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Los sueño de una noche

El Festival Shakesperiano arrancó con la adaptación de Sueño de una Noche de Verano, comedia ligera escrita en 1594, y que es una joya única tallada primorosamente con el cincel de la fantasía, donde se dan fuertes encontronazos la realidad y lo onírico, la magia y la picardía. Hay que destacar la envidiable labor que […]

El Festival Shakesperiano arrancó con la adaptación de Sueño de una Noche de Verano, comedia ligera escrita en 1594, y que es una joya única tallada primorosamente con el cincel de la fantasía, donde se dan fuertes encontronazos la realidad y lo onírico, la magia y la picardía.

Hay que destacar la envidiable labor que realizan estos actores, dirigidos por Els van Poppel en su mayoría jóvenes, que con una vitalidad extraordinaria dan vida, esencia y cuerpo a la historia que se narra, pero en especial llama la atención, Puck, el duende travieso que nos trae Oscar Valladares.

Este joven posee cualidades innatas como acróbata, lo vemos saltar, dar vueltas, casi volar. Se sube con agilidad pasmosa a los árboles. Pasea encima de una pelota grande, como candoroso remedo de la pintura de Pablo Picasso, de su período azul.

Hay otras actuaciones que merecen ser reconocidas como Orlando Cordonero, quien da una pícara marca a sus personajes, o el don para la comedia de Guillermo Madrigal en su papel de artesano, o Tina Noguera con su Titania, que arrancó carcajadas de las buenas en su ardoroso romance con el asno. No así en el papel de Hipólita donde la proyección de su voz no fue la mejor.

Joahana Hernández, en su rol de Hernia imprimió fuerza y convencimiento en sus parlamentos iniciales, así como en su pelea a golpes con Helena, pero no fue integral su desempeño, en las escenas donde debía desconsoladamente sufrir el rechazo de su amado, no convenció.

Katia Martínez se mostró muy natural, con fluidez en las escenas donde los artesanos ensayan su obra, ella hizo un muro para recordar, sin embargo en la escena inicial, sobre todo, cuando arriba en su anacrónica bicicleta, su voz no daba los matices necesarios ni se proyectaba con la claridad necesaria.

A propósito de los anacronismos, tales como la bicicleta ya mencionada, los fólderes, las linternas, la canción de Granada y otros, sería positivo valorar hasta dónde llega la adaptación y hasta dónde la fidelidad al texto. Y digo esto porque yo llegué pensando en una versión bastante fiel al original, así me lo indicaban los primeros parlamentos, después se fueron adaptando, cortando o eliminando.

No es que sea incorrecto, cada director puede hacer su versión del texto, pero hay que buscar el equilibrio.

El vestuario logra solucionar la majestuosidad que exige la trama de la obra, con efectos sencillos pero muy certeros, como el vestido de Titania o la túnica de Oberón, el disfraz de Tisbe, o el maquillaje de la piel de Puck. Pero el complemento de todo fue el escenario natural y exuberante, donde las luces fueron recreando la magia de un bosque hechizado.

Espectáculo

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