A lo lejos se ven las heridas de dónde hubo agua. Era una playa bonita, dicen los que la conocieron en todo su esplendor. La represa Las Canoas logró “respirar” gracias a la lluvia del año pasado, pero al igual que muchos ríos que están secos, no se sabe hasta cuándo volverán a ser lo que una vez fueron, porque el escenario climático no es favorecedor, aseguró Abdel García del Centro Humboldt.
En el 2016, LA PRENSA publicó varias historias que reflejaron el estado de sequía en el que se encontraban los cuerpos de agua; uno de ellos fue el embalse Las Canoas, dónde se podía andar a pie o en bestia; ahora se ha recuperado, pero el agua se puede ir en cualquier momento.
García, oficial de gestión de riesgo de Centro Humboldt, explicó que hay claras evidencias que el régimen de precipitaciones se ha reducido de forma drástica. Se espera que este año la temporada de lluvias sea un poco consistente, pero según las proyecciones, el año 2018 sería un período climáticamente crítico, con tendencia a altas temperaturas y bajas precipitaciones en todo el territorio nacional, y más agravado en el Corredor Seco.
Con base al panorama expuesto, el experto dijo que no cree que las fuentes de agua se vayan a recuperar tan fácil, y para que esto suceda se requiere, al menos, de dos hechos: precipitaciones constantes durante tres años y más acciones enfocadas en la reforestación de las cuencas.
Hasta el momento “no ha ocurrido nada más que seguir observando (…) mucha política, pero pocas cosas más concretas”, dijo el especialista, en referencia a la necesidad de actuar ante el impacto del cambio climático en materia de conservación y manejo de los recursos naturales.
Eustaquio Mejía es vecino de la represa Las Canoas, él recordó que en el 2016 varios animales murieron porque la pequeña laguna se secó. Ahora, confía que el agua que alberga se mantenga. También dijo que la represa se vio presionada por el uso que hacían los productores de arroz de sectores aledaños.
2017 decisivo ante década de sequía
Teniendo como pronóstico el fenómeno de El Niño en puertas, García explicó que en este año se deberá medir el volumen de precipitaciones mensual, los días efectivos de lluvia y la frecuencia con que se presentan, además de las características de cómo está lloviendo, así como el comportamiento de las temperaturas, ya que a mayor temperatura hay más evaporación de agua, mencionó.
Estos datos servirán para afirmar si el país cerraría una década de sequía, en los que siete ciclos han estado dominados por la influencia de El Niño, dijo García. Esto se agrava mucho más debido a que la tendencia es que crece la precipitación en meses secos y decrece en meses de temporada lluviosa.
Un ejemplo fue el mes de enero, donde en lugares como Las Segovias, cuyo régimen histórico es de 12 milímetros, fue superado por los 25 milímetros registrados. En Managua llovió cinco milímetros durante el primer mes del año, superando los casi dos milímetros que eran considerados normales.
Inversión en los bosques
A pesar que no se conoce de un plan de adaptación ante el cambio climático por parte del gobierno, Nicaragua ya cuenta con la aprobación de ocho millones de dólares de asistencia preparatoria, de cara a una propuesta de reducir en cinco años emisiones de gases de efecto invernadero en 11 millones de toneladas en el sector forestal. Tomando en consideración el éxito de la meta planteada, podría permitirle la aprobación de 55 millones de dólares en incentivos para productores y comunidades indígenas para reforestería comunitaria.
25
milímetros de lluvia fue registrado en enero de 2017 en la zona de Las Segovias, según Centro Humboldt. Este dato rebasó la norma de 12 milímetros para el mismo período en dicho lugar.