo intervenida y censurada por el régimen después de la masacre y circuló hasta el 2 de febrero de 1967, estimó los muertos en 200. Miembros de la Cruz Roja dijeron que la cantidad solo era una aproximación, pues ellos habían confirmado al menos 60, eso “sin contar la cantidad de cadáveres que fueron transportados a algún lugar desconocido”.
El Gobierno títere de Somoza, el de Lorenzo Guerrero, dijo que habían sido 34 los muertos, pero Fernando Agüero Rocha, candidato a la Presidencia en representación de la UNO, dijo que esa cantidad era falsa, “pues esos fueron únicamente los que fueron recogidos agonizantes y llevados al hospital para tratar de salvarles la vida”.
Justificación del diario oficialista
La masacre no fue expuesta como una masacre de la Guardia Nacional en Novedades (periódico de la familia Somoza), en cambio, se alegó que la Guardia había disparado en “legítima defensa”.
En múltiples publicaciones y en un mensaje extenso de Guerrero se alegó que en lugar de una manifestación fue una revuelta que terminó con la caída, primeramente, de agentes de la Guardia, porque, según él, quienes “provocaron y desencadenaron premeditadamente los hechos” fueron los manifestantes.
Así fue la masacre
Salvador Cardenal Argüello, director de Radio Centauro, contó en aquél entonces ante líderes religiosos que él había estado en el momento que empezó el tiroteo y cuando la Guardia Nacional disparaba contra la población.
Lo siguiente es parte del testimonio publicado en LA PRENSA días después de la masacre.
“La gente corrió despavorida tratando de refugiarse pegándose a las paredes. Yo me lancé a media calle, pues prefería morir de un balazo que ser víctima de la estampida como lo fueron algunas personas. Seguí retirándome con alguna lentitud y comencé a ver correr la sangre en el pavimento, en las cunetas y en los vestidos de los fugitivos”, relató a este diario Cardenal Argüello, en 1967.
Una pirámide de mujeres
“Me encontré con una pirámide de mujeres, calculo que diez, unas encima de otras que por poco me hacen caer sobre ellas —dijo Cardenal Argüello—. Así logré llegar a la esquina del Invi (Instituto de la Vivienda) sin ser atropellado y sin recibir ningún balazo”.
“Ahí me detuve buscando un medio de protección en la pared y volví a ver hacia atrás. Había varios muertos y heridos tendidos en el pavimento. Vi que la Guardia se replegó metiéndose una parte al edificio de Novedades, creo yo, otra parte en el parqueo que queda detrás del Banco Central. Pensé que eso era todo, pero a los pocos instantes salió de nuevo la Guardia en plan de avance… la Guardia avanzaba con lentitud, disparando”, relató.
“Creo que fue desde esa esquina del Invi donde presencié el gesto más impresionante. La parte pavimentada de la Roosevelt estaba casi desocupada, pues el pueblo se arremolinaba contra las paredes buscando protección”.
Un hombre gritando basta ya
Cardenal Argüello narró que de pronto un hombre se salió a media calle con los brazos en alto gritando… basta ya.
“Lo vi estremecerse y tambalearse al primer impacto que recibió en el pecho. Instantáneamente al recibir el segundo impacto su cuerpo se agitó y cayó de bruces sobre el pavimento”.
“Un gran charco de sangre que pude apreciar desde donde estaba se extendió por la calle. Dos hombres corrieron a recogerlo”.
El exdiputado Enrique Sáenz recordó que los nicaragüenses que murieron hace 50 años ofrendaron sus vidas por reinvindicar un derecho. “El derecho a elegir, el derecho a elecciones libres y es el mismo derecho que 50 años después estamos reivindicando”, destacó.
“Estamos aquí para honrar la memoria, 50 años después, de esos nicaragüenses… pero no como un acto simplemente conmemorativo, estamos aquí también para reafirmar nuestro compromiso de luchar día a día, hombro a hombro de recuperar ese derecho”, dijo Sáenz, ayer en el homenaje a los caídos hace cinco décadas.
