Marta Leonor González
Gabriela Mistral posó su mirada en Nicaragua cuando por primera vez leyó los poemas de Rubén Darío.
Ahí creció la admiración por el escritor a quien ella, muy joven en 1912, envío sus primeras creaciones literarias solicitándole ser publicadas en las revistas que Darío dirigía. Una carta cuyo contenido solo expresa admiración.
Años más tarde, la Premio Nobel de Literatura chilena sostendría una intensa amistad epistolaria con Augusto C. Sandino, el líder del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua.
Sandino en ese momento sería la nueva fuerza liberadora que representaba las aspiraciones populares contra la dominación de la intervención norteamericana, que se había instalado en Nicaragua.
Americanista
El escritor chileno Jaime Quezada, estudioso de la vida y literatura de Mistral, recrea cómo la autora de Tala, poemario donde expresa su diáfana voluntad americanista, en dos escritos aparecidos en 1928, hace referencia a la gesta heroica del nicaragüense.
El estudioso dice que “una de las etapas más desconocidas en la vida de Gabriela Mistral es el apoyo intelectual que esta dio a Augusto C. Sandino. Por esas circunstancias el guerrillero, desde las montañas de Las Segovias, donde se encontraba con su ejército, llamaría a la poeta como benemérita del ejército defensor.
Gabriela no estará ajena a los acontecimientos históricos de Nicaragua, aun cuando se encuentre en París, Marsella o Nueva York, y el rechazo hacia la intervención armada de los “gringos”.
“Hará a través de sus artículos un llamado a formar la legión Hispanoamericana de Nicaragua, y motivar a los jóvenes a abandonar hogares, universidades y familia “para ofrecerle a Sandino lo mejor que puede cederse, que es la sangre joven y lealtad temeraria que solo la juventud puede dar”, dice Quezada, presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral.
Los artículos de apoyo a Sandino están plasmados en Sandino: contestación a una encuesta y Sandino: la pobre ceiba , donde ella enaltece los valores del nicaragüense y lo llama “hombre mítico”, que carga una espada que nos representa.
Poesía de admiración
También será parte del legado literario de Mistral el poema Hijo Sandino, que permaneció inédito por muchos años entre sus manuscritos y que fue escrito entre 1928-1930, etapa de sus recados sandinistas.
El poema viene a revelar su fervorosa admiración al niquinohomeño, y por primera vez aparece incluido por el académico chileno Luis Vargas Saavedra en Almácigo , volumen con poemas inéditos de la chilena.
Quezada también sostiene que “Gabriela Mistral, que se consideró modestamente una tradicionalista, fue, sin embargo, una mujer de su tiempo y una adelantada, en muchos casos, a ese tiempo. Reveladora siempre de una conciencia viva y de una voluntad de ser sin atadura posible. A través de Gabriela Mistral oímos y sentimos a América y a las gentes todas de su América”.
Mistral apoya a Sandino y critica a los políticos
Jaime Quezada expresa en su libro: Gabriela Mistral y Sandino. Del pequeño ejército loco a la gesta de Sandino: “La maestra rural chilena estaba lejos todavía del Premio Nobel de Literatura (1945)”, pero muy cerca de la carne viva de la historia: “Es necesario decir algo a favor de la desgraciada Nicaragua. Es preciso acompañar siquiera con palabras a esa gente desventurada y heroica que padece por la justicia”.
Aunque nuestra Mistral creía no tener manía política tuvo, sin embargo, una extraordinaria adhesión hacia aquel “hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no me toque ver otro”, y hacia aquella causa de su pequeño ejército loco y de voluntad de sacrificio.
Memorables artículos, casi ignorados hoy, publicaría en la prensa latinoamericana de la época. “Para mí Sandino es todo un héroe”, repite diez o quince veces como para refutar el calificativo de “bandido” que le daba el presidente yanqui Herbert Hoover, o el de “insignificante jefe desequilibrado” que le tildaba The New York Times.
“Los desgraciados políticos nicaragüenses —escribe la Mistral— cuando pidieron contra Sandino el auxilio norteamericano, tal vez no supieron imaginar lo que hacían, y tal vez se asusten hoy de la cadena de derechos que han creado al extraño y el despeñadero de concesiones por el cual echaron a rodar su país”.
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