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CID LARGAESPADA DEDICA TIEMPO para acompañar y jugar con sus hijos. (LA PRENSA/U. MOLINA )

Entre el papel de

padre y el de profesional Arrodillado en el pasto y con el sudor deslizándose por su frente, está Cid Largaespada reparando una motocicleta de uno de sus hijos, mientras sus tres pequeños lo observan y le indican dónde está la falla que no les ha permitido jugar con él. “No he sido un papá maravilla, […]

padre y el de profesional

Arrodillado en el pasto y con el sudor deslizándose por su frente, está Cid Largaespada reparando una motocicleta de uno de sus hijos, mientras sus tres pequeños lo observan y le indican dónde está la falla que no les ha permitido jugar con él.

“No he sido un papá maravilla, sé que cometí mis errores pero aún así trato de ser un buen padre y estar con mis hijos cada momento posible”, comenta el presentador del telenoticiero Noticias 12, padre de seis hijos y uno que viene en camino.

A temprana edad Largaespada se convirtió en padre de Cid Largaespada Cuadra, quien ya lo convirtió en abuelo. Años más tarde trajo al mundo a su única hija, Ximena Largaespada Alemán, y a Sinuhé Largaespada Alemán.

“Mi relación con mi hija fue un poco difícil porque yo no la veía desde que era muy pequeña, sin embargo, ahora que es una jovencita me buscó y estamos construyendo una buena relación”, afirma Largaespada, quien además de esos tres hijos, está criando a Rodrigo, Alonso y Ramiro Largaespada Obregón, además de Emilio Arturo que en tres meses nacerá.

Largaespada pasa gran parte de su tiempo con sus hijos, a pesar de tener que cumplir su labor de periodista. “Por las mañanas antes de irse al colegio, estoy con ellos e igualmente por las tardes, jugamos mucho en el patio, nos tomamos fotos y hacemos vídeos”, comenta el orgulloso papá mientras toma entre sus manos un avión de juguete que está dentro del cuarto de juegos, pues creó una sala especial para jugar con sus menores.

Largaespada, por el momento, no piensa traer más hijos al mundo, pero no descarta la idea de, en un futuro no muy lejano, reparar otra motocicleta en el césped, pero con cinco niños, tomando en cuenta al que viene en camino, y quizá uno más.

Esa Guitarra

A Luis Pastor González se le ve en sus conciertos acompañado por su esposa y sus dos hijas, quienes son sus fans. Alejandra, de 5 años, se recuesta en el sofá de la sala y con una guitarra de juguete canta junto a su papá, mientras Andrea abraza su peluche y los observa con una mirada desinteresada.

“Andrea tiene un carácter fuerte, a pesar de estar chiquita es decidida y muy seria, mientras Alejandra es más risueña, le gusta participar en los actos escolares y estar siempre en mis conciertos”, relata González, quien ha estado presente desde el momento en que su esposa, América Mejía, quedó embarazada. “Fue una gran noticia, pues no fue planeado, pero tampoco un accidente, sino una sorpresa”, afirma.

Su trabajo y su carrera artística no han sido un impedimento para compartir cada momento con sus hijas. Pues él, cuando tiene que salir a ensayar con el grupo o dar un concierto, alista a las menores y se las lleva, según él para que formen parte de todo lo que realiza.

Además, trata de crear conciencia social en las niñas, acerca de la problemática del país. Es por esa razón que se les ha visto en el Teletón, en conciertos con fines benéficos y al lado de artistas nacionales. Al parecer, Alejandra tiene inclinaciones por la música nicaragüense.

A pesar que González se encuentra feliz con sus hijas, confiesa que le encantaría tener un varoncito. Mientras tanto, continúa enseñándole a Alejandra algunos acordes que debe mejorar en su guitarra.

Tras el escenario

Hay papás que gustan de transmitir sus conocimientos a sus hijos, como una manera de herencia. Muestra de ello es Gonzalo Cuéllar, responsable de las risas de los miles de niños que han presenciado un show de su Teatro de Títeres Guachipilín.

En su taller de títeres está ensayando una obra con su hija menor, Tamara Cuéllar, quien tiene 18 años.

“Capitán, hemos encontrado un barco. ¿Qué hacemos capitán?”, dice Gonzalo Cuéllar, quien maneja el títere de un pirata, el que espera respuesta del títere que Tamara tiene en sus manos.

Mientras tanto, Tamara lo piensa y cuando intenta hablar, una carcajada se lo impide. Su papá, muy paciente, le repite la pregunta y le da algunas orientaciones, pero la escena se repite.

Misma escena que Tamara recuerda desde que era una niña, pues su papá, tanto a ella como a sus hermanos Camilo y Yaoska los ha inmiscuido en el mundo de los títeres.

“He tratado de ser un excelente papá y he intentado romper paradigmas con mis hijos, yo lavé pañales, los llevé al médico y hasta sostengo conversaciones difíciles, como lo son sus relaciones sociales. Aunque no lo he logrado completamente creo que hemos hecho un avance en ese aspecto”, afirma.

Reconoce sus errores como padre y le encantaría que existiese una escuela para ser papá, aunque su esposa preferiría que cuando los niños nazcan, traigan un manual de cómo educarlos.

El director de Guachipilín no se considera un papá celoso. “Una vez mi hija mayor venía con su novio a pedirme permiso para ir unos días a Corn Island, yo tomé unos preservativos y les dije: ‘buen viaje’, era una manera de decirle que se cuide”, recuerda Cuéllar, afirmando que los valores y la libertad con que ha criado a sus hijos, le ha dado buenos resultados, pues se siente orgulloso de sus “retoños”.

Espectáculo

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