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Don Enrique Gottel, pionero del periodismo nicaragüense

Si nuestro periodismo merece un monumento, nada mejor que dedicarlo a don Enrique Gottel No transcurría un año cuando Gottel se independizó y puso el negocio por cuenta propia, sin embargo en la guerra contra Walker en 1856, perdió todo, no obstante en 1861 volvió con renovados bríos a la carga e instaló el primer […]

  • Si nuestro periodismo merece un monumento, nada mejor que dedicarlo a don Enrique Gottel
  • No transcurría un año cuando Gottel se independizó y puso el negocio por cuenta propia, sin embargo en la guerra contra Walker en 1856, perdió todo, no obstante en 1861 volvió con renovados bríos a la carga e instaló el primer servicio de diligencias que tuvo Nicaragua en la susodicha ruta del Tránsito

Mario Fulvio Espinosa [email protected]

Al hacer su entrada el siglo XIX América se presentaba a los ojos del Viejo Mundo como un paraíso exuberante, abierto para los descubrimientos científicos e ideal para la realización de aventuras extraordinarias incluyendo el enriquecimiento rápido. Especial atención merecía Nicaragua como paso marítimo estratégico hacia el oeste americano donde, se decía, había tanto oro como en el Perú de Atahualpa quien para salvar su vida ofreció a los españoles llenar con ese metal una habitación enorme de su palacio.

Los alemanes de ese tiempo no escaparon a ese embrujo y contemplaron de lejos nuestro país según el cristal de sus ambiciones. Karl von Scherzer, después de un viaje por Centroamérica tenía la esperanza de que aquí se creara una “segunda y radiante Alemania en las altiplanicies de las cordilleras”, considerando que la colonización de nuestro país era simple y asunto a corto plazo.

Otros alemanes vieron a Nicaragua como un asombroso campo de investigación para las ciencias de la medicina, antropología, arqueología y el comercio. Recuerden ustedes los viajes de Humbolt, Froebel, Heine o el sueco Karl Bovalius, a quienes debemos las primeras descripciones y tratados científicos que se escribieron sobre estas tierras.

Hubo pues una extraordinaria migración de personajes alemanes que llegaron bajo motivaciones diversas. Por ejemplo, refiere don Gratus Halftermayer que uno de sus antepasados el cual había encontrado a su joven esposa in fraganti con su amigo, decidió venir a Nicaragua para olvidar en estas tierras su despecho.

Si, fueron muchos los alemanes que aquí hicieron su vida y dejaron muchas obras positivas, hoy quiero hablarles de un hombrecito menudo, pelo rubio, cara ovalada y fina, ojos azules, nariz prominente y bigote al mejor tipo prusiano.

Me refiero a Heinrich Gottel nacido en Danzig, Alemania, en 1831.

LAS PRIMERAS DILIGENCIAS

Muy joven emigró a los Estados Unidos -no se sabe la fecha precisa-, donde vivió 18 meses supuestamente para aprender inglés. No obstante, su meta era viajar a Nicaragua, país que había conseguido notable relevancia desde 1848, cuando se descubrió oro en las propiedades de otro alemán, Johan August Sutter en California, siendo el Río San Juan y el Cocibolca el paso natural obligado para los miles de aventureros gringos y europeos que pretendían pasar al oeste norteamericano a participar en la búsqueda del preciado metal.

El viaje se hacía por esa ruta para evadir los ataques de los pieles rojas que en esos “años locos” estaban en guerra contra los blancos y representaban un serio peligro para la vida de los que querían llegar al “Far West”.

Pero Gottel no pensaba en el oro, su visión era pragmática, había que habilitar el Tránsito por Nicaragua, lo que ya de por si era un excelente negocio.

Fue así que se trasladó a Rivas donde en 1852 firmó un contrato con la Compañía de Tránsito. En él se comprometía a proporcionar caballos para el transporte de equipajes y viajeros desde el puerto de La Virgen hasta San Juan del Sur. Cada viajero pagaría 15 centavos por libra de equipaje, además del alquiler de un buen caballo de silla.

