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sERGIO LACAYO, uno de los pilares del staff nica en el Mundial. (LA PRENSA/ARCHIVO )

SÚPER STAFF DEL 72

¿CUÁL HA SIDO LA MEJOR SELECCIÓN NACIONAL DE BEISBOL DE TODOS LOS TIEMPOS?… AUNQUE EL DEBATE ES CALIENTE, LA TROPA DE 1972 AGUANTA SER COMPARADA CON CUALQUIERA [doap_box title=”¿Y la de 1995?” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] La tropa de 1995, conducida por Julio Sánchez, fue posiblemente la de rendimiento más consistente y merece una mención especial en […]

  • ¿CUÁL HA SIDO LA MEJOR SELECCIÓN NACIONAL DE BEISBOL DE TODOS LOS TIEMPOS?… AUNQUE EL DEBATE ES CALIENTE, LA TROPA DE 1972 AGUANTA SER COMPARADA CON CUALQUIERA
[doap_box title=”¿Y la de 1995?” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

La tropa de 1995, conducida por Julio Sánchez, fue posiblemente la de rendimiento más consistente y merece una mención especial en este ranking.

Ese conjunto, que inició con una medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Argentina, repitió el segundo lugar en el Torneo Preolímpico de Edmonton, donde alcanzó el boleto para los Juegos Olímpicos de Atlanta en el 1996.

De Canadá se pasó por Colombia para participar en los Juegos del Pacífico en Cali, y ahí se atrapó el primer lugar, para cerrar con una presea de bronce en la Copa Intercontinental de Cuba en el mes de octubre.

Fue un año grandioso para ese plantel que era básicamente el mismo que se había estructurado para el Mundial de 1994 en Nicaragua, y donde quedamos fuera en la etapa de muerte súbita al toparnos con Cuba.

El mayor mérito de ese conjunto de 1995, fue además, de haber obtenido el boleto para las olimpiadas, haber metido en problemas al equipo cubano tanto en Edmonton como en Cuba. En ambas oportunidades se le estuvo ganando al poderoso plantel antillano.

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No hay nada tan admirable como las puestas del sol, dice Flaubert en Madame Bovary. Para mí, como cronista deportivo, lo más admirable ha sido ver trabajar aquel staff de pitcheo de 1972. Hay muchas fuentes de inspiración, la poesía de los lagos, el hechizo de las cascadas, la brillantez del arco iris, y ese pitcheo que vimos en el Mundial de 1972.

Sin esos brazos no hubiera sido posible esa actuación tan impresionante e imborrable lograda por la Selección Nacional más admirablemente recordada. A lo largo de 140 entradas, esos 8 tiradores, registraron 0.96 en carreras limpias permitiendo sólo un jonrón.

Fue difícil la decisión de no incluir a Porfirio Altamirano por considerar que necesitaba un poco más de experiencia. Julio Juárez, Sergio Lacayo y Antonio Chévez, fueron ganadores de tres juegos, en tanto Aubrey Taylor obtuvo 2 victorias, con una de Denis Martínez y otra de Bonard Luzey. En el bullpen, el incansablemente efectivo Antonio Herradora y el rematador Ángel Dávila, respondieron a las exigencias.

Fue un alarde de pitcheo, que ha multiplicado a los incrédulos con el paso del tiempo. Juárez trabajó para 0.61 en efectividad durante 29.2 entradas; Lacayo 0.98 en 27.2 innings; y Chévez 0.70 a lo largo de 25.2 episodios. ¿Qué les parece?

Eso explica el deslumbrante balance de 13 victorias por sólo 2 reveses ante Japón y Estados Unidos, en una campaña culminada con el resonante triunfo sobre Cuba.

¿Ha sido esa la mejor Selección Nacional de todos los tiempos? Yo lo creo.

Mi padre, actualmente rumbo a los 102 años, y el suyo, posiblemente saltarían bruscamente de sus butacas para asegurar en forma intransigente: “La de 1940 o la de 1947”.

