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Joaquín Cuadra Lacayo.

“La gente no come ideologías”

El ex jefe de las Fuerzas Armadas de Nicaragua dice que no tiene afán de protagonismo, que no lo afecta el síndrome de la “presidentitis”, que quiere contribuir a la democracia del país y combatir la corrupción que se erige como un fuerte dique de contención Cuadra recuerda que el también general retirado Humberto Ortega […]

  • El ex jefe de las Fuerzas Armadas de Nicaragua dice que no tiene afán de protagonismo, que no lo afecta el síndrome de la “presidentitis”, que quiere contribuir a la democracia del país y combatir la corrupción que se erige como un fuerte dique de contención
    Cuadra recuerda que el también general retirado Humberto Ortega se enojó, peleó y se apartó cuando fue nombrado por doña Violeta como Comandante en Jefe. El presidente del MUN afirma que asumió y mandó porque no tenía complejo de subordinado para toda la vida, aunque Ortega pretendía seguir comandando al Ejército desde su casa

José Adán Silva [email protected]

El general retirado Joaquín Cuadra Lacayo dejó de ser el Comandante en Jefe del Ejército de Nicaragua en febrero de este año, y desde entonces se le ha visto peleando en el terreno civil por abrirse un espacio en el juego de la política nicaragüense.

Busca cómo formar una organización política que lo lleve a participar en las próximas elecciones del 2001. Esto despertó el celo y la “enemistad” de su antiguo partido y sus compañeros de armas: el FSLN, organización en la que se inició en las armas en 1971.

En 1971 tenía 20 años. Joaquín Cuadra Lacayo nació en abril de 1951 y su primera operación militar de envergadura fue en diciembre de 1974.

En esa fecha (1974), un comando guerrillero de 13 efectivos denominado Juan José Quezada, irrumpió en la residencia de Chema Castillo donde murió el aristócrata allegado a la familia Somoza. Cuadra era jefe de una de las tres escuadras que conformaban el comando.

Cuadra, quien sólo llegó a terminar su bachillerato, fue jefe del Frente Interno de Managua entre 1978 y 1979, una unidad guerrillera que preparaba emboscadas a la Guardia Nacional y que asaltaba bancos para comprar armas.

También fue comandante guerrillero del Frente Norte entre 1976 y 1978. Esta era una unidad de combate que operaba en las zonas del norte del país. Ahí, en esas columnas, conoció a quien años más tarde fuera a gobernar Nicaragua por diez años: Daniel Ortega Saavedra.

Dice Cuadra que con Daniel Ortega compartió muchos momentos agradables que todavía perduran en la memoria del general retirado. Pero aquella amistad forjada en la guerrilla, ha desaparecido para dar paso a una rivalidad política que surge cuando el general retirado, por desacuerdo con la forma en que Ortega dirige el Frente Sandinista, decide abandonar el partido para formar su propia agrupación.

El general retirado ahora quiere ser presidente de Nicaragua. Dice que no lo hace por “presidentitis”, pero busca el poder con el supuesto objetivo de contribuir a la democracia del país, que para él, es apaleada por el Partido Liberal Constitucionalista y por el FSLN. “Eso es imperdonable”, dice Cuadra.

-¿Qué cosas le dejó la vida militar que sean aplicables a la política?

“Yo creo que me dejó un cierto sentido de disciplina, de orden mental para el proceso de tomar decisiones. Me dejó una capacidad de un método de analizar la correlación de fuerzas, los adversarios, las fuerzas que se mueven, las ventajas, desventajas, manejar los recursos con que contás.

La vida militar te ordena las ideas. La vida militar te deja una capacidad administrativa, sentido de organización. La vida militar que nosotros llevamos, te enseña a manejar situaciones de crisis intensas bajo presiones, donde están en juego vidas humanas y no dinero o poder político”.

-Pero también le enseñó a dar órdenes, a ejercer un mando vertical de fuerza, de imponer la bota y el fusil…

“Yo creo que eso no me afecta en un proceso democrático, porque antes de tomar una decisión en la vida militar, el proceso de toma de decisión es en consenso. Los logísticos, los retaguardias te hacen sus propuestas, el personal de cuadros propone, el Estado Mayor las analiza, combina… hay un proceso ahí totalmente participativo. Cuando la decisión está tomada, ahí sí el mando es vertical, pero para llegar a ella hay una enorme participación: Inteligencia te da sus informes, opina, el otro te da su opinión y al final, se llega a una decisión.

