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Pete Sampras realizó una majestuosa actuación en la final de Wimbledon.

Sampras, deslumbrante

EDGAR TIJERINO M. [email protected] Hay diferentes formas de ganar en tenis, pero la más apreciada de todas, es “a lo Sampras”… Cuando Pete está inspirado contando con el apoyo de su fortaleza en el servicio, profundidad en su ataque y manejo impecable e implacable de las diagonales y bolas cortas, no hay forma de vencerlo… […]

EDGAR TIJERINO M. [email protected]

Hay diferentes formas de ganar en tenis, pero la más apreciada de todas, es “a lo Sampras”… Cuando Pete está inspirado contando con el apoyo de su fortaleza en el servicio, profundidad en su ataque y manejo impecable e implacable de las diagonales y bolas cortas, no hay forma de vencerlo… Pueden preguntárselo a Patrick Rafter.

El australiano que es destructivo en la red aprovechando esos reflejos que harían palidecer a una pantera, inventó todo lo posible para neutralizar las múltiples y eficaces variantes que Sampras sabe aplicar a su juego, pero sólo logró ganar el primer set por 7-6, en una larga y electrizante batalla que deleitó al público, permitió ignorar las suspensiones a que obligó la lluvia y engrandeció al tenis actual.

Sampras perdió por 7-6, cediendo el Tie Breaker por 12-10 al cometer una doble falta que provocó aullidos… Y es que Sampras, ofreciendo una demostración deslumbrante, no fue lo mínimamente conservador con su segundo servicio. Siempre fue a fondo tomando riesgos, porque de no hacerlo así, Rafter le robaría la iniciativa y llegaría a la red, sitio en el cual, es un diablo.

Durante su séptima victoria en la Catedral del Tenis y 13 título de su carrera en Torneos Grand Slam, cifra récord superando a Roy Emerson, Sampras mostró su dureza mental, su concentración a prueba de sismos, y sobre todo, su sentido del anticipo, su destreza y su habilidad para desarticular al adversario.

Fue en líneas generales, un curso de tenis avanzado, todavía no registrado en Microsoft por la gente de Bill Gates.

Pete ganó el segundo set 7-6 dominando el tie breaker (7-4), y luego se impuso 6-4 y 6-2… Si algún momento puede considerarse clave en medio del vértigo de las acciones, podría ser el quinto game del tercer set, cuando Rafter salió del hoyo después de estar perdiendo 40-0, pero Sampras terminó imponiéndose.

En el inicio del juego, cada uno de los “pistoleros” conservó su saque, con la diferencia que Sampras lo hacía con fuerte dominio, en tanto Rafter los defendía con uñas y dientes, remando constantemente contra la corriente en un alarde de vitalidad, buen juego y coraje.

Lo más importante es que todavía queda mucho de lo mejor que Sampras tiene en el brazo, sus piernas y la cabeza, y eso le inyecta una mayor atracción al abierto De Estados Unidos.

Frente a Rafter, el temible Pete hizo zumbar su servicio a velocidades hasta de 212 kilómetros por hora, lo cual, evitó que Rafter, habitualmente ansioso y arriesgado por venir hacia delante con una voracidad impresionante, esperara en el fondo constantemente.

Varias veces, cuando arremetía, Rafter se encontraba con pelotas violentas que abrían surcos en las dos esquinas del fondo, quitándole precisión a su capacidad de respuesta.

Un juego para ser disfrutado visto desde cualquier butaca… Sampras demostró que más allá de las encendidas polémicas, sigue siendo el Rey… Un jugador para toda la cancha, sólo con un problema, su vulnerabilidad en la arcilla.

Para él, ganar el Open de Francia en Roland Garros se ha convertido en una obsesión… En el 2001, Sampras, a los 30 años, tratará de aprovechar esa nueva oportunidad.  

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