Claro que tienen soportes. Esa selección del 40, que se dio el lujo de superar a Cuba, tenía a Jonathan Robinson, gran lanzador y notable bateador; Stanley Cayasso un artillero temible; Sam Garth y Carlos “Pichón” Navas, garantizando un beisbol altamente agresivo; José Ángel “Chino” Meléndez y Alfredo “Chiquirín” García, factores de seguridad en la colina; el impactante zurdo Francisco Dávila y un catcher del calibre de Julio “Canana” Sandoval.

El equipo del 47, que fue dirigido por Juan Ealo, era muy compacto y de gran rendimiento. Tanto, que por poco se corona campeón de la Serie Mundial en Cartagena.

Eduardo Green, un bateador de 450 puntos, fue ofensivamente uno de los peloteros más incidentes, junto con el empujador de 12 carreras, Stanley Cayasso y Emilio “Cachirulo” Mendoza, quien registró 454 puntos. Ahí estaban Jorge Wehmayer, Francisco Fletes, Daniel Mena, Juan Manuel “Jagüita” Vallecillo, Jorge Hernández, José Manuel Miranda “Mirandón”, y un staff con el joven Moisés “Momo Niño” Obando, el veterano de mil batallas Timoty Mena, de probables 52 años, Nicasio Rueda, “Chiricuaco” Bermúdez, Gonzalo Poveda.

Un error de Vallecillo en el segundo inning del juego cumbre afectó a esa selección que perdió con Colombia, viendo esfumarse la posibilidad de coronarse. Un gran equipo sin duda, pero difícil de ser considerado como el mejor de todos los tiempos.

Hay tres selecciones que merecen párrafo aparte en los últimos 35 años, respetando aquellas de la década de los años cuarenta: la de 1972 que dirigió Argelio Córdoba y que para muchos, incluido yo, es la que podría merecer los santos óleos como la mejor de todas; la de la 1978 que fue la de mayor agresividad que se ha organizado en el terruño; y la de 1983, que sin llegar a tener la estatura de las cuatros anteriores, es decir, de las confeccionadas en los años 40, 47, 72 y 78, ha sido la de más agallas, y por eso alcanzó la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Caracas, algo que estuvo fuera del alcance de otras generaciones de peloteros.

Claro, hay que agregar esa de 1990, inyectada de una juventud entusiasta, que obtuvo el subcampeonato mundial en Edmonton, provocando una gran sorpresa. Pero el tema ¿cuál ha sido la mejor Selección? Es terriblemente polémico aunque por supuesto, lo suficientemente atractivo.

la más compacta

Sin titubeos, la Selección de 1972 fue la más funcional, pese a que le faltaba un poco de velocidad. Ese equipo mostró un índice de agresividad de 281 puntos con cuatro hombres sobre los .300 como lo fueron César Jarquín consiguiendo elevarse hasta .306, Calixto casi campeón de bateo con .424, Pedro Selva que registró .382 bateando hits en los 15 juegos y Vicente López con .350; presentó una cerrada defensa, sobre todo en el infield; contó con un poderoso staff de lanzadores, que como se apuntó, redondeó la impresionante cifra de 0.96 en efectividad; y que además, jugó súper inspirado, tiene que ser señalado forzosamente como el espejo donde deberán mirarse los llamados grandes equipos, incluidos por supuesto, los de 1978 y este de 1983, de menos envergadura que los anteriores, pero capaz de ir más allá de sus posibilidades.

La defensiva con Valeriano en tercera, Jarquín en las paradas cortas, Obando en segunda, Calixto en primera y el tremendo Vicente detrás del plato, fue la mejor del certamen, por encima de los cubanos y norteamericanos. En el outfield, Selva, Cuarezma y Ernesto, más “Calín” Rosales, eran una garantía.

LA MÁS VIOLENTA

En mi carrera de cronista deportivo no he visto equipo más violento que el de Medellín 1978. Heberto Portobanco llegó con una alineación que erizaba los pelos, y si Porfirio Altamirano no se ha ido a pique, sobre todo en su desafortunado relevo contra Cuba, la actuación hubiera sido más resonante. Porfirio sufrió dos de las tres derrotas de Nicaragua en Medellín. El “Guajiro” falló contra Cuba, una vez como abridor y otra como relevista. Fue una especie de venganza de los antillanos blanqueados 5-0 por Altamirano en el Mundial de 1976.

