Incluso cuando ganó en Managua, el Bóer lució mal. Antes del partido del domingo, en el cual se apoyó en su ofensiva siempre agitada y en un trabajo inesperadamente eficiente de su bullpen para sacarle del bolsillo una victoria a los Leones, la tribu lo había hecho peor.
Sus tres lanzadores abridores no aguantaron ni la arrancada. La defensa lució sin brújula y el bateo comenzó a asomar, después de estar reducido a una carrera en los primeros dos desafíos, dominados por Wilton López y Fidencio Flores, en actuaciones soberbias.
¿Cuántos creyeron que el Bóer saldría con vida de León? Probablemente pocos. Ahí los esperaba de nuevo Wilton López, quien no solo ha conservado energías, sino que ha ganado sabiduría. Pero además estaba la barra leonesa, siempre bulliciosa, y la incertidumbre en Róger Marín.
El Bóer tenía que convertirse en algo parecido a un buen equipo para seguir con vida. Tenía que recapturar la combatividad que lo ha caracterizado en sus últimos años y moverse dentro de un estrecho margen para el error en todas sus áreas. La tarea era mucha exigencia junta.
Y ¿qué fue lo que ocurrió? Marín mantuvo al equipo en el juego en un duelazo con López, quien solo fue agredido por jonrón de Janior Montes, mientras Edgard Montiel, el artillero de la tribu, daba el metrallazo decisivo y Juan Pablo López se encargaba del remate.
Eso parece sencillo, pero en realidad se trata de un vuelco enorme para un equipo que dio la impresión de ir hacia ningún lado, que no había mostrado ni defensa ni picheo y su bateo no podía hacerlo todo. Sin embargo, en León el equipo se reagrupó y continúa con vida.
Esta noche Managua, el Bóer necesita excederse al máximo para seguir con vida. De otro modo, es difícil vencer al León, que herido y avergonzado ante su público, seguro vendrá con mayor afán de destrucción, aunque la tribu ya probó que no es invulnerable.
Hoy la cita es el Estadio Nacional Denis Martínez. ¿Bóer o León? Pronto vamos a descubrirlo.
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