En Nicaragua vivimos una situación muy grave, con la mayor parte de la población en estado de pobreza que no puede acceder a los beneficios de la estabilidad macroeconómica y un gobierno totalitario insostenible en el largo plazo, que ha demostrado ser incapaz de enrumbar al país hacia la prosperidad.
Sin embargo, quienes deseamos construir un modelo político y social diferente parecemos haber olvidado de que los grupos exitosos se unen alrededor de objetivos y que estos se alcanzan generando propuestas y logrando consensos para ejecutar la más adecuada. Y durante ese proceso las diferencias son normales y hasta necesarias para avanzar, siempre y cuando los objetivos sean compartidos.
Si queremos establecer en Nicaragua un régimen de libertades debemos ser capaces, no solo de señalar lo que está mal, sino de generar opciones, de dialogar para perfeccionarlas, de identificar con objetividad la más viable y luego ponernos a trabajar para implementarla. Y la mejor propuesta no es la más vistosa, ni la más atrevida, sino la que nos permita alcanzar el objetivo con menor costo y de forma sostenible.
El objetivo de la oposición política es librar al país de un gobierno dictatorial para instaurar un régimen honesto que garantice paz y progreso en beneficio de todos. El gran reto de los nicaragüenses, que parece haber pasado a segundo plano en el debate público, es cómo alcanzar ese objetivo.
Hace un año, después del fallido intento del régimen por exterminar a la oposición política para imponer un régimen de partido único, fundamos Ciudadanos por la Libertad (CxL) con el propósito de reagrupar a todos aquellos que cansados de pactos y farsas electorales, seguimos creyendo que se puede transformar Nicaragua transformando la forma de hacer política desde el ámbito partidario.
No ha sido un reto fácil, pero hemos avanzado, con errores y aciertos, en el camino que creemos correcto. Nuestra propuesta es sencilla: trabajar de la mano con todos los sectores para restaurar el orden institucional, frenar la corrupción y recuperar el Estado de Derecho, usando para lograrlo la vía cívica porque es la menos costosa y la única segura. Es la menos costosa porque ofrece a los nicaragüenses la posibilidad de recuperar la democracia sin destruir la paz social y la incipiente base económica que tanto nos ha costado; y es la única segura porque ya se ha demostrado que a través de una revolución armada se puede derrocar una dictadura, pero no se puede instaurar una democracia.
La mayoría de los nicaragüenses, aunque no participen activamente en política, han demostrado con sus acciones que quieren recuperar la democracia, pero no a través de la confrontación, sino mediante la vía civilizada del voto popular que nos ha sido negada. Y quienes estamos haciendo política debemos reflexionar y preguntarnos si esa aparente apatía política de muchos ciudadanos no será una reacción natural ante la carencia de propuestas de acción y la multiplicación de discursos incendiarios que quieren llevar al país por un sendero de guerra.
Es inaceptable que muchos liderazgos políticos que se autollaman democráticos, sigan ofreciendo a los nicaragüenses esa falsa alternativa entre la dictadura y la guerra, cuando existen mecanismos cívicos que nos pueden llevar a obtener el resultado de prosperar como nación en paz y democracia. Y los procesos electorales libres y observados en los cuales todos ejerzamos nuestro derecho al voto, son el mecanismo ideal para alcanzar esa meta sin consecuencias lamentables para los sectores más vulnerables.
La presencia de la OEA en las próximas elecciones municipales abre una posibilidad para avanzar en esta vía y es una garantía indispensable para que los nicaragüenses podamos votar libremente y los votos serán contados. Por eso, quienes deseamos volver a vivir en democracia debemos ser los mayores interesados en que la misión que se ha propuesto la OEA en Nicaragua culmine exitosamente y que se logre devolver credibilidad al sistema electoral, empezando por acciones concretas como la oportuna publicación de la normativa electoral, el cese de la utilización del aparato estatal como maquinaria partidaria, la auditoría y publicación íntegra del padrón electoral, la efectiva fiscalización en todas las instancias electorales y la publicación de resultados junta por junta.
Sabemos que la implementación de los acuerdos entre la OEA y el gobierno de Ortega no va a ser sencilla, pero también confiamos en que el secretario Almagro y su equipo van a poner en juego su prestigio y capacidad para no convertirse en cómplices de una farsa y hacer comprender al Gobierno que la reapertura de la vía electoral es la única salida viable para la crisis actual que, de profundizarse, nos afectará a todos los nicaragüenses.
En Ciudadanos por la Libertad no vamos a claudicar ni a desviarnos del camino trazado, por eso nos estamos preparando para defender el voto ciudadano y escogiendo mediante procesos democráticos en cada municipio a los mejores candidatos, que tengan la capacidad de unir a los votantes y transformar sus municipios gobernando con honestidad.
Instaurar gobiernos municipales democráticos y capaces debe ser el primer paso para restablecer la democracia y en muchos municipios la ciudadanía está decidida a decir basta ya a los alcaldes oficialistas que llegaron al poder mediante el fraude y han gobernado de forma ineficiente y corrupta.
Cuando el régimen excluyó a la oposición del proceso electoral de noviembre pasado, la mayoría de los nicaragüenses expresaron mediante una abstención sin precedentes su exigencia de elecciones libres. Hoy que, gracias al repudio interno y a la presión internacional, se ha abierto una posibilidad de participación electoral y que Ciudadanos por la Libertad ha asumido el reto de construir una opción política genuinamente democrática, confiamos en que los nicaragüenses en cada municipio del país, van a ir a reafirmar con el voto su decisión de ser gobernados por autoridades legítimas, honestas y comprometidas con el desarrollo de sus comunidades.
La autora es Presidente Nacional del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL)
