En comparación con lo que hizo durante su mandato presidencial el Dr. Arnoldo Alemán Lacayo, podríamos llamar “nimiedades” el Watergate del ex-presidente Richard Nixon, que por el espionaje telefónico en el cuartel general de los demócratas le costó la Presidencia, y el enredo sexual con Mónica Lewinsky del ex-presidente Bill Clinton, que también casi le cuesta la Presidencia.
En realidad, si en Estados Unidos a uno le costó la Presidencia, y al otro casi le costó, ¿por qué ante hechos tan graves como el enriquecimiento ilícito —que no fue otra cosa más que apropiarse indebidamente de los dineros del Estado que pertenecen a todo el pueblo—, el Dr. Alemán sigue tan campante, y ahora como diputado y presidente de la Asamblea Nacional?
Me pregunto si es que en realidad no hay justicia en Nicaragua que dé su merecido castigo a quienes transgreden la ley.
Róger E. Sánchez