Róger Blen
El pasado 1 y 5 de septiembre se efectuó en la Sala Experimental Pilar Aguirre y en la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío, por parte del grupo de teatro Talía de Nicaragua, un homenaje a la excelente actriz Evelyn Martínez, en reconocimiento a su larga trayectoria como actriz y cantante. Se le impuso la Orden Carlos Garzón de la Unión Nacional de Artistas Plásticos (UNAP) y la Fundación Carlos Garzón por los maestros Carlos Garzón y Genaro Lugo, orden que seguirá siendo otorgada a personalidades que se han destacado en nuestro país. A dicho evento asistió lo más selecto de nuestras artistas e intelectuales, contando con la presencia de la gran actriz española María Rosa Martínez, viuda de Alberdi, quien viajó desde Honduras para estar presente en dicho acto.
A Evelyn la conocí hace cuarenta años, en 1965, actuando en la obra Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona, en la cual ella hizo su debut y magistralmente dirigida por el actor mejicano César Sobrevalls, con un elenco de primera de actores y actrices. Para esa época Evelyn era casi una adolescente contando con sus 17 años de edad.
A la presentación de la obra fui invitado y también el gran maestro del teatro y ballet Adán Castillo, director del grupo teatral La Comedia del Arte, al cual yo pertenecía.
La críticas de la obra se dieron después de la presentación, pero lo que más recuerdo fue cuando el profesor Castillo me dijo que Evelyn se destacó y que veía en ella un gran futuro para el teatro en Nicaragua por su capacidad histriónica en el manejo del personaje a ella encomendado. Las palabras del profesor Castillo fueron proféticas. Evelyn comenzó a crecer participando en obras de teatro de todos los géneros y con el correr de los años se ha convertido en una excelente actriz, quizá lo mejor que tenemos en Nicaragua.
Paso a paso he seguido la trayectoria artística de Evelyn, logrando verla en casi todas las obras en que ella ha participado y me impresionó de sobremanera el monólogo dirigido por el director Pedro Galarza La soledad tiene un nombre, de la escritora nicaragüense Blanca Rojas. En ese monólogo ella tiene una actuación relevante, desplazamiento escénico, caracterización completa de esa drama hecho mujer.
Actriz incansable que ha sabido proyectar todos los personajes a ella encomendados en cada obra con un profesionalismo magistral y ha sabido aplicar las técnicas teatrales que son la base para el montaje de una obra. Esto la ha convertido en una actriz consagrada que ha sabido dar lo mejor de ella en estos cuarenta años de labor teatral en pro de la cultura y el arte de nuestro país en beneficio de nuestro pueblo.
El autor es actor y declamador nicaragüense.