Pero vamos con el bateo. El parque pequeño y con las verjas haciéndole señas a los bateadores fue una gran ventaja para equipos de gran poderío como Nicaragua y Cuba y en menor escala Puerto Rico y Colombia. Pero no sólo en jonrones sobresalió Nicaragua descargando 28, con Ernesto volándose la cerca en 10 ocasiones, récord de todos los tiempos para un artillero pinolero en torneos internacionales, sino en porcentaje que es lo más destacado: los nicas batearon 140 hits en 416 turnos para un promedio intimidante de 337 puntos.

Miren ustedes, siete bateadores de la alineación regular terminaron sobre los 300. Los 24 hits de David Green así como las 19 carreras impulsadas por Roberto Espino, una más que Ernesto, fueron cifras impresionantes. Green registró 447 puntos, Pablo Juárez .395, Espino .349, Vicente .364, Ernesto .333, Calixto .313 y Cuarezma .302 en tanto Douglas Moody .278 y César Jarquín 275. Sin turnos suficientes Wayne Tylor registró .571 para 4 hits en 7 turnos y Víctor Filipini bateó para 156 puntos en 32 veces al bate.

¡Qué clase de rayería señores! Aquello era de lanzar y cerrar los ojos cruzando los dedos. Una ferocidad espeluznante. En el staff el mejor fue Julio Moya, líder en ganados y perdidos del torneo, con balance de 3-1 y líder en efectividad con un increíble 1.89 en medio de las tempestades; Sergio Lacayo, Denis Vallecillo, Porfirio Altamirano, Gustavo García, Andrés Torres y Juan José Espinoza completaron ese pitcheo. En el Mundial de 1972, Nicaragua jugó 15 partidos, y en los Juegos de Medellín el equipo realizó 12 juegos para conquistar la Plata.

LA DE MÁS AGALLAS

El equipo ganador de la medalla de plata en Caracas es el de más agallas. Los peloteros pese a no disponer de la preparación adecuada no haber estado reconcentrados casi un año como los de 1972, y sin contar con los adiestradores necesarios, lograron a base de riñones, venir desde atrás y superar circunstancias adversas hasta llegar al segundo lugar. Nadie daba un par de rosquillas por la tropa de Noel Áreas, pero cuando los soldados saltan a la trinchera dispuestos a morir por falta de sangre, pero no de alma, se puede conseguir cualquier cosa.

En comparaciones, este equipo sale perjudicado, pues objetivamente hablando, no alcanza la dimensión de los otros dos involucrados en el tema, pero como grupo aguerrido no es segundo de ninguno y de eso tienen que sentirse orgullosos todos sus integrantes. Los tres triunfos de Julio Moya, el bateo encendido de Roberto Espino y Arnoldo Muñoz en la primera fase, el espectacular levante de Cayetano García, la recuperación de Adolfo Álvarez, los relevos de César Monge, la precisión de “Polín” Cruz y “Panal” Delgado, la bravura de Julio Medina y el hambre de triunfo de todos forzaron el milagro de la medalla de plata.

Noel se quedó con seis lanzadores antes de la rueda final entre seis equipos y además con varios hombres de capital importancia lesionados como Espino, Cruz Ulloa y al final Medina. Y sin embargo, todo eso se obvió para llegar a la medalla. No vamos a caer en comparaciones, simple y llanamente vamos a reconocer el coraje sin límites de este equipo que estremeció al país con su actuación en Caracas durante 1983.

No es fácil hacer un ranking, pero se puede intentar con los riesgos que ello implica. La mejor de todas, la de 1972, detrás la de 1947, y en orden, la de 1978, la de 1940 y la de 1983, sin olvidar la consistencia del equipo de 1995, que nunca volvió con las manos vacías.

Claro, eso es lo que veo en mi pantalla.

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