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El secuestro de la Isla de Ometepe

El secuestro de la Isla de Ometepe

La represión de la dictadura orteguista ha logrado que en dos años en la Isla de Ometepe, descrita por un periodista como un “Oasis de Paz”, solo haya quedado un hermoso paisaje con calles desoladas, playas sin turistas, hoteles y restaurantes cerrados, campesinos  huyendo en sus propias tierras y un constante asedio policial.

Al llegar la noche en la comunidad de Esquipulas, en el norte de la Isla de Ometepe, ubicada en el lago Cocibolca, las luces de pequeñas casas de madera y otras de concreto comienzan a encenderse, mientras algunas permanecen en la oscurana y apenas se ven entre platanales, maizales o papayales, que crecen robustos en las tierras fértiles de los 276 kilómetros cuadrados de la extensión del terruño isleño donde resaltan los volcanes Concepción y Madera.

Hay, sin embargo, luces que no se encienden. Son las de muchas casas de campesinos que huyeron “al monte”, luego que la saña del régimen Ortega Murillo invadió la comunidad de Esquipulas, disparando, hiriendo y deteniendo a los lugareños, únicamente porque se ondeó la Bandera de Nicaragua y se lanzaron dos morteros en conmemoración de los primeros dos años de aquel 19 de abril de 2018.

La campesina Sofía Maribel Mora, de 56 años, decidió dejar su casa enllavada, a sus hijos escondidos y atravesar esos largos caminos de tierra, cercos de postes de madera y alambres de púas para hablar con LA PRENSA y revela que parte de esas luces que no se encendieron el pasado 20 de abril fueron las de su casa, pues decidió coger a dos de sus cuatro hijos varones y llevarlos al monte a dormir. Es que ese 19 de abril la Policía Orteguista le disparó y secuestró a su hijo Enyell López Mora, de 23 años.

La campesina Sofía Maribel Mora denunció la detención de su hijo Enyell López Mora. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

“Nos hemos tenido que ir a un zacatal a dormir con nuestros hijos que son chavalos porque aunque no han hecho nada se los llevan. Les llevé gaseosa, pan y sábanas y ahí nos acomodamos todos en un huequito en el monte para que no se me los lleven, pero ya no tengo paz porque dicen que andan sandinistas viendo dónde uno se está quedando y ahora estoy pensando ¿cómo voy a hacer en las siguientes noches? Porque el papá está con el otro en el hospital y uno aquí viendo para que no se nos lleven a los otros”, lamentó Mora entre sollozos.

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La campesina resaltó que esta nueva situación de zozobra que viven como familia Mora Cruz, pues sus hermanos Mario y Edgar también están sufriendo porque su esposa y su nieta e hijos, respectivamente, están detenidos por la dictadura, y todo esto le recuerda esos duros momentos de los años ochenta cuando tenían que esconderse en los matorrales de la Isla para evitar ser reclutados para el Servicio Militar Patriótico.

Mario Rolando Mora denunció la detención de su esposa Juana Estela López Alemán. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

“Igualito nos escondían en los ochenta, cuando llenaban por montones la Isla para venir a llevarse a los chavalos. Ahora se los llevan de gusto a los chavalos”, lamentó la campesina.

LAS DETENCIONES

Todo comenzó a eso de las 10:30 de la noche el pasado 19 de abril de 2020, cuando un grupo de jóvenes isleños, en su mayoría dedicados a la agricultura y acostumbrados a madrugar, se encontraban en la cancha de la comunidad de Esquipulas, algunos tomando y otros jugando basquetbol, en uno de los pocos lugares que tienen para recrearse en esa pequeña comunidad de tres calles principales, dos caminos de tierra y una adoquinada, pues en el lugar no hay cines, ni parques bien acondicionados ni centros comerciales y menos estadios completos que les brinden las condiciones para recrearse o hacer algún deporte.

