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Monseñor Silvio Báez, Nicaragua, represión, democracia, régimen de Daniel Ortega, rebelión de abril

El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez. LA PRENSA/J. FLORES

Obispo Silvio Báez: La rebelión de Abril “puso al descubierto el rostro criminal del régimen”

"Lo que actualmente toca hacer es no perder de vista el modelo de sociedad que se quiere conseguir: una sociedad en donde se respeten la dignidad y los derechos de toda persona, en donde se renuncie a intereses particulares para compartir bienes e intereses en paz y justicia y en donde disentir del poder no sea un delito", sostuvo monseñor Báez

Al cumplirse dos años de la rebelión de los nicaragüenses en contra de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el análisis del obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, es que lo positivo es que la población asumió su compromiso en la democratización de Nicaragua, aunque el costo ha sido alto, debido a que el levantamiento social “puso al descubierto el rostro criminal del régimen” orteguista.

En una entrevista con el semanario católico Alfa y Omega, de la Arquidiócesis de Madrid, España, el obispo Báez hace un balance del levantamiento social de los nicaragüenses, quienes a pesar de enfrentarse a un sistema autoritario no han cesado en su demanda de tener un país con libertades plenas e instituciones democráticas.

“La gente descubrió por primera vez, después de mucho tiempo, su responsabilidad para conseguir la democratización del país y, al mismo tiempo, se puso al descubierto el rostro criminal del régimen”, dijo Báez en la entrevista con el medio español.

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Los anhelos de democratización del país los comparte el obispo carmelita, quien llamó a la población a “no perder la esperanza de poder construir una sociedad nueva, en donde prevalezca la racionalidad, la bondad y la justicia social”.

El próximo 23 de abril monseñor Báez cumplirá un año de haber dejado Nicaragua por petición del papa Francisco, quien lo llevó al Vaticano, Italia. Esa decisión, aunque no ha sido confirmada, sucedió cuando se denunció que había un plan para asesinar para asesinar a Báez.

Monseñor Báez es uno de los personajes más influyentes de Nicaragua y crítico del dictador Ortega. Su denuncia de los crímenes contra el pueblo por el régimen le hicieron víctima de agresiones físicas, amenazas de muerte a través de las redes sociales, y de una campaña de difamasión por parte de medios de la propaganda y fanáticos de la disctadura Ortega y Murillo.

La campaña de odio la han sufrido todos los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), como los sacerdotes, monjas católicas por su firmeza en que cese la represión al pueblo, se liberen a todos los presos políticos y haya una salida electoral a la crisis sociopolítica de dos años. Las parroquías católicas sufren vandalismo y robos por parte de turbas orteguistas.

Silvio Báez, Iglesia católica, Nicaragua, represión
El 23 de abril del 2019 el obispo Silvio José Báez viajó al Vaticano por decisión del papa Francisco. LA PRENSA/ Roberto Fonseca

“Nicaragua no ha vuelto a ser la misma de antes”, afirmó Baéz sobre la conversión de los nicaragüenses tras las protestas iniciadas en abril del 2018, primero por los universitarios a los que se sumó luego la sociedad civil, los empresarios, campesinos, productores y demás sectores.

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“Lo que actualmente toca hacer es no perder de vista el modelo de sociedad que se quiere conseguir: una sociedad en donde se respeten la dignidad y los derechos de toda persona, en donde se renuncie a intereses particulares para compartir bienes e intereses en paz y justicia y en donde disentir del poder no sea un delito”, sostuvo monseñor Báez.

Ortega es el problema

La negativa del dictador Ortega a soltar el poder y establecer un diálogo sincero con los sectores opositores es, lo que para el obispo auxiliar de Managua, lo que impide la salida a la crisis sociopolítica.

“El problema se ha agravado porque, después de dos años, la dictadura se ha encerrado cada vez más en sí misma, negándose a toda apertura democrática. Con su narrativa de una “normalidad” forzada, nos quiere llevar a aceptar como normal vivir en un país secuestrado y sin libertad”, afirmó Báez.

