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Con la ayuda del Tarot, doña Andrea Peña dice que puede encontrar alguna solución a las enfermedades del cuerpo y el alma de las personas que acuden a su consultorio.

Los “consultores espirituales” del pueblo

Orlando [email protected] Muchos les llaman brujos, pero ellos prefieren que les llamen “médicos naturistas” o “consultores espirituales”, ya que su trabajo consiste en dar “consejos” a las personas que llegan en busca de alivio a sus problemas sentimentales, o “curar” a los que padecen enfermedades de cualquier tipo mediante brebajes y cocimientos que sólo ellos […]

Orlando [email protected]

Muchos les llaman brujos, pero ellos prefieren que les llamen “médicos naturistas” o “consultores espirituales”, ya que su trabajo consiste en dar “consejos” a las personas que llegan en busca de alivio a sus problemas sentimentales, o “curar” a los que padecen enfermedades de cualquier tipo mediante brebajes y cocimientos que sólo ellos conocen.

Doña Andrea Peña Aguirre, de 55 años y nacida en este pueblo, es de esas “consultoras” que diariamente atiende a muchas personas que llegan de todo el país en busca de algún amuleto para la buena suerte o algún brebaje para curarse alguna enfermedad incurable.

En el cuartito, contiguo a la sala de su casa, esta señora de rasgos indígenas atiende frente a una pequeña mesa donde tiene muchos objetos esotéricos, entre ellos varias pirámides, un buda, unos caballos de cerámica, candelas, incienso, aceites y esencias aromáticas, mientras a un lado de la pared, en una especie de biblioteca, se destacan varios libros de un curso de esoterismo, en el que se puede leer fácilmente algunos temas como grafología, parasicología, cartomancia y otros.

Ella dice que a su casa llega mucha gente a la que los médicos ya no le hayan cura a sus males. “Es gente que anduvo en todos lados o personas desahuciadas, que muchas veces ya está pasada la enfermedad y no hay nada que hacer por ellas”, dice con serenidad.

Doña Andrea cuenta que lo primero que hace es jugarle las cartas o leerle las manos a estas personas, para saber qué es lo que tienen y así recetarles algún medicamento basado en yerbas y raíces naturales, con las cuales a los ocho o quince días la gente empieza a sentirse mejor y asegura que por eso muchos regresan donde ella para agradecerle por los consejos y la medicina que les dio.

La mayoría de la gente que visita a doña Andrea son personas enfermas, algunas procedentes de las regiones más alejadas del país y otras incluso de países vecinos, hasta donde ha llegado la fama de su trabajo.

Algunos de los servicios que ella ofrece incluyen la elaboración de amuletos para la buena suerte en los negocios, “limpia” de casas de las malas vibraciones, perfumes para conquistar al ser amado, descubrir por medio de las cartas a la persona que le ha robado algo a alguien, preparos o “contras” para contrarrestar el efecto de algún maleficio lanzado por algún enemigo y otros secretos reservados sólo para los que la visitan personalmente.

Para las muchachas que desean atraer a un joven o simplemente saber si su novio es fiel con ellas, doña Andrea tiene algunos consejos y esencias que pueden funcionar, pero para eso la persona tiene que entrevistarse con ella para hacerle un “estudio” personal a su caso y así determinar si lo que necesita es un amuleto, un sortilegio o simplemente un consejo. Sin embargo, doña Andrea advierte que nada de esto funciona si la persona consultante no tiene fe y confianza en los consejos y “secretos” que ella le revele.

Aunque parezca mentira, todos estos conocimientos mágicos, lejos de ser un don reservado sólo para algunos “ungidos”, le fueron trasmitidos por don Pablo López, un amigo ya difunto, que además de enseñarle a jugar el tarot, la inició en el estudio de las ciencias ocultas.

Doña Andrea dice que a veces llegan personas buscándolas para que les haga algún trabajo “sucio” o maleficio para causarle daño a otra persona, pero ella les dice que esos “trabajos” no los hace, porque su misión es ayudar y no hacer daño a los demás, por lo que las manda donde otros que talvez quieran condenarse. Otro tipo de personas que llegan con mucha frecuencia a su “consultorio” son los comerciantes, sobre todo en épocas de pocas ventas o en casos de robos de mercadería.

El costo de la consulta es de cincuenta córdobas, pero si la gente no tiene esa cantidad, de todas formas ella siempre le atiende, incluso si no lleva dinero, porque según ella, si la gente llega, es porque necesita ayuda. Doña Andrea no tiene horario de trabajo, pues ella atiende de Lunes a Domingo a la hora que el “cliente” llegue, pero son los lunes, miércoles y viernes los días que más llegan personas a su “consulta”. La dirección de doña Andrea es más que conocida en todo Diriomo, sólo basta mencionar su nombre y cualquier poblador se la da.  

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