“Se encontraban en la cancha algunos viendo y otros jugando basquet… Estaban como desde las 7:00 de la noche, pero todo fue que levantaran la bandera azul y blanco para que los sandinistas les tendieran una trampa, los denuncien y les lleven a los policías”, lamentó Edgar Mora Cruz, padre de dos de los manifestantes detenidos esa noche.

El campesino señaló que una de las fanáticas orteguistas que vive justamente en uno de los costados de la cancha de basquetbol de Esquipulas fue quien “les echó los policías. Ella tenía su plan y los empieza a humillar, los empieza a insultar y ellos contestaron que no estaban haciendo nada malo, pero aquella los jocha para que se queden porque ella sabe que viene la Policía, pero los muchachos no saben y, cuando se dan cuenta ya están rodeados y no se pueden correr”.

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La Policía Orteguista arrimó a eso de las 11:00 de la noche hasta la comunidad de Esquipulas. Dos patrulla con unos 10 oficiales empezaron a arremeter contra los jóvenes en la cancha y empezaron a montar en las patrullas a Edmon Jean Carlos Mora, Edwin Mora Cajina, Justo Rodríguez López y a Junior Mora López, sin embargo, a este último no le colocaron esposas y logró tirarse de la tina de la camioneta, mientras esta va arrancando.

Ariel Mora Cruz denunció la detención arbitraria de su hijo Edwin Mora Cajina. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

En cuestión de minutos —según el relato de los lugareños—, cae también junto a Junior Mora López el suboficial mayor Noel Reyes Fonseca, quien durante la caída perdió dos de sus piezas dentales. Los pobladores y familiares de los detenidos ilegalmente —que ya empezaban alarmados por la balacera dirigida por la Policía y las pedradas que lanzaban los esquipuleños—, fueron quienes ayudaron al policía a incorporarse, lo sentaron primeramente en una banca del parque y luego exigían un intercambio.

“Cuando se les cae uno de sus hombres y ven que lo tiene la gente, la Policía se quedó a unas cuadras y empiezan a disparar, pero la gente se sigue acercando buscando rescatar a los otros tres que ya se llevaban”, detalló una de las campesinas que habita a pocos metros de la cancha.

Edgar Mora, padre de Edmon quien ya iba en la tina de la patrulla, asegura que es ahí cuando los policías le dan un disparo en la pierna a su otro hijo Yubrank Abel Mora Romero, mientras intentaba acercarse a la patrulla para que dejaran a su hermano en libertad.

Antes que Yubrank Abel fuera trasladado en una camioneta particular hacia el Hospital Gaspar García, la campesina Leyla Mora Martínez, nieta de Edgar, fue quien velaba por el herido, pero ese momento fue aprovechado por los policías orteguistas, quienes sin importarles su embarazo de cuatro meses la lanzaron a la tina de la patrulla.

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Posteriormente, Yubrank Abel fue llevado al Hospital Gaspar García, pero horas después se lo llevaron hacia Rivas, donde fue interceptado por la Policía, que solo esperará que se completen las operaciones que requiere en su miembro inferior para llevarlo junto a los otros detenidos a la Dirección de Auxilio Judicial en Managua, según informó el padre del ahora preso político.

Sin embargo, el ataque policial no se detuvo en un intento por hacer retroceder a los comunitarios de Esquipulas, por lo que, a los pocos minutos otro joven fue herido. Sofía Mora recordó que al escucharse la balacera entre las 11:00 y 11:40 de la noche su hijo Enyell López Mora se despertó y salió a ver qué pasaba, pero al percatarse que se estaban llevando a sus primos decidió correr hacia la patrulla junto a los demás para intentar rescatarlo y ahí recibió un impacto de bala en el tobillo.

El agricultor Edgar Mora Cruz denunció la detención de hijo Yubrank, quien además recibió un impacto de bala en la pierna. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

“Le pegaron en el tobillo y nosotros lo tuvimos que trasladar al hospital y luego lo llevaron en una panga a Rivas, pero ahí llegó la Policía y le ponen a dos de ellos y lo enganchan a la camilla. Mi hijo no supo qué pasó en esa cancha, él solo corrió hacia ellos porque vio que se llevaban a su primos”, aseguró la madre de López Mora.

