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Amores que trascienden culturas

Itziar y carlos, una singular parejaA la española Itziar Garalde, originaria del país Vasco, una visita a una centro recreativo capitalino especializado en música de la Costa Atlántica le cambió la vida. En ese lugar y en el año 1991, conoció a su esposo y padre de sus dos hijos de siete y 21 meses […]

Itziar y carlos, una singular pareja
A la española Itziar Garalde, originaria del país Vasco, una visita a una centro recreativo capitalino especializado en música de la Costa Atlántica le cambió la vida. En ese lugar y en el año 1991, conoció a su esposo y padre de sus dos hijos de siete y 21 meses respectivamente, el costeño y poeta Carlos Rigby.

Itziar de piel muy clara y ojos azules celestiales, confiesa que Carlos le atrajo desde la primera vez que lo vio bailando al son de una canción de Bob Marley, pero lo que terminó por enamorarla fue la gravedad de su voz.

A Carlos por su parte le llamó la atención el parecido físico que a su juicio tiene Itziar con una tía muy querida por él de nombre Lucita. No obstante, lo cautivó su sencillez y humildad.

La estadía de esta española de 34 años sería en primera instancia temporal. ‘’El amor que me une a Carlos me motivó a quedarme y abrirme paso aquí a través de mi trabajo como pintora y el arte de elaboración de piezas en papel reciclado’’, dice Itziar.

El decidir radicar definitivamente en este país no es el único cambio drástico que ocasionó el amor en la vida de Itziar, ya que según ella, antes de unirse a Carlos no profesaba ninguna religión, hoy en cambio asiste a la Iglesia Morava que tiene como base la religión costeña.

Carlos, quien es 20 años mayor que su pareja, cuenta que la cultura de Itziar favorece mucho la relación de ambos en el sentido que ella no es celosa, puesto que la mujer europea es menos desconfiada que la nicaragüense con respecto a la fidelidad.

Ella por su parte dice: ‘’Carlos no es el típico machista nicaragüense, él no desconfía de mí si me ve platicando con alguien y me ayuda mucho con el cuido de los niños y las tareas del hogar, ambos compartimos los gastos de la casa y el hecho de que somos de distintas culturas no es un problema en la relación’’.

Lo que sí molesta a Itziar de su pareja es que es algo desordenado. ‘’Esto es un aspecto que yo no tolero porque soy muy responsable y puntual por la influencia europea, pero curiosamente siempre me atrajeron personas que son todo lo contrario a mí’’.


Se enamoraron en polonia

Moreno hasta los pies, ella rubia como el sol, él no hablaba polaco, ella menos español. Ricardo Baltodano se fue a Polonia sin sospechar que iba a encontrar el amor en aquel lugar. El nica de la polaca Jolanda Kulka se enamoró.

Llegó en 1986 a Polonia a estudiar becado la carrera de Administración Turística y Hotelera. Esta pareja se conoció en una fiesta que ofrecieron unos amigos árabes que tenían en común y, según Ricardo, la polaca le gustó desde que la vio.

‘’En Polonia abundan las rubias ojos azules, Jolanda me gustó porque a pesar de ser polaca, físicamente tenía rasgos de latinoamericana, en ese tiempo usaba el cabello negro y percibí que era muy dulce y atenta. No me equivoqué. Durante el tiempo que convivimos en su país, ella fue como un ángel para mí’’, dice Ricardo.

“Me lavaba, planchaba, cocinaba, es muy atenta conmigo, inteligente, sensible y trabajadora, todo eso me enamoró de ella’’, dice Ricardo.

Después de un año de compartir un pequeño apartamento en Polonia, en el que vivían Ricardo, Jolanda y un compañero de clases de éste, la vida se encargó de separarlos.

Empujado por una tragedia familiar que lleva a Ricardo a regresar a Nicaragua por la muerte súbita de su hermana en un accidente aéreo, esta pareja se separa por un año, pero ni el tiempo y la distancia los llevaron al olvido.

Durante la separación mantuvieron contacto por cartas hasta que Ricardo cumplió su promesa de regresar a Polonia, pero esta vez no para quedarse con ella allá, sino para traérsela a Nicaragua.

“Las diferencias culturales no incidieron en la relación estando en Polonia, ya que a mí me encantaban los latinos, los europeos son trabajadores, sinceros, pero son fríos, los latinos son bailarines, pachangeros, bromistas y más mentirosos, precisamente por eso creo que son más interesantes’’, dice Jolanda.

“Al llegar a Nicaragua me encontré con el contraste cultural, Ricardo y yo vivimos juntos por más de un año y aquí las relaciones prematrimoniales no son aceptadas por su familia evangélica ni la sociedad, por lo que después de recogerme en el aeropuerto, la familia de mi esposo me llevó a una casa que tenían en las afueras de Managua y Ricardo se quedó en Las Brisas, sólo permitían que llegara a hacerme visita’’, relata Jolanda.

