- A sus 41 años, se ha convertido en un hombre de muchas facetas. Desde esposo y padre de familia, hasta empresario, ejecutivo, diplomático y representante de varios sectores empresariales
Martha Danelia Corea [email protected]
La decoración de su oficina, ubicada en LAFISE en el Centro Banic, está compuesta más por fotos familiares, reconocimientos y premios otorgados por varias instituciones y organismos públicos y privados.
LA PRENSA: ¿Cómo entra Enrique Zamora al mundo empresarial?
Enrique Zamora: Formalmente en 1985, cuando mi hermano Roberto inicia LAFISE en la ciudad de Miami y después de graduarme en Ingeniería Industrial en la Universidad Autónoma de Centroamérica en Costa Rica.
LP: ¿Con qué objetivo crean LAFISE?
EZ: Mi hermano Roberto trabajaba como vicepresidente del Departamento de Mercado de Capitales en el Citibank en Caracas, Venezuela, y cuando muchos de los bancos internacionales y empresas abandonaron la región centroamericana, dejaron un vacío importante en el área financiera. Él creyó que podría encontrar un nicho de mercado en las empresas multinacionales mayormente norteamericanas que permanecían en la región y simplemente renuncio al Citibank y se trasladó a Miami fundando LAFISE en 1985. En agosto de ese mismo año y recién operado de una hernia inglinal, viajé a Miami y me incorporé sin imaginarme nunca el alcance, prestigio y proyección internacional de que hoy goza LAFISE tanto a nivel nacional como internacional.
LP: ¿Le sorprendió el éxito de LAFISE?
EZ: Más que sorprendido, agradecido por el reconocimiento que nuestros clientes nos han dado, por lo que yo añadiría que el éxito nuestro es el reflejo del éxito que han obtenido nuestros clientes. Han sido 15 años de trabajo continuo, los primeros años fueron de aprendizaje. Roberto tuvo la visión de un mercado de servicios financieros centroamericano y los mismo cambios que se venían dando en la región dieron la oportunidad y poco a poco fuimos creciendo y abriendo oficinas siendo la primera en Venezuela en 1986 y la última en Nicaragua a mediados o finales de 1990.
Roberto ha obtenido premios y reconocimientos importantes como el Premio Bravo de la Revista Latin Trade como el banquero más influyente en Latinoamérica en 1997. Fuimos y seguimos siendo de gran ayuda en la toma de decisiones de esas empresas.
LP: ¿Cómo incursiona usted en la parte turística?
EZ: Al trabajar con LAFISE asistí a muchos seminarios y conferencias de negocios en lugares con atractivos turísticos donde éramos invitados. Por ejemplo en Cancún se iniciaron una serie de Conferencias sobre Posibilidades de Inversiones entre México y Centroamérica dándose cita los principales líderes empresariales y jefes de estado de la región, lo que permitía combinar el trabajo con el turismo. Otros lugares que promueven este tipo de reuniones o convenciones son Puerto Rico, Aruba, República Dominicana y Costa Rica.
LP: ¿Cómo hace para relacionar sus actividades?
EZ: Desde el inicio mi nicho de mercado ha sido el turismo empresarial, o sea, promover actividades turísticas dentro del sector empresarial o efectuar seminarios y reuniones de negocios en un ambiente tropical y diferente a lo tradicional. Como Gerente General de LAFISE he tenido que recibir inversionistas extranjeros, banqueros, amigos, empresarios o periodistas que te hacen muchas preguntas sobre la situación general del país, y a veces es más fácil llevarlos por un recorrido muy rápido por la ciudad de Managua, Masaya, Granada y por supuesto las Isletas
LP: ¿Se considera un hombre multifacético?
EZ: La vida me ha hecho así. Yo me bachilleré a los 16 años. A esa misma edad entré a la universidad y salí de Ingeniero Industrial casi 10 años después. Irónico. Esos son los trastornos a que uno está expuesto en nuestros países a causa de la inestabilidad política y social que se somete a la población, te cambian la vida y había que adaptarse a esos cambios. Viajé al exterior y estudié inglés. Mi primer empleo fue en el Club Atléticos de Pittsburg donde trabajaba en la cocina.
LP: ¿De cocinero?
EZ: No. Los dos primeros días fue limpiando todos los detalles de la cocina, piso, paredes, techo y el horario era de 9 de la noche a 5 de la mañana y después con un horario de 3:30 p.m. a 1:00 de la mañana lavando platos 8 horas continuas. El Club tenía cinco pisos y los platos nunca dejaban de llegar y por último de asistente del chef. Después de eso trabajé con el Dr. Robert Hingson (q.e.p.d.), presidente fundador de la Bro-ther’s & Brother Fundation, quien fue el inventor de la Pistola de la Paz que se utilizaba para poner vacunas (vacunaba basándose en presión), quien ayudó mucho a Nicaragua en los años 60 y durante el terremoto del 72. Hoy su hijo Lucas Hingson continúa enviando ayuda en equipos de hospital y medicinas. Yo le acompañaba en sus campañas de vacunación. Inicié nuevamente la carrera en Costa Rica a principios de los 80 obteniendo el título en 1985.
LP: ¿Cómo hace para combinar tantas actividades?
EZ: Mi trabajo me permite más flexibilidad que otras disciplinas que requieren de permanecer en un sitio determinado. Muchas veces el participar en las actividades me permite tener contactos más directos y más seguidos con mis clientes, ya que en muchas ocasiones coincidimos en las actividades y hasta se facilita el trabajo. Por la misma dinámica de desarrollo que lleva el país, todos los días hay actividades empresariales y en algunos casos son nuestros clientes y en otros somos clientes.
LP: ¿Qué es lo más importante para Enrique Zamora?
EZ: La familia. Eso es algo que nos lo ha transmitido mi mamá, quien ha mantenido la unidad familiar. Mi padre siempre nos ha transmitido la disciplina del trabajo. Los 4 hermanos Zamora Llanes trabajamos juntos. En muchas actividades participan mis hijos y mi esposa. Me gusta que ellos me acompañen y a ellos les gusta acompañarme. A través del ejemplo ellos pueden asimilar más rápido lo que uno les dice para su formación.
LA VIDA DE ENRIQUE ZAMORA
Es el menor de los cuatro hijos del matrimonio conformado por el Dr. Justo Pastor Zamora y doña Carmen Llanes. En 1990 contrae nupcias con Sandra Amador. Es padre de tres niños, Mónica (8 años), Enrique (7 años) y Carolina (2 1/2 años). Su religión es la católica. “Cuando voy a misa voy con toda la familia”, dice Enrique.