Antes de terminar la balacera que mantenía la Policía contra campesinos desarmados, justamente a las 12:00 de la medianoche del pasado 20 de abril, las campanas de la iglesia empezaron a sonar. Los campesinos, alarmados por el fuerte llamado que conocen se hace para informarles que algo no anda bien, salieron de sus casas y terminaron de hacer que los oficiales orteguistas se retiraran y dejaran al suboficial.

En total, la noche del 19 de abril fueron detenidos: Justo Rodríguez López, Edwin Mora Cajina, Jean Carlos Mora, Enyell Joel López Mora, Yubrank Abel Mora Romero, Leyla Mora Martínez.

“EL RESCATE”

El suboficial mayor Noel Reyes Fonseca, pese a la furia de los isleños que se mostraban cansados de tanta represión, según el testimonio de los lugareños, no fue golpeado desde que fue retenido.

El anciano Alfonso López fue detenido y golpeado por la Policía, según sus parientes. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

El policía permaneció por al menos media hora en una banca de la cancha, donde sus colegas llegaron a disparar y detener ilegalmente, mientras docenas de pobladores se acercaban para exigirle que se comunicara y pidiera el intercambio, que vieran el daño que estaban haciendo, que recapacitaran.

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Sin embargo, antes que las cosas se salieran de control, pues algunos jóvenes portaban tubos metálicos y la molestia estaba a flor de piel, un grupo de isleños decidió mover al suboficial mayor a unas 200 varas de la cancha dentro del patio de una de las casas cercanas, donde permaneció sin que nadie lo tocara, por unas tres horas. Luego fue movido a otro patio, esta vez a unas tres casas de la primera en la que estuvo, para continuar esperando a ver si la Policía decidía hacer el intercambio.

“Hasta a un sacerdote mandaron a mediar, pero no lo hizo por el bien de todos, ese vino porque un sandinista se lo pidió. Nosotros nos limitamos a pedir que nos entregaran a nuestros presos y nosotros les entregamos al hombre, pero el padre nos dijo que le entregáramos al policía y que solo nos daban a la embarazada, entonces le dijimos que no haríamos nada”, recordó el padre de dos de los presos políticos.

No obstante, el plan de la Policía nunca fue un intercambio. Apenas los primeros rayos de sol alumbraron la costa, dos lanchas llenas de agentes antidisturbios arribaron a la isla y luego fueron trasladados a Esquipulas. Los isleños resistieron con piedras y palos, pero luego, a eso de las siete de la mañana, se acercó el segundo contingente de oficiales antidisturbios, que llegó a bordo de un bus que previamente fue llevado en un ferri hasta la Isla.

El agricultor Edgar Mora Cruz también denunció la detención de hijo Yubrank, quien además recibió un impacto de bala en la pierna. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

Los agentes se formaron para empezar el ataque. Los campesinos buscaban más piedras para resistir, pero no pudieron ante tanta bomba lacrimógena que les lanzaron. El suboficial mayor fue sacado del lugar a costa de dos heridos y de docenas de ancianos y niños que fueron afectados por los gases lacrimógenos que penetraron el interior de sus humildes casas.

Sin embargo, la sustracción del suboficial no detuvo las detenciones. Ese 20 de abril fue detenida Juana Estela López, madre del joven Junior que se lanzó de la tina de la patrulla el 19 de abril, y Alfonso López, quien quedó gravemente golpeado, en las primeras horas de la mañana cerca de la cancha de Esquipulas.

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Y como si hubiera sido poco, la Policía también mandó a detener el pasado 22 de abril a la activista trans Celia, de nombre Amílcar Cruz, luego que fanáticos orteguistas lanzaran toda una campaña exigiendo su detención, ya que la chica trans aparecía en videos donde se increpaba al oficial de la dictadura.

