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La Granja

Dos perros calientes para la banda de animales locos Persecución policial, ajuste de cuentas, venganzas y vaquicidios es lo que en menos de dos horas vive Otis, un ternero a todo dar, que anda de reventón en reventón, lejos del estresado mundo de las responsabilidades, más allá del cumplimiento de las reglas donde reír y […]

Dos perros calientes para la banda de animales locos

Persecución policial, ajuste de cuentas, venganzas y vaquicidios es lo que en menos de dos horas vive Otis, un ternero a todo dar, que anda de reventón en reventón, lejos del estresado mundo de las responsabilidades, más allá del cumplimiento de las reglas donde reír y gozar ocupan el 99 por ciento de su vida.

Hasta… hasta que un día… Su padre muere víctima de una paliza propinada por una banda de hambrientos lobos y ahí terminan las loqueras de Otis, quien tendrá que olvidarse de sus días en tablas de surf, en motocicletas, ebrio con tantos litros de leche, sudado del imparable baile y mareado de tantas vueltas.

Nickelodeon, misma que nos ha presentado las aventuras de Jimmy Neutron, Rugrats, Aventuras en Pañales y Los Rugrats en París, ofrece esta historia en la que los animales de la granja se la pasan parrandeando cuando el granjero está desprevenido sin saber que la vecina los tiene fichados y sospechando que algo raro ocurre dentro de la bodega donde todas las noches corren los litros de… leche.

Usualmente me encantan las películas para niños porque son hasta ahora el último refugio del humor, pero en este caso me quedó un mal sabor. El novillo Otis me pareció demasiado exagerado. Muy, muy desquiciado y algunas escenas repetidísimas como la muerte de su padre Ben con la escena de El Rey León, claro, sin el dramatismo ni impacto de la segunda y ese mirar a las estrellas también era de una docena de otras películas en las que sus atribulados personajes miraban danzar los puntitos.

Este extraño sentimiento puede ser debido a que me esté cansando de los ya usuales animales chiflados. Haciendo un corto repaso, puedo recordar a los pingüinos paranoicos, la zarigüeya esquizofrénica, el gato ansioso, el ciervo adicto, la jirafa drogadicta, el ratón terrorista, toda una lista de animales desquiciados que cuando se vuelve a ver al coyote detrás del correcaminos se piensa que es un romántico, y éstos, una bola de aburridos.

Es que ese es el problema de poner algo de moda. Una vez que se instaura comienzan miles de seguidores que nos dejan en el hastío de lo mismo, lo mismo y lo mismo 10 mil veces. Por eso es que esta película es ya una más del taller de los animales maniáticos.

Espectáculo

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