Donde se cierra fila es en la aplicación de la decisión, por seguridad y disciplina, se convierte en orden. Además a mí no me caracterizó nunca el grito, el trompón o la patada para hacer cumplir la orden. No soy de ese estilo cuartelario”.

-¿Quién o qué le metió la idea de que usted podía ser Presidente?

“Yo creo que aquí es importante diferenciar dos cosas: Uno, lo que es la presidentitis y el deseo ciego de ser Presidente, no me ha caracterizado. Lo otro es que la convicción de la necesidad de hacer algo por Nicaragua es algo que ha estado en mí desde que dejé todas las comodidades de mi vida, mi juventud, mi familia y muchas otras cosas, por ayudar a Nicaragua a salir del somocismo. Eso sin recibir nada a cambio, más que balazos y gente que te quiere matar.

Cuando me decidí a que la lucha armada era el único camino para derrotar la dictadura, ni siquiera sabía que iba a llegar vivo y estaba dispuesto hasta dar la vida por Nicaragua. Si hice eso, siendo joven y sin futuro, y usando la violencia, por qué no voy a poder hacerlo cívicamente?”.

-¿Tiene idea de cómo obtener el voto de los nicaragüenses si fuera a unas elecciones?

“Francamente tengo una actitud y una decisión de aportar a Nicaragua en lo que esté a mi alcance, contribuir a que salga del atolladero en que se encuentra. Creo que los nicaragüenses están cansados de no ver una perspectiva de buen futuro, de los casos de corrupción y la debilidad de las instituciones; todas esas cosas son como un gran dique de contención, para maniatar las libertades políticas y sociales de los nicaragüenses. Pero en ese dique, hay un pequeñito hoyo donde se sale el agua, en forma de rechazo de la gente al pacto. Nuestro trabajo es buscar cómo hacer más grande ese hoyo, para que la gran masa de agua contenida pueda fluir. Para mí no es tan importante pensar en mi futuro político, no pensar en cómo obtener votos, lo importante es romper ese dique”.

-¿Tratará de romper el dique de las dos familias políticas?

“Sí, pero tratando de ser responsable, respetuoso, sin ser grosero ni chabacano con nadie. Yo critico las políticas del gobierno, pero jamás voy a vulgarear a la persona o a la familia de Arnoldo Alemán. Podré estar en contra de la corrupción en la que ha sumido la dirigencia y la cúpula del FSLN, pero jamás voy a vulgarear a Daniel Ortega y su familia, de la cual guardo recuerdos gratos, pero sí voy a defender la vida pública y si ellos están ahí, en la cosa pública, ni modo”.

-¿Qué queda de esa relación que se gestó en la guerra, entre usted, el general Humberto Ortega y su hermano Daniel?

“Tengo poca relación hoy con ellos. Sólo guardo en mi mente recuerdos sumamente gratos de la etapa de mi vida en que compartimos la lucha, ideales, peligros, temores, muchas cosas. Sin embargo, hoy no tenemos ninguna relación porque, creo yo, que se debe a la mentalidad que han demostrado tener de intolerancia, de que si no estás conmigo, subordinado, estás en contra.

El general Humberto Ortega se enojó, peleó y se apartó cuando él pretendió seguir mandando en el Ejército y yo fui nombrado por doña Violeta como Comandante en Jefe. Yo asumí y mandé, porque no tenía complejo de subordinado para toda la vida.

Y mandé, hice lo que tenía que hacer, aunque él pretendía desde su casa seguir comandando. Y se enojó. Lo siento mucho que se haya enojado, pero ese es su problema, no el mío. Esa es una mentalidad bien intolerante de ver a todos como subordinados”.

-¿Usted cree que esa mentalidad que señala de Humberto Ortega siempre ha sido así, desde la guerrilla, o la adquirió después de la guerra?

“No te podría decir porque no lo conocí mucho durante la guerra de liberación. Pocas veces lo vi o compartí con él. Y durante los ochenta fui su subordinado y había que actuar así, enérgico, porque era una actitud normal ante la guerra. Pero cuando todo no resultó bien, fue cuando él tomó la pretensión de seguir mandando desde afuera, lo cual no es correcto. Es como si yo ahora quisiera seguir mandando al general Carrión. Me negué a ser mandado y eso lo molestó”.

-¿Sigue Joaquín Cuadra siendo sandinista?

