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Claribel Alegría sonríe al mostrar la edición en inglés de “Somoza: Expediente cerrado”, crónica de un tiranicidio.

Detalles del operativo fueron secretos durante 13 años

En la acción murieron 39 personas, entre civiles, militares y guerrilleros “El libro no es una apología del terrorismo en lo absoluto” Eduardo Marenco [email protected] La reconstrucción del atentado al dictador Anastasio Somoza Debayle, el 17 de septiembre de 1980 en Paraguay, dejó de ser secreta hasta en 1993, 13 años después de los acontecimientos. […]

  • En la acción murieron 39 personas, entre civiles, militares y guerrilleros
  • “El libro no es una apología del terrorismo en lo absoluto”

Eduardo Marenco [email protected]

La reconstrucción del atentado al dictador Anastasio Somoza Debayle, el 17 de septiembre de 1980 en Paraguay, dejó de ser secreta hasta en 1993, 13 años después de los acontecimientos.

La escritora nicaragüense-salvadoreña Claribel Alegría y el periodista estadounidense D.J Flakoll, se dedicaron durante siete meses a recopilar los testimonios de “Ramón”, “Julia”, “Santiago”, “Ana”, “Susana” y “Armando”, los miembros del comando guerrillero que permanecían libres y con vida a esa fecha.

La idea de escribir la crónica de la muerte de Anastasio Somoza Debayle, se la propuso el guerrillero argentino Enrique Gorriarán Merlo, “Ramón”, a su coterráneo Julio Cortázar, famoso escritor latinoamericano, alrededor de 1982. Sin embargo, otro fue el desenlace.

“Julio no podía escribir el libro y estaba muy enfermo”, refirió Alegría a LA PRENSA. “Le dijo a Gorriarán Merlo que a él le parecía que mi marido Bud Flakoll y yo deberíamos escribir el libro, Cortázar se comprometió a hacer el prólogo, pero ya había fallecido cuando el libro apareció a luz pública”, agrega.

Luego de la primera propuesta se reunieron en Managua, Cortázar, Gorriarán Merlo, Claribel Alegría y Bud Flakoll, quienes acordaron reconstruir la historia. “No es, desde luego, una apología al terrorismo sino la crónica de un tiranicidio”, advierte en el prólogo el matrimonio de escritores.

Todos los miembros del comando guerrillero fueron entrevistados, excepto Hugo Izurzún, “Capitán Santiago”, quien fue acribillado por la policía paraguaya en Asunción, poco después del atentado a Somoza.

La mayoría de guerrilleros fueron entrevistados encapuchados, exceptuando Gorriarán Merlo. “Eso lo respetamos”, rememora Alegría, “ellos eran bien espontáneos, verídicos”.

La publicación del libro fue aplazada en dos ocasiones. La primera vez, cuando el libro ya estaba listo en la Editorial, Gorriarán Merlo les pidió que se retrasara la publicación del mismo, ya que con la llegada al poder de Raúl Alfonsín, existía la posibilidad de que ellos regresaran a Argentina y querían evitar que los acusaran de “terroristas”. Era 1983.

En una segunda ocasión, con el libro en imprenta una vez más, mientras se encontraban reunidos en Cuba, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Flakoll y Alegría, entre otros escritores latinoamericanos, llegó la fatal noticia del asalto guerrillero al cuartel militar argentino La Tablada. Corría enero de 1989.

En la acción murieron 39 personas, entre civiles, militares y guerrilleros. También murieron en La Tablada, “Susana” y “Armando”, dos de los guerrilleros argentinos que integraron el comando que acabó con Somoza.

“Fue cuando decidimos no publicar el libro porque lo de La Tablada era algo muy turbio. Queríamos saber si Gorriarán había tenido algo que ver o no, ya que no lo sabíamos”, afirma Alegría.

Gorriarán Merlo se encuentra al día de hoy encarcelado en Argentina con una condena de cadena perpetua, acusado de haber dirigido el ataque al cuartel de La Tablada.

Después de los dos aplazamientos, en agosto de 1993, Daniel Flakoll, hijo del matrimonio entre Flakoll y Alegría, dijo “basta” y publicó el libro, según recuerda la propia escritora.

“El libro no es una apología del terrorismo en lo absoluto. El ajusticiamiento a Somoza no fue un acto de terrorismo, el terrorista fue él, el tirano pagó lo que debía, lo que él le hizo a Nicaragua fue algo espantoso, todas las muertes que causó este hombre fueron espantosas. Admiramos el valor enorme de estos muchachos”, dice Claribel Alegría.

Ella recuerda que los guerrilleros al ser entrevistados “siempre fueron cuidadosos, nunca hablaron más de lo debido, a mí todos me parecieron encantadores. Lo único que lamento es la muerte de Santiago que según sé, fue un error que se podía haber evitado”.

“Santiago era un hombre alto de pelo rojizo, fácilmente identificable en Paraguay, ¿por qué no le dijeron que se fuera en la misma lancha con los demás?, eso es bien lamentable”, describe.

De los integrantes del comando, “Santiago” murió acribillado en Asunción; y Armando y Susana murieron en la acción de La Tablada. “Armando me encantó porque hablaba con el corazón”, dice la autora.

Sobreviven Ana y Julia, en algún lugar del continente americano. Enrique Gorriarán Merlo, mientras tanto, permanece encarcelado en Argentina.

TESTIMONIO DE OTRAS ACCIONES GUERRILLERAS

Claribel Alegría tiene una larga experiencia en la recopilación de testimonios de guerrilleros latinoamericanos. A muchos de ellos los ha tenido que entrevistar encapuchados para salvaguardar sus identidades y por la seguridad de todos.

Alegría escribió “El Túnel de Canto Grande”, crónica del fabuloso escape de 47 guerrilleros peruanos del Movimento Túpac Amaru, de la cárcel “Canto Grande”, el nueve de julio de 1990. A todos los entrevistó encapuchados, exceptuando a Víctor Polay, quien ahora está encarcelado.

Además, publicó No me agarran viva: la mujer salvadoreña en lucha, historias de las mujeres salvadoreñas perseguidas, incluyendo el testimonio de la comandante Ana María, quien después fue asesinada de forma atroz en Nicaragua. Finalmente, escribió, Para romper el silencio: historias de ex presos salvadoreños.

LOCALIZAN RESTOS DEL “CAPITAN SANTIAGO”

ASUNCION (AP).- El sepulturero Calixto Torres dijo a un juez que ha identificado el lugar en donde se encuentra sepultado el guerrillero argentino Hugo Alfredo Irurzún (“Capitán Santiago”), que participó en el atentado contra el ex presidente de Nicaragua, general Anastasio Somoza.

El jornalero paraguayo dijo al juez del Crimen Darío Portillo que Irurzún fue enterrado en una fosa común en el cementerio del Este, en la periferia de Asunción.

Portillo recibió tres meses atrás un pedido de familiares de Irurzún, radicados en la ciudad argentina de Santa Fe, para que les informara el lugar exacto de la sepultura con el objeto de realizar los trámites para el traslado de los restos a su país.

Irurzún formó parte de un comando del autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), uno de los grupos más activos de la guerrilla en la Argentina, que atacó y mató a Somoza que vivía exiliado aquí tras el triunfo de los sandinistas en 1979.

El 20 de septiembre de 1980, durante el allanamiento a una vivienda en un barrio de Asunción, la policía abatió con unos 15 balazos a Irurzún, quien presuntamente enfrentó con armas de fuego a los agentes, según los informes oficiales.  

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