Siento en el alma lo romántico, hechizo,
la pasión vehemente que me calcina,
¡divina criatura!; flor del paraíso!
¡sálvame de la hoguera que me asesina!
Dame la vida en el misterio de un beso;
¡bendita agua fresca con sabor a miel!
por la pasión y el amor que te profeso
agonizo en el cáliz de amarga hiel.
Bajo el cielo y ante ti, he de hacer mi promesa;
que yo he de ser la alegría en tu tristeza,
de llama viva, que mi pasión convierte,
en el blanco pájaro melificado,
aquel que cumplirá su condena a muerte,
por el delito de estar enamorado.