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Pat Borders a Sydney

Tito Rondó[email protected] ¡Qué equivocados estaban los del “Baseball America”! (Y los de las demás publicaciones deportivas de Estados Unidos). Creían que ningún fanático estaba interesado en el béisbol internacional porque, sencillamente, no era pelota de las Grandes Ligas, la mejor del mundo. Así que no estaban preparados para la avalancha de interés con que los […]

Tito Rondó[email protected]

¡Qué equivocados estaban los del “Baseball America”! (Y los de las demás publicaciones deportivas de Estados Unidos).

Creían que ningún fanático estaba interesado en el béisbol internacional porque, sencillamente, no era pelota de las Grandes Ligas, la mejor del mundo.

Así que no estaban preparados para la avalancha de interés con que los aficionados estadounidenses prácticamente han sepultado su revista.

Resulta que ahora con esto de las computadoras está de moda una manera de comunicarse que se llama “chat” (platicar informalmente, en inglés). Una computadora central, donde está una persona respondiendo, recibe las preguntas que mucha gente hace, y las contesta.

Uno puede seguir el proceso en su computadora, leyendo todas las preguntas y respuestas (aunque uno no pregunte nada).

Este sistema lo usan más que nada para contestar a las inquietudes de los fanáticos de los equipos de las Mayores; la pregunta típica es algo así como “Oswaldo Mairena está sacando a todos los zurdos que se le ponen enfrente en triple A. ¿Puede ayudarle a los Cachorros este año?”. (Es un ejemplo, nadie jamás ha preguntado por un nica, que yo sepa).

Cuando uno de los editores se presentó a un “chat” hace un par de semanas, más de la mitad de las preguntas, incluyendo las tres primeras en fila, fueron sobre los Juegos Olímpicos.

No tuvieron más remedio que hacer otra sesión, ayer, exclusivamente sobre Sydney. Y la Major League Baseball hizo una conferencia de prensa desde Los Angeles para dar a conocer a los 28 preseleccionados, de los cuales cuatro quedarán fuera cuando empiecen los Juegos.

¿Por qué todo eso? Muy sencillo. Los ejecutivos han descubierto que el béisbol de Grandes Ligas es un gran negocio aparte de cobrar entradas y transmisiones; en Europa entre gorras, llaveros y camisetas se venden cienes de millones de dólares. Un belga no tiene ni la menor idea de quiénes son los Marlins de Florida, pero le encanta andar con un pescado azul en la cabeza. Hay que hacerle publicidad.

¿Por qué ese interés repentino del público? La respuesta es sencilla, aunque más de un dirigente internacional esté confundido. Ahora que se permiten profesionales, el terreno de juego está más parejo, y Estados Unidos tiene oportunidad de ganar. Incluso algunos de los nombres de los jugadores son conocidos.

El concepto es difícil, algunos profesionales todavía no lo comprenden.

Por eso Pat Borders dijo, cuando lo seleccionaron, “¡qué divertido!”. Parece que alguien le contó cómo era la cosa, y ya no le parece divertido. Ahora empieza a sentir la presión, y apenas atisba la emoción que lo dominará a finales de septiembre: haber jugado en la Serie Mundial (el Jugador Más Valioso en 1992, con Toronto) y en los Juegos Olímpicos.  

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