La firmeza con la que los obispos de la CEN han expuesto siempre los abusos a los derechos humanos en el país es lo que no les perdona el régimen Ortega y Murillo. La exhigencia de abrir reformas electorales transparentes para que el pueblo vuelva a confiar en las elecciones, es otro punto de la fractura entre Ortega con los representantes de la Iglesia católica en Nicaragua.

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“Las relaciones entre la Iglesia, pastores y resto del pueblo de Dios, y el régimen, están dañadas desde el 2018, cuando este último, sin ningún fundamento, acusó a la Iglesia de haber organizado un golpe de estado, y a obispos y sacerdotes de ser terroristas”, recordó el obispo Báez en la entrevista con el medio español.

La manipulación de los símbolos religiosos para fines políticos partidarios en los 13 años del régimen Ortega y Murillo, siempre fue punto de inflexión de parte de la CEN, y que sigue criticándose.

“A esto habría que añadir otro tipo de persecución más sutil que se remonta a mucho tiempo antes del 2018, la que se realiza a través de la manipulación de símbolo religiosos, lenguaje y fiestas propias de la Iglesia católica, como un intento de dar soporte ideológico religioso a un régimen totalitario y poder ganar aceptación frente a un pueblo profundamente religioso. La Iglesia tiene que seguir siendo cada vez menos diplomática y más profética. Como fue Jesús, siempre al lado de las víctimas, de los últimos y olvidados de la sociedad, defendiendo su vida y sus derechos y promoviendo su dignidad, en nombre de Dios”, afirmó monseñor Báez.

Justicia y no impunidad

Dos años después los familiares de los asesinados y las víctimas de abusos siguen demandando justicia para que los responsables, tanto los que los cometieron como los que los ordenaron, enfrenten los tribunales.

Al menos 328 asesinatos, miles de heridos, torturas, violaciones y otra serie de delitos calificados de lesa humanidad fueron documentados por organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, como Naciones Unidas, que se cometieron en Nicaragua por parte del régimen Ortega y Murillo.

En las mazmorras de los centros penitenciarios hay más de setenta presos políticos. La libertad de todos ellos, como que la Policía Orteguista (PO) y las turbas dejen de asediar a los excarcelados políticos y a sus familias sigue entre las demandas de la CEN, aseguró el obispo auxiliar.

La esperanza de conseguir esa justicia no debe perderse para el obispo carmelita, por cuanto en Nicaragua no pueden seguirse dejando en la impunidad crímenes contra el pueblo.

“Creo que no hay que olvidar las exigencias de la justicia. En Nicaragua se han cometido gravísimos crímenes de lesa humanidad de parte de la dictadura, y los culpables, tarde o temprano, deben comparecer ante tribunales de justicia para ser juzgados. No se puede construir la nueva Nicaragua sobre la impunidad. No se puede simplemente pasar página e ir adelante”, afirmó el obispo Báez.

En la entrevista con el semanario Alfa y Omega de España, el prelado nicaragüense analizó a la recién formada Coalición Nacional donde se unen los diferentes sectores opositores, señalando que el gran reto es lograr “legitimidad popular”, actuar con transparencia y “mantener vivo el espíritu de abril del 2018”, para conseguir un cambio de gobierno por la vía democrática y lograr justicia a los crímenes cometidos.

“Esta coalición tendrá significatividad política real si logra mantener vivo el espíritu de abril del 2018, cuando los nicaragüenses protestaron sin pensar en intereses partidarios, solo movidos por el deseo de terminar con un poder despótico y criminal, clamando por una nueva sociedad fundada en la justicia, la libertad y la participación de todos los ciudadanos”, recomendó monseñor Báez.

Finalmente el obispo señaló que a los políticos les toca definir el modo “fortalecer los vínculos de unidad entre el pueblo que no acepta a la dictadura y mantener la crítica y la presión social para lograr el cambio” democrático en una Nicaragua, que profundiza sus heridas sociales dos años después de las protestas de abril del 2018.

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