No transcurría un año cuando Gottel se independizó y puso el negocio por cuenta propia, sin embargo en la guerra contra Walker en 1856, perdió todo, no obstante en 1861 volvió con renovados bríos a la carga e instaló el primer servicio de diligencias que tuvo Nicaragua en la susodicha ruta del Tránsito.

Fue tal el éxito de la empresa que pronto firmó un contrato con el señor Evaristo Carazo para reconstruir el viejo camino que conducía de Granada a León y Chinandega donde, en sociedad con el colombiano Pedro J. Ruiz Tejada, instaló su servicio de diligencias. Gracias a él se construyeron varios puentes, entre éstos el de San Felipe, en León, que fue inaugurado con gran pompa el 25 de diciembre de 1864, acto al que asistieron cuatro mil personas.

EL PORVENIR DE NICARAGUA

Nunca habló bien el español ni mucho menos lo escribió, lo que no fue obstáculo para que en 1866 fundara en Rivas “El Porvenir de Nicaragua”, el primer periódico nacional de circulación regulada, uno de los más leídos en Centroamérica.

En su libro “Los alemanes en Nicaragua”, el señor Goetz Von Houwald, señala que en 1874 Gottel trasladó su imprenta a un lugar llamado El Mojón, que el bautizó como Valle de Gottel y que quedaba a dos millas al suroeste de Managua, entre Sabanagrande y Nindirí. Ahí siguió imprimiendo su periódico, en el cual colaboraba don Fabio Carnevalini que lo siguió publicando a la muerte de aquel.

Según señala el historiador Gratus Halftermayer, el propio Gottel bajaba en un borrico hasta Managua a vender su periódico, que en sus comienzos era de cuatro páginas, con lectura en inglés y español. Sin embargo esta aseveración es puesta en duda por Von Houwald, pues al respecto dice que El Porvenir era un periódico que gozaba de mucho renombre comparado con los que se publicaban en Granada, León y Masaya. Por otra parte “muy metido en política Gottel tenía una enorme resonancia con su publicación entre amigos y enemigos tal y como aparece en un poema burlón que fue publicado en León en 6 de septiembre de 1872. El mismo no suprimió ningún artículo escrito en su contra “demostrando de esa manera sus principios liberales y su práctica de masón militante”. También era músico y dejó algunas composiciones propias.

De Gottel hace referencia Rubén Darío cuando dice: “Dos extranjeros de grata recordación contribuyeron a la cultura del país, impulsando y dando vida al periodismo naciente, un alemán, Gottel y un italiano, Fabio Carnevalini” que a la muerte de Gottel continuó publicando “El Porvenir”.

Su amplitud de espíritu le llevó a fundar una iglesia católica y una escuela en el Valle de Gottel, lo mismo que un hotel donde se cobraba 30 centavos por noche.

EN CONFLICTO CON LA IGLESIA

Murió el 11 de enero de 1875 después de una prolongada enfermedad. La glesia Católica, que en esos tiempos era propietaria absoluta de los camposantos, le negó la entrada al nuevo Cementerio de San Pedro asegurando que el difunto era un hereje y masón confeso.

Al no poder enterrarlo “en sagrado” los alemanes y resto de amigos decidieron sepultarlo “extramuros”, es decir fuera del cementerio pero al lado de sus muros.

Esta acción molestó a los colonos europeos que decidieron hacer una colecta para comprar un terreno amplio que quedaba al lado norte del Cementerio de San Pedro, allí Gottel fue sepultado en el que se llamaría después el Cementerio de los Extranjeros del que todavía quedan algunas lápidas y mausoleos.

Concluida esta suscinta reseña de tan notable periodista, sólo me queda expresar que sería maravilloso que las dos organizaciones periodísticas nacionales, UPN y APN, unieran sus esfuerzos para levantar un monumento a tan ilustre varón, pionero de la comunicación social de Nicaragua.

Sueño que podría ser el de un bronce utópico, donde apareciera el ilustre colega vendiendo su publicación, montado sobre su apacible borrico.  

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