- La modernidad exige
actualizarnos, respetarnos
y crear una nación en la
que todos participemos
con dignidad e igualdad
de oportunidades
Róger Fischer S.
Por la facilidad que tiene el nica de jugar con la palabra, lo lógico es que el diálogo sea la fórmula ideal para dirimir nuestras diferencias y poder consensuar lo que más convenga a nuestra nación.
Cuando nuestros volcanes muestran su actividad, hay temor en algunos nicaragüenses y apatía en otros. Siempre he creído que la fuerza telúrica de los mismos, forma parte del nicaragüense, nos gusta el fuego que arrasa y los retumbos que asustan. Nos olvidamos de nuestros lagos y ríos, hermosos espejos que ofrecen quietud y transparencia y que nos llevan al mar y a perdernos en el tiempo y la distancia, somos aves migratorias que buscamos nuevos aleros porque el nuestro siempre está confundido. La tierra nuestra es buena, el paisaje es extraordinariamente bello, tenemos litorales en el Caribe y el Pacífico. Un pueblo inteligente y generoso, son escasos los rencores y poseemos una gran capacidad creativa.
Sin embargo, nuestro karma volcánico, nos hace ser difíciles, complicados, no sabemos ceder y la palabra que es el don precioso con que Dios premió a los nicaragüenses, nos sirve para separarnos y nunca para unirnos.
Sólo nuestro punto de vista es válido, sólo nuestras razones deben prevalecer, porque desgraciadamente hay que admitirlo, el nica es egoísta, nuestro pueblo es solidario únicamente en el dolor, pero no sabemos ser solidarios como nación, como los pueblos judíos o cubanos. Nuestra solidaridad se manifiesta después de un huracán o un terremoto, pero rápido pasa, pues también somos amigos de los plazos cortos. Ese cortoplacismo que nos vuelve miopes y que ha impedido proyectarnos a largo plazo como nación.
Nicaragua no puede seguir siendo un país de caudillos, nuestros políticos deben pensar y actuar como estadistas y procurar un país viable para todos. El último diálogo no fue el mejor, los convocantes no pudieron llevar como actor al Frente Sandinista que a pesar de sus errores, sigue siendo una realidad en Nicaragua; y aquel diálogo aún con la buena voluntad y bonhomía del doctor Roberto Calderón fracasó.
Ese diálogo se ahogó en profundas disquisiciones románticas y muy poco prácticas, llegando a conclusiones que no calaron en el perfil de nuestro país.
Hoy con el respaldo de países amigos, con la presencia de las más altas personalidades de las Naciones Unidas y OEA en Nicaragua, con la gestión del CONPES, con la invocación al altísimo del Cardenal Obando y Bravo y la voluntad política del Presidente de la República doctor Arnoldo Alemán se abre un capítulo que puede y debe ser decisivo en la historia de nuestro país.
El Frente Sandinista debe asistir con la mejor voluntad, porque el momento les presenta la oportunidad de asumir un rol democrático, pacífico y patriótico.
Las aguas políticas están agitadas por las campañas electorales. Los dos partidos que son mayoría, deben entrar al diálogo, no sólo para motivar a los pequeños partidos y alianzas, sino principalmente para diseñar de una vez por todas y en conjunto con el concurso de los demás, un país viable en lo político, social y económico.
Nicaragua no puede quedarse a la zaga del mundo actual. La modernidad exige actualizarnos, respetarnos y crear una nación en la que todos participemos con dignidad e igualdad de oportunidades.
El Presidente de la República llamó al diálogo y ofreció un cauce inteligente y serio, nos corresponde a todos actuar de buena fe y sentar las bases que nos lleven a ser un país más justo, a ser una nación con menos pobreza y mejores oportunidades, a una Nicaragua que pródiga en su suelo sea espacio de paz, respeto y democracia.
De nosotros depende…
El autor es asesor del Instituto de Turismo INTUR.