El agricultor Edgar Mora Cruz también denunció la detención de hijo Jean Carlos Mora. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

Veinticuatro horas más tarde, el pasado 23 de abril, se conoció por información referida por la abogada Yonarqui Martínez que el Ministerio Público acusó a cuatro de los aún siete detenidos por delitos de homicidio, lesiones graves, robo agravado y obstrucción de funciones. Cabe mencionar que la audiencia preliminar es realizada por el juez Séptimo Distrito Penal de Audiencia, Abelardo Alvir Ramos.

EL DESPERTAR DE ABRIL

Los isleños describieron este momento de represión que vive en 2020, principalmente, en la ciudad de Esquipulas, como el renacer de ese abril de 2018, aunque ahora las calles no están bañadas de azul y blanco y son custodiadas por docenas de agentes antidisturbios que merodean en las tres calles principales de la comunidad y hacen rondines constantes en Moyogalpa.

Ometepe, ahora, hecha un pequeño infierno de zozobra, persecución y pobreza por la falta de turismo que ha generado la pandemia del Covid-19 y la dictadura orteguista, recuerda cómo en el 2018 se resistía a través de la resistencia cívica.

Vilma Cruz denuncia la detención ilegal de su hija trans Celia, quien fue sustraída de su hogar bajo engaños por la Policía Orteguista. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

Henry Ruiz, oriundo del terruño isleño y secretario del Consejo del Movimiento Campesino Anticanal, quien actualmente se encuentra exiliado en Estados Unidos, asegura que es un renacer porque se ve que el pueblo no se va a dejar mancillar sus derechos, pero lamentó que el lugar siga alejándose por la fuerza de las armas que impone la dictadura orteguista, de lo que el periodista Pedro Joaquín Chamorro Barrios bautizara como “Oasis de paz”.

Ruiz aseguró que una marcha inolvidable para los isleños ocurrió el 26 de mayo de 2018. Esa manifestación masiva partió de San José del Sur hacia Altagracia, recorriendo 12 kilómetros. El acto de rechazo al régimen orteguista es recordado porque manifestantes azul y blanco se tuvieron que enfrentar a simpatizantes del Frente Sandinista que les bloquearon el paso y vociferaban en su contra. La marcha culminó con la quema de la casa del Frente Sandinista en Altagracia.

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Vilma Cruz Cerda, madre de la trans Celia y ahora presa política de la dictadura, recuerda con nostalgia que su hija participaba de cada marcha a la que se convocaba en la Isla. “No se perdía ninguna marcha. A todas iba porque era bien activa”, comentó.

Un grupo de agentes antidisturbios se apostaron en la entrada principal de la comunidad de Esquipulas, Moyogalpa. Foto: Óscar Navarrete/La Prensa.

Cruz Cerda además señaló que uno de los peores momentos que han vivido en los últimos dos años de crisis sociopolítica y resistencia cívica fue en octubre de 2018, cuando la isla prácticamente fue sitiada, luego que se convocara a los ciudadanos autoconvocados y del Movimiento 19 de Abril de Ometepe a una carrera ciclística azul y blanco por la libertad de los presos políticos.

Freddy Navas, ex preso político y miembro del Movimiento Campesino, y Ruiz concuerdan en que ese fue el peor momento, pues llegaron decenas de policías, paramilitares y camionetas Hilux doble cabina para iniciar una represión sin descanso durante 22 días, la cual culminó con la detención de 11 líderes de la isla, entre ellos miembros del Movimiento Campesino.

Es por ello que ahora con las nuevas detenciones en la Isla de Ometepe los campesinos del Movimiento Anticanal exigieron la inmediata liberación. Los familiares de los nuevos reos políticos de la dictadura orteguista también demandaron “libertad para todos”.

Edgar Mora apuntó que, aunque no han participado en las marchas azul y blanco, “son contrarios a este Gobierno que ha hecho mucho daño a los isleños, no solo desde 2018, sino cuando nos perseguían en los años ochenta”.

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