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EMOCIÓN TOTAL EN LAS VEGAS

En las tribunas también ganó De la Hoya [doap_box title=”Las figuras” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] Entre otras personalidades, congregadas en el ring side del Grand Garden Arena del MGM de Las Vegas resaltó Silvester Stallone, perseguido por los flashes y reflectores en cada movimiento. También llegaron figuras del boxeo como Winky Wright, Floyd Mayweather, Shane Mosley, Chris […]

  • En las tribunas también ganó De la Hoya
[doap_box title=”Las figuras” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

Entre otras personalidades, congregadas en el ring side del Grand Garden Arena del MGM de Las Vegas resaltó Silvester Stallone, perseguido por los flashes y reflectores en cada movimiento.

También llegaron figuras del boxeo como Winky Wright, Floyd Mayweather, Shane Mosley, Chris Byrd y Jesse James Leija, entre otros, situados todos en la zona del ring side del Garden.

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ENVIADO ESPECIAL/LAS VEGAS

Aún antes que Ricardo Mayorga u Oscar De la Hoya emergieran de entre la multitud hacia el ring, ya se había iniciado el duelo entre los fanáticos de ambos pugilistas. Las banderas ondeaban en uno y otro lado, mientras la ansiedad crecía y el entusiasmo se disparaba, tratando de acelerar el tiempo y forzar las acciones en el entarimado.

De pronto, el estruendo. De la Hoya apareció primero en medio de una ensordecedora ovación que hizo apenas audible una ranchera mexicana, mientras una bandera con los tres colores de México por un lado y las barras y estrellas de Estados Unidos por el otro, flameaba encima del ring, como agitando aún más la excitación que parecía al máximo.

Ahora el turno de Mayorga y el “Matador” de los Fabulosos Cádillac se dejó sentir en medio de múltiples abucheos y el desborde de locura de la diminuta barra pinolera que respaldaba a Ricardo. Su señora y su mamá agitaban también una pequeña Bandera azul y blanco sobre la tarima, mientras los segundos parecían alargarse y la ansiedad carcomía.

Y sonó la campana y pese a los pronósticos de los expertos, que aseguraron que De la Hoya no se pararía a intercambiar metralla con Mayorga, Oscar no sólo lo hizo, sino que lo logró con firmeza y desde el propio inicio entró mandando al cuadrilátero. Y tal como lo había prometido el nica, los asistentes estarían de pie en el primer asalto.

“Si no pongo de pie a esa gente, es que soy un m…”, había prometido Mayorga. Al final puso de pie a la gente, pero no como lo deseaba, tumbando a De la Hoya. Fue al revés. Una mortal combinación lo puso a él en la lona y el Grand Garden Arena pareció venirse al piso. La mirada estaba perdida y su aliento se extinguía, aún así logró levantarse.

Las tribunas continuaron agitadas al ritmo de un cadencioso combate que provocaba aplausos ante cada golpe de De la Hoya y escaso silencio, cuando el nica conseguía ir a fondo y perforar el boxeo ordenado, preciso y mortífero de un De la Hoya que regresó con la ferocidad de sus mejores tiempos y la pulcritud que ha caracterizado su estilo.

La batalla siguió y salvo el tercer asalto, juzgado como favorable a Mayorga por dos de los tres jueces, los aficionados nicas no tuvieron mucho para celebrar, mientras De la Hoya construía su laboriosa pero contundente victoria, que sacudió los cimientos de la enorme instalación, llena casi en su totalidad y generadora de un tremendo ambiente.

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