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Cartas al Director, farsas electorales

Cartas al Director

Los empleados de Ortega; ministros, policía, ejército, periodistas oficialistas y todos los diputados, alegremente aplaudieron el “informe presidencial”.

Sobre el informe presidencial

El dictador de Nicaragua nunca ha dado una conferencia de prensa, recuerdo el 4 de marzo de 1983 cuando boicoteó y puso en peligro la vida de San Juan Pablo II, los católicos nicaragüenses aun hoy sentimos vergüenza por lo que le hizo el gobierno de Ortega en su primera visita, ningún periodista pudo conocer sus puntos de vista sobre su crisis con el Vaticano. Al siguiente año se montó su primera farsa electoral “ganó” sin comentarios ni entrevistas y comenzaron seis años de terrible guerra entre hermanos nicaragüenses.

El 21 de febrero del 2017 me sorprendió ver al dictador en el canal nacional de televisión entregando su informe de gestión. No entendí si era de sus últimos diez años o de los 37 que tiene de estar ilegalmente en el poder. Y decía Daniel: “Mi gestión es de excelentes resultados, eso lo reconocen hasta los más exigentes. Nicaragua viene batallando contra la pobreza extrema y hemos ganado muchas batallas a favor del pueblo. Estamos convirtiendo sueños en realidades. Los hermanos centroamericanos se quedan sorprendidos al ver nuestras excelentes carreteras. El arca de Noé es un mensaje de Dios, se demostró la inteligencia para preservar la humanidad”.

Los empleados de Ortega; ministros, policía, ejército, periodistas oficialistas y todos los diputados, alegremente aplaudieron el “informe presidencial”. Sería bueno conocer la opinión de algunos de estos empleados y que explicaran lo que quiso dar a entender el dictador, pero desgraciadamente al que opine lo despiden.

No habló de la estafa del cuento chino del canal. No mencionó que estamos en segundo lugar en América como el país más pobre y corrupto. No dijo que el Parlamento Europeo lo señala como violador de los derechos humanos de sus propios hermanos nicaragüenses. No habló de la ley “Nica Act” que Estados Unidos nos aplicará para cortarnos ayudas y préstamos por culpa de los robos, fraudes y farsas electorales que Ortega planifica para mantenerse en el poder. No pude entender nada del informe, pero ahora comprendo por qué se burlan de los nicas muchos hermanos americanos: el pueblo tiene el gobierno que se merece. “Cuando el gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen”, proverbios 29:12.
Leopoldo Villalta López

 

Normalización o ignorancia del abuso

Hace un par de semanas en la ciudad de Masaya, sucedió un hecho que a más de alguno de nosotros nos causó indignación. Una jovencita de 17 años con un bebé de 2 años en brazos y otro en vientre, se presentó como de telenovelas a las puertas de un templo católico a impedir la boda de su entonces “amado” y padre de sus hijos, quien contraía matrimonio con otra joven de 18 años.

En videos difundidos en las redes sociales se puede apreciar cómo se le cierran las puertas de la iglesia ante los gritos de objeción, mientras los espectadores del hecho disfrutan de lo que estaba pasando; también se puede ver como los medios de comunicación participan en la proyección de dicha “noticia” haciendo énfasis en la humillación que vivió nuestra protagonista y la valentía del hombre al salir triunfante por la parte trasera de la iglesia con su nueva esposa.

Nicaragua es un país en donde la sociedad ha “normalizado” como correctas o aceptables ciertas conductas debido a la carencia educacional y concienciación acerca de la violación de derechos hacia niños, niñas y adolescentes. Desde la mirada penal, lo que vimos es un abuso sexual al aire libre hacia la menor de edad, sin embargo pocas fueron las personas que alzaron su voz y repudiaron este acto, uno de ellos fueron los centros independientes que trabajan en pro de los derechos de niños, niñas y adolescentes. El abuso sexual que comete este tipo de personas en Nicaragua suele ser visto como algo totalmente normal, ya que el hombre es considerado el apoyo económico hacia el hogar; emocional y moral para la menor, no obstante en las condiciones que se da sigue siendo abuso sexual.

