Dos mujeres nicaragüenses de apellidos Gutiérrez y Narváez fueron detenidas este martes por presuntamente liderar dos bandas criminales dedicadas a introducir marihuana y cocaína al menudeo en las cárceles costarricenses, para lo cual reclutaban a otras féminas, también nicaragüenses, según una nota del Ministerio de Seguridad Pública.
La captura de las dos mujeres estuvo a cargo de la Policía de Control de Drogas (PCD) del Ministerio de Seguridad, con apoyo de la Policía Penitenciaria del Ministerio de Justicia.
En total, las autoridades capturaron a diez personas: tres nicaragüenses y siete ticos. De estas, seis ya se encontraban privadas de libertad en las cárceles de El Roble, en Puntarenas (Pacífico), La Leticia y en La Reforma (centro del país), de apellidos Mora, Gómez, Valverde, Miranda, Carby y Arley, respectivamente.
Gutiérrez y Narváez, más otra persona de apellido Sánchez fueron detenidas en sus casas tras ocho allanamientos desarrollados en Cinco Esquinas de Tibás y Curridabat, ambos cantones de San José, capital de Costa Rica, según informa la Fiscalía en una nota oficial.
Un hombre más, de apellido Montanaro, fue detenido en Tibás el martes por el delito de extorsión, en una acción policial de un caso independiente.
Las autoridades decomisaron además más de tres kilos de droga, entre marihuana y cocaína que intentaron introducir a los centros penitenciarios, entre otros elementos probatorios.
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Desde marzo pasado
Según el Ministerio de Seguridad Pública, la investigación del caso inició el 29 de marzo del 2016 cuando la PCD obtuvo datos de una banda, cuyas líderes eran supuestamente las nicaragüenses, que se dedicaban a introducir drogas en los centros penales del país. Para tal fin, reclutaban mujeres, especialmente de su misma nacionalidad, que metían el producto oculto en sus partes íntimas.
La PCD reveló que presuntamente Gutiérrez y Narváez se separaron y cada una conformó su propia banda narco, pero conservaron el modo de operar. Durante el proceso investigativo se detuvieron a 12 personas más, de ellas siete son mujeres nicaragüenses.
Las pesquisas indican que las líderes conseguían la droga por sus propios medios o con los contactos que los privados de libertad tenían en la calle. En caso de ser requerido, ellos negociaban la droga.
Con la droga en mano, Gutiérrez y Narváez supuestamente manufacturaban el ilegal producto en “tacos (paquetes) de droga” que primero las mujeres reclutadas se los introducían vía intra-corporal y luego los ingresaban a la cárcel sin problema alguno. Las dos nicaragüenses se encargan de coordinar con los privados de libertad los pagos del ilegal producto.
La PCD descubrió que para “despistar” a la Policía Penitenciaria, los reos usaban nombres de otros compañeros reclusos para ser visitados por las mujeres que introducirían la droga; o para indicar que eran otros quienes se las distribuían. Es así como nunca revelaban la identidad a los encargados de pasar los tacos de droga desde el patio de visitas hasta la sección de cárceles.
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