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Virtudes de las empresas familiares

José Leñero G. Cuando se habla de las empresas familiares todos sabemos que en nuestro país son muy numerosas, pero no imaginamos que, en Latinoamérica, la proporción de las que su capital no se transa en bolsas, sino que permanece en poder de las familias propietarias, se acerca al 98% del total de empresas y […]

José Leñero G.

Cuando se habla de las empresas familiares todos sabemos que en nuestro país son muy numerosas, pero no imaginamos que, en Latinoamérica, la proporción de las que su capital no se transa en bolsas, sino que permanece en poder de las familias propietarias, se acerca al 98% del total de empresas y que su contribución, tanto al PIB, como al empleo, es cercano al 90%.

El excelente libro de Ernesto Poza Valle, un reconocido consultor de empresas familiares, titulado A LA SOMBRA DEL ROBLE, 1995, y dedicado a ayudar a elevar el desempeño de estas empresas, cita estadísticas de los Estados Unidos, donde las empresas familiares representan el 80% del total de empresas, generan también el 80% de los empleos del país y contribuyen con el 50% del PIB.

Estas cifras muestran que en ningún país se puede dejar de lado el desempeño de ellas cuando se quiere hacer pronósticos sobre el comportamiento de sus economías en la globalización, en el comercio por internet, en la generación de empleo y en cualquier otro parámetro de significado nacional o regional.

Las empresas familiares, como todo organismo vivo, tienen virtudes y defectos. Dada la limitación del espacio de esta columna, hoy me concentraré en una rápida mirada a sus virtudes.

Ordenando los datos del libro de Poza con mi propia experiencia, se puede identificar en ellas siete grandes virtudes: 1. Empuje, 2. Negocios bien definidos, enfocados a nichos específicos, 3. Calidad de sus productos y servicios, 4. Agilidad de respuesta, 5. Énfasis en los costos, 6. Concentración de las acciones y 7. Alta rentabilidad.

En la imposibilidad de analizar aquí cada una de estas virtudes, quiero señalar que veo en ellas una base común. La empresa es la concreción del sueño y de la vocación del fundador por hacer algo valioso, especialmente para el entorno en que vive. Así, él es capaz de visualizar las necesidades y expectativas no satisfechas del grupo social de ese entorno y pone en su satisfacción, todo su empuje creativo y realizador.

De aquí que no le sea difícil hacer que su negocio esté bien focalizado (2) y que, en pos de ese foco concentre las acciones (6).

Por otra parte, es en estas empresas donde tiene mayor fuerza el comentario de Fernando Leñero en su tesis de incorporación como Maestro de Número de la U. Autónoma de CA, en 1989, cuando afirmó: “Los productos no son huérfanos. Tienen una familia que responde por ellos, porque son el fruto de la calidad del trabajo que realizan en una empresa, sus gerentes y trabajadores”.

Así, cada bien o servicio que la empresa entregue a su entorno, es un mensaje de la Calidad (3) y Agilidad de respuesta (4) que esa familia está dando a sus clientes que, más que tales, especialmente cuando se inicia, son los amigos del fundador y de su personal.

Como en la empresa familiar los recursos son escasos, hay que cuidar los costos (5) y como corolario de todo lo anterior, su rentabilidad es muy superior a la de las grandes empresas. En efecto, en los Estados Unidos mientras la rentabilidad promedio de las familiares es 28.1%, la de las grandes corporaciones es de apenas 10.9%.

Así, ayudar a fortalecer a estas empresas es esencial para el progreso del país.

*Consultor Internacional.  

Economía

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