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“Estamos en la sin remedio, por eso pedimos al gobierno que nos ayude a levantar las casas”, dice la señora Sebastiana Gaitán Medina, mientras a sus espaldas yace derribada su vivienda tras el fuerte temblor de tierra que sintieron los masayas el pasado viernes.

Prevención evitó muertes

ARY NEIL PANTOJA [email protected] Algunas familias perdieron todo lo material, pero salvaron sus vidas porque después del primer sismo del jueves, los habitantes de la ciudad de Masaya y poblaciones aledañas han permanecido en la calle, “durmiendo” a la intemperie o bajo champas de plástico. Felipe de Jesús López Sánchez, de 52 años, vive con […]

ARY NEIL PANTOJA [email protected]

Algunas familias perdieron todo lo material, pero salvaron sus vidas porque después del primer sismo del jueves, los habitantes de la ciudad de Masaya y poblaciones aledañas han permanecido en la calle, “durmiendo” a la intemperie o bajo champas de plástico.

Felipe de Jesús López Sánchez, de 52 años, vive con su familia en la comunidad de La Ceibita, Puerto Nuevo, a cinco kilómetros de Masaya sobre la carretera a Tisma. A pesar que no perdió todo, López Sánchez está desalentado.

Con el sismo de 5.2 grados en la escala de Richter del viernes por la tarde, cayeron las paredes internas de su vivienda y por milagro su familia se salvó de morir. Sólo resultó con excoriaciones en el brazo derecho.

Su esposa e hijos lograron salir a tiempo de la vivienda de concreto. A pesar que la parte exterior del inmueble no presenta daño alguno, en el interior todo quedó en escombros.

Para López las tragedias no vienen solas. Según narró a LA PRENSA, le costó mucho trabajo conseguir un préstamo para sembrar las dos manzanas de tierra que tiene.

“Ahora no llueve y corro el riesgo de perder la cosecha y sólo nos faltaba esto”, expresa volviendo una mirada triste hacia el interior de su casa y haciendo referencia al desastre sísmico.

La historia de López Sánchez se repite en otras casas de la misma comunidad, como es el caso de la señora Sebastiana Gaitán Medina, de 80 años de edad.

Para la señora Gaitán Medina, esta es la segunda experiencia de este tipo. Recuerda muy bien el desastre provocado por el sismo de 7.2 grados en la escala Richter que echó por el suelo a toda Managua en 1972.

En aquella ocasión, refiere, Masaya tembló, pero no hubo daños, ni víctimas. El temblor del viernes pasado botó totalmente la casa de la señora Gaitán Medina. La buena noticia es que ningún miembro de su familia resultó lesionado porque, desde el sismo ocurrido a la 1:30 de la tarde del jueves seis de julio, decidieron sacar todos sus enseres y quedarse en el patio utilizando un plástico como techo provisional.

Esta idea es reiterativa en el resto de pobladores de la ciudad de Masaya, quienes desde la noche del jueves, duermen en las calles de la Ciudad de Las Flores, ante el temor de un terremoto de mayores proporciones.

Tanto López Sánchez, como Gaitán Medina, al igual que los demás afectados, solicitan al gobierno ayuda para construir o reconstruir sus viviendas.

El desamparo y la desesperación se reflejan en los rostros de los damnificados al narrar sus historias, pero a la vez dan “gracias a Dios” que nadie de su familia resultara lesionado o muerto.  

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