“Más que ideologías, formo parte de una agrupación política sin ideologías, porque estamos convencidos que la gente no come ideologías. La ideología no cura a la gente y nosotros no vendemos ideologías. Queremos desde el MUN plantear soluciones, no ideologías. Sin ninguna ideología hemos adquirido una lucha permanente contra la corrupción, porque la misma ideología muchas veces está corrompida, o termina por corromper”.

-Repito, ¿sigue siendo sandinista?

“Sólo mantengo y trato de guardar la agenda de Sandino, que está vigente y que no es propiedad de un partido, porque la agenda de Sandino era una agenda abierta, humana, de actitud ética, no era una agenda corrompida.

Entonces en ese sentido, de guardar los ideales humanistas y de justicia de Sandino, que es de los nicaragüenses que quieren a su patria, pues sí soy”.

-¿Estaría dispuesto a buscar el alero sandinista, si el FSLN cambia?

“Las circunstancias actuales, de acuerdo de cómo se van desarrollando, con la cercanía de una posible Constituyente… hoy por hoy las cosas van caminando en sentido contrario a mis ideales, a lo que Sandino pensaba y a lo que los nicaragüenses quieren.

No pienso volver a un partido donde se es intolerante y donde la bandera de la defensa de los pobres y de los nicaragüenses se cambió por la de la corrupción”

-Si ustedes no encuentran ese hoyo en ese dique, y su participación queda bloqueada al no obtener personería jurídica ¿qué van a hacer para romperlo?

“Yo creo que aquí no sólo por la vía de obtención de la personería jurídica vamos a continuar presionando para derribar ese dique. Hemos demostrado a la ciudadanía que somos una fuerza política democrática, que cumplimos las leyes, que tenemos una posición bien clara y con todas estas armas es posible botar ese dique, o aunque sea abrirle un hoyo”.

-¿Podría romper ese dique de un balazo?

“Yo creo que esas alternativas únicamente agravarían la situación de Nicaragua, y ese dique, que tal vez es de madera y tiene huequitos, podrían hacerlo de metal duro y eso sería peor. Aquí no hay otro recurso que no sea la lucha política, en un marco cívico. Tarde o temprano ese recurso da resultado, a como se está viendo en Nicaragua, donde por circunstancias no calculadas dejaron pasar a los conservadores y ahora, este escenario que nunca imaginaron los pactistas, se rompió y está abriendo un hueco por donde el pueblo está escapando del dique de contención. Yo diría, con toda franqueza, que el FSLN y el PLC están asustados”.

-Usted dice que no lo caracterizan las ansias de protagonismo, ¿no cree usted que los nicaragüenses pueden ver como una ansia de poder el que usted haya salido, de un cargo de decisiones verticales en el Ejército, para buscar una presidencia?

“Yo creo que no tiene que ver una cosa con la otra. Son dos escenarios distintos y la gente reconoce el grado de profesionalismo alcanzado por el Ejército. Ese es un tipo de trabajo, el político es otro asunto. Son otros los esquemas, las formas de trabajo. Es una cosa de consenso, no es de orden, no es de voz y mando. Si la gente relaciona esto no creo que lo haga de manera negativa, hay muchísimos ejemplos en todas partes en que personas con mayor vocación militar que la mía, han ocupado roles relevantes sin el estilo cuartelario que caracteriza la vida militar”.

-Aquí hay una cultura política de que la gente vota por alguien que ha hecho cosas. ¿Qué acciones han acompañado al general Cuadra que lo puedan respaldar para buscar ese voto de los nicaragüenses en caso de que participe en las elecciones?

“Bueno, yo creo que… estuve como todo mundo sabe, desde el triunfo de la revolución en la vida militar. Son 20 años de vida militar, al servicio de un cuerpo de Defensa. Llegué ahí por haber decidido participar con total entrega y sacrificando muchas cosas, en el derrocamiento de la dictadura somocista durante muchos años, con la muerte al lado. No llegué de gratis a profesionalizar el Ejército. En segundo lugar, creo que el papel que el Ejército jugó en los primeros años de la lucha contra la agresión de las fuerzas contrarrevolucionarias fue un papel determinante para la historia de Nicaragua. Estoy seguro que la Nicaragua de hoy no hubiese sido la misma si la contrarrevolución, con los dirigentes que tenía a la cabeza, que eran ex miembros de la Guardia Nacional, hubiera llegado al poder”.  

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