En las zonas rurales de nuestro país es más común e indignante ver cómo hombres mayores se aprovechan de niñas llenándolas de promesas y ayudas haciéndolas merecedoras de “suerte” al contar ahora con su protección y apoyo, siendo acogido como un miembro proveedor del hogar y justificando con “amor” el abuso sexual. El abusador primero se hace “merecedor” del título de nuevo integrante familiar, seduce, manipula y debilita la dignidad de la menor y luego actúa. Normalmente estamos mal acostumbrados a considerar que si no hubo forcejeo, no sucedió en un lugar solitario y si sucedió con “consentimiento” no entra en los parámetros de abuso sexual.

Como futuro psicólogo me preocupa cómo estamos reaccionando ante esto y qué se está haciendo para erradicar las situaciones de abuso que vive constantemente nuestra niñez, ya sea en silencio o a vista de todos. El abuso es el trauma más grande que puede vivir una persona ya que se daña su integridad: cuerpo, mente y ser, y quedándonos de brazos cruzados para que el sistema judicial actúe no lo resolverá todo. Alzar nuestra voz en contra de lo que está mal, empezar a educar a los demás acerca de abuso sexual y despojarnos del miedo de no ser escuchados es nuestra primera ruta hacia la lucha.
Joseph Gurdián

 

Reformas agrarias

Existe confusión sobre lo que constituye una Reforma Agraria y a veces su sentido ha variado de país en país, de escritor a escritor y de periódico a periódico.

Utilizaré la definición de Warriner (1970): “Reforma Agraria significa una redistribución de la propiedad o derechos a la tierra para pequeños agricultores o jornaleros agrícolas”. En términos similares, Ellis (1192; pág. 196) la define como “la redistribución de la propiedad de la tierra”.

Actualmente el presidente designado por el Consejo Supremo Electoral no ha implementado una verdadera reforma agraria, más bien le quiere quitar las tierras a los indígenas y demás campesinos en la supuesta construcción del canal chino. No hay que confundir reforma agraria con distribución de la tierra.

Byers (1974: pág. 2223) extiende la definición diciendo: “Intentos para transformar la estructura agraria cambiando la distribución de la tierra y los términos en que está cultivada”.

A veces la literatura hace una distinción entre la reforma de la tierra (land reform) y “la reforma agraria” (agrarian reform).

Lo anterior es utilizado para describir la transferencia de la posesión o derechos sobre la tierra, mientras que el segundo describe los cambios legales, institucionales y sociales que lo acompañan resultan o deben ocurrir como consecuencia de la reforma. Así una verdadera Reforma Agraria significa no solamente la redistribución de la tierra, sino también la provisión de tecnología, crédito, extensión y otros beneficios para los beneficiarios.

En un principio hay que reconocer que la reforma agraria posee algunas características, las cuales son esencialmente políticas. Históricamente muchas reformas agrarias han intentado cambiar las relaciones sociales de la propiedad de la tierra, la riqueza, el estado social y el poder político.

Por lo tanto, tienden a ser disputadas en las fuerzas que buscan tratar de implementar la Reforma Agraria y entre las que piensan que perderán ante tal reforma. La redistribución de la propiedad de la tierra es un cambio difícil de realizar, más difícil y controversial que otros cambios institucionales en el ámbito agrícola; porque las verdaderas reformas agrarias que realmente cambian la sociedad rural son frecuentemente el producto de los acontecimientos cataclísticos, la mayoría de las veces revoluciones, las cuales no son opciones políticas ni acontecimientos comunes.

Durante la revolución sandinista de 1979 se confiscó al pequeño, mediano y grandes productores. La Reforma Agraria en esa época se enfocó en lo estatal. Tras la pérdida de las elecciones del noventa, la cúpula sandinista se apropió de grandes extensiones de tierra.

Es decir fincas, haciendas de familias productoras. Muchos criticaban a Somoza y a productores honestos por ser terratenientes. Mas, sin embargo, la mayoría de los sandinistas se lucraron de la noche a la mañana con el sudor ajeno.

Ahora son los nuevos terratenientes, explotadores y usureros.
Leonel A. Marín McEwan

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