Después de ‘’jalar’’ por unos días, Ricardo y Jolanda se casaron el 21 de agosto de 1991. Un año después, el 22 de agosto de 1992 nació su primer y único hijo, Andrés, rubio y ojos azules como su madre. Ella es actualmente asistente de gerencia en un banco y él trabaja de manera independiente.


Una pareja suizo-nica

Guny Bianchi, de origen suizo, tiene 18 años y dos meses de novio con la nicaragüense Ivonne Silva, de 17 años. Él cursa primer año de Ingeniería Industrial en la Universidad Iberoamericana de Ciencia y Tecnología (UNICIT), ella cuarto año de secundaria en el Ramírez Goyena.

Se conocieron en los hípicos de Managua el pasado primero de agosto. Ivonne afirma que es la primera vez que tiene un novio que no es nicaragüense. Lo que le gusta de esto es que “Guny no es celoso, ni desconfiado como los nicas’’, expresa.

Guny por su parte admite no ser celoso, aunque, según él, las nicaragüenses dan motivos para serlo. “Las nicas son diferentes a las suizas en el sentido que aquí se toman el noviazgo a la ligera, no lo ven como algo formal, hasta después de un tiempo. En cambio en Suiza, el noviazgo se toma con más responsabilidad’’, dice Guny.

“Aunque las suizas no tienen prejuicios como no pedirle a un muchacho que sea tu novio si te gusta mucho, cuando están de novias son más recatadas, las nicaragüenses son más liberadas, esto es notorio en la forma de bailar por ejemplo, la nicaragüense es muy provocativa”, añade.

“Los padres suizos intervienen mucho en las relaciones de sus hijos, están pendientes de su noviazgo y si tenés algún problema en él, aquí toman más distancia. Las novias nicaragüenses que he tenido son muy cariñosas y atentas, las nicas son más expresivas y eso me encanta’’, añade.


‘La atracción fue instantánea’

La nicaragüense Lucidalia Umanzor, estudiante del último año de la carrera de Administración Turística y Hotelera, llegó a una entrevista de trabajo de la que salió no sólo con empleo temporal, también encontró el amor en quien fuera su jefe y actual novio, el licenciado Miguel Ramírez, gerente de mercadeo y ventas del Hotel Princess.

Miguel, mexicano de 26 años, y Lucidalia, de 22, nos cuentan que llevan ocho meses de novios e iniciaron su noviazgo a las dos semanas de conocerse. ‘’La atracción fue instantánea’’, coinciden.

‘’Yo buscaba trabajo para realizar mi pasantía en la carrera y a Miguel le tocó entrevistarme. En ese tiempo él trabajaba con una empresa australiana, a los pocos días me invitó a salir y se dio la relación’’, dice Lucidalia.

‘’Cuando la vi me dije: esta nica está simpática’’, confiesa Miguel quien ha tenido novias de diferentes nacionalidades, dado que por su trabajo tiene la oportunidad de residir en países latinoamericanos, pero que es en Nicaragua donde siente que lo han recibido mejor.

Como toda pareja, Miguel y Lucidalia tienen sus ‘’problemitas’’, pero en ellos, según ella, tienen como base la cultura mexicana que como es lógico, Miguel tiene muy marcada.

‘’Es muy celoso, tenemos problemas porque a él no le gusta que abrace y bese en la mejilla a mis amigos al saludar o que si me encuentro a alguien sea yo quien tome la iniciativa y salude. Él dice que en México eso no se acostumbra y que me veo muy mal, sin embargo aquí es de lo más normal’’, confiesa.

‘’Me encanta que es muy educado, cariñoso y tierno, creo que eso tiene mucho que ver con la formación que recibió’’, añade Lucidalia.

‘’He estado en varios países de América Latina, como Argentina, Chile y Uruguay, existe mucha diferencia entre las familias nicaragüenses y las de otros países, aquí la gente es más abierta, te dan confianza, en otros países son más desconfiados’’, señala Miguel.

En cuanto a la manera de divertirse, Miguel dice que encuentra muchas diferencias con las nicaragüenses. ‘’Supongo que por la influencia norteamericana que hay en México, allá no se escucha mucho el merengue y la salsa, en cambio aquí les encanta’’, añade.

“En mi país no se acostumbran los desfiles hípicos, con mi novia ya fui a varios, a mí me gusta ir al teatro, aquí no es habitual, pero me agrada la cultura nicaragüense y aprender de ésta. Es bonito como convive el nica”, dice.

La comida en esta pareja no es problema. A ella le encanta la comida mexicana y a él la nica, especialmente el Vaho y los quesillos.

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